miércoles, 11 de junio de 2014

Un embole mundial


—Lic. R: Che, ¿este finde es el cierre?
—Jefe: Sí, master.
—LR: Qué problema… bueh, ya veré si se me ocurre algo.
—J: Se te va a ocurrir algo, seguro.
—LR: Mmmm, eso espero.
—J: Y si no se te ocurre nada, escribís sobre el Mundial.
Y si no me queda otra, allá voy. Si hasta el jefe me dice que lo haga, y yo, a pocos minutos del cierre de una nueva edición del periódico, como ya se los he contado el año pasado, no se me ocurre sobre qué escribir...
Desde luego que el Mundial podía llegar a ser un tema sobre el cual explayarme. Me gusta el fútbol y el Mundial es como una suerte de cónclave de dicho deporte y, por lo tanto, es casi obligación charlar y discutir y opinar sobre él. Y más en un país como la Argentina, donde todos somos obispos de la número 5 y estamos en perfectas condiciones de saber, y mucho, sobre fúchibol… incluso aquellos que no saben un pomo.
Pero evidentemente algo anda fallando en mi argentinidad… Siento que a apenas 6 días, 46 horas, 357 minutos y 1.089 segundos de que empiece la cita máxima del deporte más lindo y apasionante del mundo, de casualidad si de vez en cuando me acuerdo que en 5 días, 37 horas, 966 minutos y 14.278 segundos empieza el Mundial. En otras palabras, tengo la sensación de que este Mundial me está pasando por al lado (bueno, efectivamente se juega acá al lado). Y es hasta tal punto mi desconocimiento sobre el tema que en el furor actual de las redes sociales (entiéndase Preguntados) me tocó responder en qué estadio debuta Argentina en el Mundial y respondí mal.
Como para tener idea de si el descolgado era yo, le pregunté a mi jefe si este Mundial existía en los medios y esas cosas y me respondió “Sí que existe, creeme”. Y como es mi jefe, yo le obedezco, así que, ¡le creo, por Zeus!
Traté de averiguar dónde nace mi falta de entusiasmo por algo que hasta no hace mucho era capaz de hacerme trepar a un alambrado y volver a mi casa sin una zapatilla por los fallos injustos e inmorales de un referí (referí suena mejor que réferi o árbitro, ¿vieron?). Y ahí me di cuenta que prácticamente no consumo medios de comunicación masivos. Y si lo hago, lo hago esporádicamente y no para enterarme de cómo sigue el gemelo izquierdo de Messi o el sistema gástrico de un tal Basanta (que, debo confesar, yo creía que se llamaba Álvarez Basanta y era colombiano o de por ahí y jugaba en River). Y también me di cuenta de que la moralidad y la justicia no son valores muy recurrentes hoy en día en el imperio FIFA.
Con el paso del tiempo, y por pésimos resultados deportivos del equipo por el que simpatizo desde hace mucho, he perdido el fanatismo… y créanme (como yo le creo a mi jefe) que sin fanatismo, el fútbol es más aburrido que sacar a pasear con correa a una tortuga. El FPT nos presenta una estadística que demuestra a las claras lo que digo: de los 90 a 92 minutos que el espectador padece a 22 tipos cuyo mayor mérito pareciera ser tener huevos (o sea, pertenecer al sexo macho), sólo se juega en promedio la mitad de esos minutos. El resto del tiempo uno puede, tranquilamente, no estar pendiente de nada de lo que allí ocurra porque, en verdad, nada ocurre. Pero, además, si uno es un ansioso compulsivo como yo, no va a estar esperando que de golpe aparezca un maxirodrigazo (entiéndase gol de Maxi Rodríguez a México en Alemania 2006). ¿Con qué lleno el vacío neurótico que me dejan los 89 minutos restantes? Yo creo que si el fútbol fuera un torneo de penales sería un éxito. Por eso hoy por hoy prefiero mirar un partido de tenis o un partido de básquet: es acción permanente, lo que dure el match es tiempo neto de juego. Y hay mucha más destreza y técnica que en el fútbol… O al menos que en el común denominador de los futbolistas actuales. Son deportes en los que no te queda otra opción más que salir a atacar y después defender y así de manera permanente. En cambio, hoy en el fútbol la lógica hegemónica sería “juguemos a no perder”. Por eso, y aunque sé que esto va a generar que pierda lectores, que aparezcan pintadas en la puerta de mi casa (vivo en Avenida Siempre Viva 742), que sea excluido de los próximos asados que organiza la gente del Pausa (que tampoco son muchos) y que cuando me vean llegar cambien rápidamente de tema o se haga un silencio stampa, voy a decir que el mismo día y a la misma hora del debut de Argentina en el Mundial se juega el quinto partido de las finales de la NBA, donde está compitiendo el mejor deportista argentino de todos los tiempos: Emanuel Ginóbili. Por eso, si quiere ver algo entretenido, dinámico y emocionante lo invito a ver este último espectáculo y no el otro donde va a estar esperando 90 minutos que Messi haga algo lindo… Si es que no lo hace apenas empezado el partido, y cómo hacemos para aguantar 85 minutos hasta que termine el match, diomío…
Mientras tanto, le informo que faltan 1 mes, 5 días, 18 horas y algunos minutos y segundos para que de una vez por todas podamos volver a dar una vuelta olímpica en la mismísima cara de millones de brasileros que la van a tener adentro.

Publicada en Pausa #135, miércoles 11 de junio de 2014
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3 comentarios:

Marcela dijo...

Bancamos con sangre al Licenciado. Dos consideraciones:
1. Es adorable llamar "jefe" al director del periódico, nos hace sentir raros, como un poco capitalistas... que se yo.
2. Apoyamos el boicot a los aburrídisimos partidos mundialistas, así que aguante Ginóbili. Seremos dos mirando una final "como dios manda" (?).

Licenciado Ramiro dijo...

Gracias Marcela. Cuando necesite una transfusión los llamo. Cordialmente, el Lic.

Anónimo dijo...

Genial. Salvo que no te hacia falta salir del closet, podes ver los dos. Manu juega cuando termina el futbol.