La propuesta del Festival de Literatura de Santa Fe.
Hace cincuenta años Roland Barthes, en sintonía con otros
tantos, acusaba que en materia literaria se estaba produciendo un fenómeno que
arrojaba como saldo el nacimiento del lector a costas de la muerte del autor.
Con mucho obstáculo la afirmación fue cristalizándose a través de ejemplos y
evoluciones no tan fluidas, aunque ciertamente sigan funcionando. Tanto es así
que, una vez acumulados años de encuentros, festivales y diversas experiencias,
un grupo de escritores se encargó la tarea de organizar un evento que agregue
aquellas instancias que aún no habían sido suplidas.
Motorizado por la librería Palabras Andantes, el colectivo
organizador del Festival de Literaturade Santa Fe apuntó, en la voz de Luis Escobar para Pausa, “a desembarazarse de
cierto academicismo para posicionarnos y charlar desde una perspectiva más
llana, si se quiere. Así, pretendemos revertir la dirección y partir desde el
lector y no desde el autor, cuando en definitiva es el primero el principal
destinatario no sólo de la literatura sino también de este tipo de encuentros”.
Para no sobrecargar con otras sorpresas, la forma en la que se craneó la
iniciativa desde el vamos se traduciría en la modalidad de talleres, charlas y
recitales de distinta índole: poéticos, narrativos y musicales.
Francisco Bitar, el autor de la premiada novela Tambor de arranque, estuvo presente en el Festival.
Habiendo sido partícipes de actividades como Poesía
elástica, el Filba y el propio Argentino de Literatura (que la semana próxima
comenzará su décima edición), los diagramadores comenzaron con los preparativos
allá por febrero, para ajustar con tiempo suficiente los invitados, las
locaciones y sobre todo, los ejes: el alejarse de los recortes críticos fue una
de las premisas de base para dibujar el perfil de la naciente propuesta, así
como también la de hacer a un lado los cánones y elevar a consideración a las
producciones regionales emergentes. Santa Fe fue elegida como núcleo del
paradigma litoraleño (tanto a nivel conceptual como metafórico, poético), y es
por ello que al conjunto de actividades las dieron en titular Festival de
Literatura de Santa Fe (Felisa).
El Centro Experimental del Color, salón, que ocupa una
esquina de la
Estación Belgrano , vio iniciar el primer Felisa el jueves
pasado cuando autores como Iosi Havilio y Selva Almada recitaron tramos de sus
obras, en los que se percibe una renovada manera de pintar los paisajes
provincianos modernos, sin perder el espíritu de la añoranza pero incorporando
nuevas formas del lenguaje, nuevos ritmos, nuevas situaciones y relaciones.
Lejos de oponerse a la oferta precedente, la organización del festival se
presenta como complemento y como reanudación de aquellos debates acunados en
otros ámbitos como el académico, en el que a veces no hay espacio como para
trascender los casos de referentes zonales como Juan L. Ortiz o Juan José Saer:
“quizás porque consideramos algo complicado que la mayoría de los lectores se
acerque a escuchar disertaciones críticas y demasiado letradas es que
proponemos un enfoque distinto, queremos recuperar al lector”, agrega Escobar.
Amén de lo importante que resulta el surgimiento y la
lectura de nuevos autores, hay deseos que lastimosamente no pueden escapar a
obstáculos tan descorteses como el mercado. A esta lucha se ha sumado ahora la
nueva camada de editores que, desde experiencias autogestivas que pregonan la
independencia y la unidad regional, se encomiendan a la promoción y edición de
nuevos autores locales. “Literatura, edición y circulación” fue el nombre que
se le dio a la mesa de debate en la que proyectos como la Revista Ñ (Buenos Aires),
Editorial Nudista (Córdoba) y Palabrava (Santa Fe), entre otros, expusieron e
intercambiaron entre ellos y con el público las transversalidades inherentes a
los corredores por los que deben transitar las nuevas literaturas: el abono de
derechos de autor, la elasticidad de los criterios de publicación, la
aceptación o no de subsidios y el cruce con otras esferas del arte fueron las
claves que allí comenzaron a desentrañarse.
La encuadernación y la composición fueron los verbos
trabajados durante los talleres que se ofrecieron durante las tres jornadas del
Felisa y a las que se sumaron veladas musicales acústicas desarrolladas en la Ochava Roma. Astro
Bonzo y Gustavo Angelini fueron los números más destacados que se encargaron de
abrochar los innumerables apuntes esbozados en vistas a la revalorización de la cultura en los ámbitos propios y el
alejamiento de la lógica de los bestsellers, esos productos que de la
literatura sólo imitan el soporte. Los orígenes y aquello que hemos hecho de
esos orígenes es de lo que da cuenta el nuevo quehacer literario, que encuentra
en el feedback con sus lectores la mejor argumentación así como también la
refutación más legítima.
Publicada en Pausa #135, miércoles 11 de junio de 2014
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