Una serie de libros infantiles busca visibilizar las
diferentes realidades que se viven en los hogares hoy: familias homoparentales,
subrogación de vientre y personalidades diversas.
La vida de Anita no parece muy distinta de la de muchos
otros niños y niñas. Va a la escuela, sale a pasear, le gusta jugar y compartir
tiempo con su familia. Anita dice ser feliz. Anita tiene dos mamás; y tiene
tíos, primos, abuelos y amigos.
Anita y sus dos mamás no pretende explicarles a los más
pequeños el por qué del amor entre dos mujeres que deciden traer una hija al
mundo. Y no lo explica porque no es necesario, porque en intentar explicar el
amor, se le ha ido la vida a poetas e intelectuales, a científicos y juristas.
Hay muchas cosas que están bien es un libro sobre bullying
que explica, con láminas y atractivos dibujos, que las diferencias están
bien. Y en ¿Cómo llegué a este mundo?,
una pareja de hombres le cuenta a su hijo que no llegó al mundo volando desde
París ni salió de un repollo, sino mediante la subrogación de vientre. Estos
títulos completan el trío de obras publicadas a fines de 2013 y recientemente
presentadas en nuestra ciudad, en un evento organizado por el Grupo de
Diversidad Sexual de la
Juventud Socialista y la Casa Socialista en
la librería Ferrovía.
Molinos de Viento es la editorial que crearon, en Buenos
Aires, Darío Fernández y Hernán Klein, un matrimonio que, en la búsqueda de
agrandar la familia, encontró en la literatura infantil un medio de desahogo,
contención y lucha. “Con Hernán estábamos en un proceso de subrogación de
vientre”, cuenta Darío, “viviendo una etapa muy difícil y complicada, que nos
generó mucho dolor, un dolor que de alguna manera necesitaba ser canalizado.
Creo que ese fue el puntapié inicial para comenzar, de modo inconsciente, a
sublimar tanta angustia: empecé a hacer dibujos, sólo para mi, fantaseando con
cosas que yo le diría a nuestros hijos, que yo consideraba que estaban bien,
para que el día de mañana sean adultos sin prejuicios”.
Esos bocetos creados por Darío, diseñador gráfico, durmieron
en el anonimato por algunos meses, hasta que un día, Hernán les mostró los
dibujos a algunos amigos, con quienes compartían el sueño de ser padres y a los
cuales habían conocido en la
Fundación Foro. La reacción fue unánime, todos sintieron que
eso era lo que estaban necesitando, que había que publicarlos. “En la angustia
de la espera por lograr nuestro deseo de ser padres, nuestro ánimo estaba cada
día peor, hasta que un día con Hernán nos plantemos ‘algo tiene que nacer ya’,
y así nacieron los libros”.
Nuestras familias
Una de las motivaciones que los llevó a encarar la creación
y publicación de estos libros, fue encontrarse con que en el mercado eran casi
inexistentes materiales donde se reflejaran diversas formas de familias.
“Cuando iniciamos todo ese proceso buscando ser padres entramos a formar parte
de ese grupo que funciona en la Fundación Foro , donde había otras parejas y
personas en el mismo camino”, explica Darío. “Ahí se debatía mucho qué cosas
estaban bien y qué cosas no, cuáles eran los valores que les íbamos a trasmitir
a nuestros hijos a partir de nuestra experiencia de habernos sentido en algún
momento diferentes. Los debates, además, iban desde el tipo de colegios a los
cuales debían ir nuestros hijos, el color de la ropa que utilizarían para no
condicionarlos, los tipos de juguetes con los que debían jugar y hasta los
libros que iban a leer. En ese momento empezamos a darnos cuenta de que no había
libros para niños que hablaran de familias como las que estábamos intentando
armar”.
Junto a su marido, Darío Fernández es uno de los creadores de Molinos de Viento, la editorial que pensó en los niños que no tenían libros.
Según el Censo de 2010, son 5.000 en nuestro país esas
familias. como la que Hernán y Darío buscan armar. Familias con hijos pequeños,
adolescentes y jóvenes que, aunque recién en los últimos años hayan obtenido un
poco más de visibilidad gracias a leyes como la de matrimonio igualitario,
existen desde hace mucho tiempo.
Los libros editados por Molinos de Viento, aunque están
dirigidos a un público infantil y usan palabras que los chicos pueden entender,
no tienen demasiados rodeos para decir las cosas. Sus historias no son fábulas,
no hay cigüeñas ni semillitas ni princesas.
En ¿Cómo llegué a este mundo?, por ejemplo, se habla
claramente de óvulos y esperma, llamando a las cosas por su nombre. Según
comentaron sus editores, estos tres primeros libros están orientados a explicar
el tema de las familias homoparentales, contando cómo son y cómo se conforman,
pero en un futuro la idea es plantear la diversidad familiar en todos sus
sentidos y no sólo desde lo que hace al colectivo LGBT.
Repercusiones
“El 6 de noviembre de 2013 los libros salieron de la
imprenta”, recuerda Darío. “Teníamos la casa llena de cajas e inmediatamente
surgió la pregunta: ¿y ahora qué hacemos con todos estos libros, a quiénes se
los vendemos? Nosotros pensábamos que podían llegar a ser de interés para
personas que estaban en nuestra situación y nada más. Al sábado siguiente,
justo se realizaba la Marcha
del Orgullo Gay en Buenos Aires, así que nos instalamos con nuestros libros en Plaza de Mayo, a ver
qué pasaba. Para nuestra sorpresa, mucha gente estuvo interesada en ellos, pero
lo que más nos sorprendió era que pasaban por el stand muchos docentes,
convocados por la consigna de ese año de la marcha, ‘Por una educación libre,
laica y gratuita’. Todos estaban muy
interesados en los libros ya que, según nos contaban, se estaban encontrando
con estas realidades en los colegios y no tenían material que los ayudara a
enfrentar estas situaciones. Con el correr de los días nos fuimos dando cuenta
que el sector docente era el que se mostraba más interesado en nuestros libros.
Algo bien habíamos hecho”.
La repercusión de la editorial crece día a día. Radios,
diarios y canales de Argentina, México, Chile, Colombia, han mostrado interés
sobre las temáticas que en sus publicaciones se abordan, ayudando a la
visibilización de las familias diversas en regiones y países donde todavía se
lucha para que sus derechos sean reconocidos.
“El contacto con medios de diferentes lugares, donde Hernán
era presentado como ‘mi pareja’ o como mi ‘compañero sentimental’ y no como mi
marido, nos llevó a reflexionar acerca de que si bien hay mucha más apertura
desde la aprobación del matrimonio igualitario en algunos países de Latinoamérica,
desde lo cultural y lo social todavía falta mucho, en especial en los países en
los cuales las personas LGTB aún no han logrado un reconocimiento pleno de sus
derechos. Creo que de a poco y paso a paso en algunas sociedades se va
avanzando. Nosotros estamos muy contentos de poder poner un granito de arena
para que nuestros hijos crezcan en una sociedad un poco mejor. Todavía hay
mucho por hacer, pero creo que todos los que estamos hoy acá, de una u otra
manera, lo estamos intentando. Sólo nos queda agradecer por eso”, finalizó
Darío.
Publicada en Pausa #130, miércoles 26 de marzo de 2014
Disponible en estos kioscos
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