Llega el día del niño y las opciones en rosa o en celeste
siguen dominando la escena. Los mensajes subyacen y configuran las infancias de
hoy a partir de los prejuicios de ayer.
Por Ileana Manucci
El Día del Niño o Día Universal del Niño y Niña es una
celebración recomendada por la Asamblea General de las Naciones Unidas para
conmemorar la fraternidad y la comprensión, y promocionar el bienestar y los
derechos de los niños del mundo. Cada país es libre de celebrarlo cuando
quiera, por lo que en Argentina suele ser en algún fin de semana de agosto,
según cuándo la
Cámara Argentina de la Industria del Juguete lo considere más oportuno.
Si estamos buscando algo para regalar y nos acercamos a la
vidriera o al interior de cualquier juguetería, podemos ver claramente
diferenciados los sectores para niños y niñas. La primera de estas diferencias
es a nivel cromático: tonos claros, pastel, con preponderancia del rosa, para
las niñas; y tonos más estridentes y llamativos, como el azul y el rojo, para
los varones.
Pero luego de pasar la barrera de los colores y comenzar a
indagar sobre cada producto, podemos develar claramente el tipo de actividades
sugeridas como apropiadas o correctas para cada género: las cocinitas, los
centros de lavado, los bebotes, los kit de maquillaje y de limpieza del hogar,
de un lado; y los autos, armas, deportes, juegos de ciencia y robots, del otro.
Y hasta en el rubro de juguetes que podríamos pensar más unisexs, como los
bloques de construcción, hoy vemos una clara diferenciación entre los géneros:
bloques para construir robots y castillos con dragones, versus bloques rosas
para construir castillos de princesas. Si a alguien no le quedaron claras las
diferencias, repase de nuevo la lista.
Daniela Peregrinelli es Profesora de Educación Especial,
Licenciada en Ciencias de la
Educación de la UBA y actualmente es directora
del Museo de Juguetes de San Isidro. En charla exclusiva con Pausa nos explica
un poco más acerca de las lógicas y estereotipos que subyacen a los juguetes.
“Los adultos tendemos a idealizar nuestra infancia, en la mayoría de los casos.
Y con esa idealización, se idealizan también los bienes relativos a la
infancia, principalmente los juguetes, y como cuando éramos chicos los juguetes
nos encantaban, la mayoría de las veces seguimos viéndolos con esa mirada
edulcorada, lo que nos dificulta tener una visión crítica de ellos”.
—La elección que hacemos de los juguetes para regalar a los
niños y niñas ¿es inocente?
—En general hay una mirada sobre el juego como algo “de por
sí bueno”, y de hecho el juego –depende cuál, porque hablar del juego en
general puede ser un poco simplificador también– es una de las actividades
humanas más sorprendentes por su naturaleza intrínseca de ser libre, creativa y
permitir cambiar de roles y aprender de esa experiencia, pero esa cualidad
pedagógica o liberadora de cierto tipo de juego no tiene por qué extenderse al
universo de los juguetes, que son bienes de consumo, están marcados por
estereotipos y son producidos dentro de una racionalidad mercantil, es decir,
responden a otras lógicas.
Qué regalar
Cada infancia, cada niño y cada niña, son diferentes, por lo
que no resultaría adecuado decir aquí cuál es el mejor juguete que se les puede
regalar. Pero sí, como adultos, debemos tomar conciencia de que al comprar
juguetes compramos una idea del mundo, una ideología y que por eso debemos
tener en cuenta cuál de esos modelos se quiere transmitir a los hijos o niños y
niñas que se cría o se ayuda a criar.
Es cierto que los más pequeños están constantemente
bombardeados por publicidades que los incitan a desear determinados objetos y,
muchas veces, los valores que esas imágenes les transmiten pueden ser distintos
a los que queremos enseñarles. Ante esto, es importante escuchar las peticiones
que los infantes hacen, pero no decirles que sí a todo. Juguetes violentos, que
no se ajusten a las edades de los pequeños, que fomenten las diferencias de
género, que no puedan ser compartidos por niños y niñas en los diferentes
ámbitos de juego donde a diario se encuentran, podrían ser algunos de los
criterios a tener en cuenta a la hora de comprar.
Los juegos de cocina o de tomar el té parecen vedados para niños y exclusivos para niñas. Una buena estrategia es romper esa barrera.
Por otro lado, en la ciudad podemos encontrar jugueterías y
librerías con artículos novedosos, que centran su oferta en juguetes didácticos
que fomentan la creatividad y el ingenio. Juegos de mesa, pequeños
laboratorios, valijas de arte, cuentos e historias con temáticas y gráficas
novedosas, entre otras cosas.
—¿De qué forma los
juguetes influyen sobre la configuración de nuestra personalidad y de las
expectativas de vida?
—En un sentido individual eso es casi imposible de
responder, porque precisamente cada persona va configurando su subjetividad en
función de todos los aspectos de su vida –explica Pelegrinelli–. Es decir, no
puede generalizarse. Lo que sí se puede analizar de manera más general es el
lugar que los juguetes ocupan socialmente, el valor social que se les da, qué
se fabrica, qué se compra y qué circula, para quizás poder saber más sobre los
imaginarios que esa sociedad tiene sobre los niños, niñas y el futuro. Es
decir, los juguetes ponen en circulación ideas, uno puede tratar de comprender
cuáles son, de dónde surgen, el derrotero de esa idea hecha juguete. Además,
entre los juguetes que se producen y la sociedad que los produce hay una suerte
de “acuerdo”. Es decir, no podemos responsabilizar a los juguetes del
estereotipo de género. Los juguetes más bien responden, y quizás ratifican o
cristalizan esos estereotipos, pero no los crean, al menos no ellos
autónomamente.
La cocinita para ellos
Según los sondeos hechos a nivel nacional, este año los
juguetes más requeridos son los relacionados a programas de televisión de moda,
como la aclamada Violetta; aunque la
Barbie y las más actuales Monster High la siguen muy de cerca
en cuanto a la preferencia de las niñas.
Para los varones,
entre los más buscados, junto a los clásicos metegol o mesa de ping pong, este
año aparecen Beyblade, unos modernos y sofisticados trompos, y Nerf, unas aparatosas metralletas. Además,
crece el pedido por parte de los infantes, y no tan infantes, de chiches
electrónicos como tablets, mp3, smartphones y consolas de juego.
Encontrar el juguete adecuado, que cumpla con los requisitos
de no ser violento ni sexista, puede no ser tarea fácil. Pero hay otra arista
que se puede tener en cuenta si la imaginación nos falla y terminamos
comprando, o les regalan, algún juguete muy comercial y estereotipado a
nuestros chicos y chicas.
Una fábrica de Suecia publicó el año pasado un catálogo de
juguetes en el que niños y niñas juegan juntos, adoptando roles que
tradicionalmente han sido asociados con el otro género. Allí se puede ver a
pequeños de ambos sexos en un set de peluquería, con telescopios, jugando con
una pista de autos y al cuidado de bebés y mascotas. Lo central parece estar
ahí, en poder resignificar lo que las lógicas comerciales intentan imponer y en
no delimitar las posibilidades de desarrollo de los niños y niñas a
determinadas áreas social y culturalmente impuestas como correctas y
esperables.
Publicada en Pausa #119, miércoles 14 de agosto de 2013
Disponible en estos kioscos
No hay comentarios:
Publicar un comentario