Por Gastón Chansard
Todavía están muy frescas las imágenes del chino que
representó al tenis de mesa argentino, de las grandes alegrías que llegaron con
el remo, de los muchachos del handball, del gran grupo ganador de pelota, del
seleccionado de hockey masculino y otras tantas disciplinas que llenaron de
emoción, satisfacción y orgullo al deporte nacional.
La segunda quincena de octubre en Guadalajara fue una
excelente muestra para saber dónde estaba ubicado el deporte que menos miramos,
ese que no tiene a Messi, tampoco a Ginóbilli ni a Del Potro. Es el deporte que
aparece cada cuatro años: primero hace una pequeña aparición en los
Panamericanos y después se gana largas horas de televisión cuando llegan los
Juegos Olímpicos. Este es el deporte en el que rinden exámenes los deportistas
y los funcionarios estatales, por eso en México la lupa estaba puesta más que
nunca, ya que el Estado argentino había apostado unos billetes más en nuestros
deportistas. La puesta en marcha del Enard (Ente Nacional de Alto Rendimiento
Deportivo) fue una muy buena inversión política que se transformó en económica
para los deportistas. Con este organismo en funcionamiento desde abril de 2010,
los verdaderos actores del deporte por primera vez no llegaron a una
competencia con una cadena de pedidos y pase de facturas al gobierno.
Hace un mes atrás, en este mismo espacio deportivo de Pausa,
destacábamos la actuación albiceleste y también informábamos sobre algunos
números que ayudan a entender el crecimiento: en los períodos 2010-2011, el
ente insufló un presupuesto total de $105.781.467. Se discriminan de la
siguiente manera: $ 29.159.120 en becas para 1063 atletas y 476 jóvenes
promesas; $ 64.868.019 de respaldo para la participación en competencias
internacionales; $2.125.582 en elementos para entrenamiento; $2.343.491 para la
organización de certámenes en nuestro país; $5.985.475 en becas de
perfeccionamiento para técnicos y entrenadores y $ 1.299.779 para cobertura
médica.
En esto de reconocer los logros, en la figura del pibe Brian
Toledo (lanzador de jabalina) se sintetiza el valor del deporte social. Este
chico que se crió en un barrio pobre de Marcos Paz (tercer cordón del conurbano
bonaerense), descubrió en su adolescencia la jabalina y los Juegos Juveniles
Bonaerenses lo encarrilaron al camino del éxito.
Números deportivos
La delegación nacional superó con holgura las expectativas
desde lo meramente estadístico, ya que casi duplicó la cantidad de preseas
doradas cosechadas en Río de Janeiro 2007 (21 contra 11), y subió un puesto en
el medallero general, del octavo al séptimo puesto. “Vamos a disputar entre el
sexto y el octavo lugar”, dijo Claudio Morresi, secretario de Deporte de la
Nación, en una entrevista con Télam semanas antes de los Panamericanos.
Siguiendo con los números, fue más importante todavía la
diferencia lograda sobre el octavo (Venezuela, con 12) que la registrada con el
sexto, Colombia, que llegó a 24 empujado por unas pocas disciplinas a las que
apuesta con firmeza (ciclismo y patín sobre el resto, deportes que, a la vez,
entregan una cantidad numerosa de medallas).
Liu Song emocionó con su medalla dorada en Ping Pong. A su lado, el taekwondista Sebastián Crismanich levanta la presea y el doble de remo femenino alza los brazos de la victoria.
Las medallas en total se dividieron de la siguiente manera:
21 de oro, 19 de plata y 35 de bronce, 75 en total. Podrían haber sido tres más
de oro con deportes muy caros al sentimiento nacional (fútbol, hockey sobre
césped femenino y rugby en versión seven), donde todos apostaban a lo más alto
del podio, lo que hubiese generado la satisfacción de alcanzar en el oro a los
colombianos.
El esfuerzo que se hizo desde el Comité Olímpico Argentino
(COA) en los últimos tiempos se vio reflejado en las posibilidades con que
llegaron a México atletas de disciplinas que, por no ser las que se practican
masivamente en el país, a través de los años han sobrevivido gracias a la
estoica perseverancia de sus propios protagonistas. De las 21 medallas doradas
que la Argentina obtuvo, una abrumadora mayoría de ellas provino de actividades
que venían de largo compitendo internacionalmente más como podían que como
debían. En calidad de visitante, nuestro país logró en Guadalajara la tercera
cosecha más importante de la historia de los Panamericanos, detrás de México
1955, con 28 medallas doradas, y Winnipeg 1999, con 25.
El futuro que ilusiona
Con Guadalajara 2011 el deporte olímpico argentino cierra un
buen año, donde el banco de pruebas dio resultados positivos. Ahora llega la
etapa más esperada, la recta final donde todo se pone a punto para aterrizar a
los trigésimos Juegos Olímpicos en Londres. El año próximo será una oportunidad
para ratificar algo más importante que el número de medallas: el apoyo al
deporte amateur, que es toda una invitación a que los jóvenes se involucren en
las disciplinas.
“El balance es muy positivo. Se marcó un piso de donde
partir para soñar con cosas grandes a partir de Toronto 2015 o Río de Janeiro
2016, cuando haya una continuidad”, opinó cuando finalizó el Panamericano el
secretario general del Comité Olímpico Argentino (COA), Mario Moccia.
A celebrar por las medallas obtenidas, a celebrar por el
paso hacia adelante, a celebrar porque hay futuro, a celebrar porque el deporte
argentino volvió a tener un plan, y ya se sabe que cuando algo se planea, en
algún momento los resultados llegan.
Publicada en Pausa #88, miércoles 7 de diciembre de 2011
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