MEDIOS VENENO POBREZA BARBIJOS BRUSA DERECHA AGROQUÍMICOS DESAGÜES HAMBRE DEMOCRACIA DESOCUPACIÓN REUTEMANN JUICIO LESA HUMANIDAD ELECCIONES AUTOGESTIÓN PROGRESISMO SEGURIDAD DERECHOS CRISIS GRIPE A MIEDO DENGUE PREVENCIÓN BINNER DICTADURA KRAFT MARADONA MODELO SIDA LLUVIA UNIÓN CIVIL K EDUCACIÓN SEXUAL TAMIFLÚ
sábado, 26 de diciembre de 2009
domingo, 20 de diciembre de 2009
De Navidad y de Juguetes… Guía práctica para Padres (versión 2009)
Por Virginia Torres (Ludoeducadora)
www.vicutia.blogspot.com
Es tradicional que en navidad regalemos juguetes a los niños. Esta situación agradable y positiva en principio puede convertirse en un foco de conflictos: excesos de gastos, indecisión acerca del juguete más apropiado, demandas excesivas de los niños, bombardeo publicitario, etcétera. Así como publicamos el año pasado la “Guía Practica para ir a la Juguetería”, a continuación daremos unos consejos para reflexionar sobre juguetes y regalos y no quedar a merced de la rapidez del consumo navideño.
Somos los adultos los que tenemos aún la opción (y el deber) de poder elegir conscientemente y ofrecer a los pequeños materiales de juego y juguetes que, en vez de enseñarles a consumir pasivamente, los acompañen durante su niñez a jugar activamente. La elección de un juguete no es cosa de niños, es una responsabilidad de los adultos. El arte está en dar en el clavo con lo que necesitan, que muchas veces no es lo que piden, no es lo más publicitado, ni lo más caro. Aquí va una lista de recomendaciones a tener en cuenta.
a) Primero, acuérdese de que el vendedor no es un especialista en juego y niños, sino un empleado que debe vender los productos del mercado juguetero, como cualquier comerciante.
b) No se deje llevar por lo que le compran a otros niños, piense en los suyos y pregúntese: ¿con qué lo he visto jugar últimamente? ¿Qué objetos de mi casa la llaman la atención? ¿Tiene juegos para compartir con otros niños? Observe al niño: ¿lo podrá agarrar, embocar, contar, escribir, saltar, etcétera)? ¿Le gusta manipular materiales o le gusta jugar con su cuerpo? ¿Qué espacio tiene para jugar en su casa?
c) El juguete sirve para jugar, no para aprender. No hay que estar obsesionado en que el chico aprenda. Al decir de José Linaza: “un juego es un juguete porque sirve para jugar y, a veces, los denominados juguetes didácticos tienen mucho de didácticos pero poco de juguete”.
d) Piense que el juguete siempre corresponde a una intención del adulto. Mientras recorre las estanterías reflexione: ¿el juego está acorde con los valores que usted quiere transmitirle?
e) Asegúrese que el juguete es apropiado para la edad del niño a grandes rasgos, sin fiarse de las clasificaciones impresas en los envases (“de 0 a 3 años”, por ejemplo) ya que son clasificaciones hechas en otros países de acuerdo a estándares prefijados que muchas veces no concuerdan con su niño.
f) Recuerde que no existen juguetes para nenes y juguetes para nenas, hay que escapar de la lógica sexista. Los juguetes son objetos que no tienen sexo y la actividad lúdica no determinará el rol sexual del niño en el futuro
g) Evite los juguetes muy sofisticados, ya que restringen la participación del niño. En los juguetes tecnológicos todas las acciones y sonidos son ejecutados por el juguete: muñecos que caminan, lloran, hablan, perros que ladran, autos que se mueven solos… Es decir, todo lo que hace el juguete no lo puede hacer el niño en su juego. No olvide que el verdadero protagonista del juego debe ser el niño no el juguete.
h) No espere hasta el último día: las novedades y los más baratos se agotan y los precios se disparan.
i) Recuerde: los memorables juegos tradicionales siguen existiendo y son especiales para seguir disfrutando en familia y con amigos: los barriletes, las bolitas, la perinola, las cartas… Si los niños ya no juegan con ellos no es porque no les interesen, sino porque los adultos hemos dejado de ofrecérselos.
j) Recuerde también que los libros de cuentos también pueden ser un juguete, si lo pensamos independientemente de la edad del niño y del trabajo escolar. En un cuento existe la ficción, se puede jugar a pasar las hojas, deleitarse con las imágenes y escuchar un adulto contar de otros mundos posibles.
k) Una mascota requiere mucha dedicación y responsabilidad. Antes de regalar un animal a un niño, piense si la familia realmente está preparada para hacerse cargo de él.
l) El teléfono celular es un medio de comunicación entre las personas cuando no están en su hogar: no es un juguete.
ll) Si no se halla el juguete indicado en los negocios, ni en las ferias, se abre la posibilidad de un regalo personalizado: un regalo hecho por usted que sólo exige de su tiempo y creatividad y que puede resultarle más barato. Puede ser un objeto hecho por sus propias manos o puede consistir en un set de juegos con diferentes cosas que hayamos encontrado en diferentes lugares. Por ejemplo: “una caja de artista”, llenando una caja con crayones, temperas, pinceles y más.
m) No olvide que el juguete no es más que un objeto para jugar: lo que importa es la actividad que se realice con el. Los niños juegan para divertirse y el mejor regalo que les podemos hacer los adultos es ofrecerles espacio y tiempo para jugar con ellos.
Con estas recomendaciones de entrada, estará mejor preparado para cuando se acercan las fechas navideñas, cuando los pequeños de la casa se frotan las manos y comienzan, impacientes y con gran ilusión, a escribir la larga lista de juguetes que desean recibir en el arbolito.
Somos los adultos los que debemos enseñar a los más pequeños a equilibrar el consumo y los caprichos, a través de fijar límites y dar el ejemplo. Debemos tener en cuenta, además del escaso presupuesto, algo confirmado por los psicólogos: que el exceso de juguetes mata la fantasía y produce aburrimiento.
Una forma posible es empezar a limitar el número de juguetes que pueden pedir en su cartita. Si piden todo lo que ven y se le compra todo lo que piden dejarán de valorar lo que se les da y propiciaremos que se dejen llevar por sus caprichos. Si les fijamos un número limitado de juguetes aprenderán a seleccionar y apreciar cada cosa que pidan. Por ejemplo: un juguete viene de la casa de los abuelos, y otro de casa. ¿Al fin y al cabo, puede un niño desear profundamente más de dos juguetes? Al principio pueden embarullarse con muchos juguetes, pero luego sólo pueden prestar atención a uno o dos. ¿Quién dijo que en cada casa de cada familiar tiene que haber un regalito para el mismo niño?
¿Alguna vez se preguntaron qué pasa si el niño no recibe lo que pidió? Si el niño disfruta de un momento en familia y del amor de sus familiares, no estará aferrado a las cosas, y entenderá que a veces no se puede tener lo que uno quiere. Pedir regalos a Papa Noel sirve para soñar y desear, los niños deben aprender que en la vida los sueños no existen necesariamente para ser cumplidos, sino para seguir soñando.
Navidad no es sólo los regalos, los adultos cada 25 tenemos la oportunidad de transmitir el espíritu de fiesta, enseñar a compartir, a celebrar y regalar ilusiones. Esto implica sostener una tradición más allá del juguete que reciban, más allá del mundo de las cosas.
Para finalizar es preciso considerar que la navidad de un niño es la que nosotros le enseñamos. Podemos hacerles ver que la cantidad de cosas que poseen no son todas necesarias y que la navidad implica algo más importante que tener más juguetes nuevos: compartir con otros lo que tienen. En otro lugar de la ciudad, hay otros niños que no tienen mucha suerte con Papá Noel, así que invitemos a los niños a la aventura de ayudar a Papá Noel a llegar hasta allí con los juguetes que podamos donar.
DATO:
Clasificación de los juguetes del mercado según las edades, seguridad, accesibilidad y dimensiones:
De 0 a 2 años: móviles, juguetes sonoros, juguetes con luces, gimnasios, juegos de piezas encajables, pata-pata, muñecos de arrastre, baldecitos apilables, peluches con diferentes texturas, organitos, pelotas, columpios, pinturitas…
De 2 a 3 años: triciclos, coches, palas, cubos, construcciones, encastres, puzzles, instrumentos musicales, plastilinas, pinturas, muñecas, vestidos, cunas, cochecitos, sillitas, teléfonos de juguete.
De 3 a 5 años: animales de plástico, mecanos, muñecos grandes, pizarras, autos, camiones, cuentos, disfraces, marionetas, casitas, maletas educativas, herramientas, carritos de muñecas, pizarras mágicas, juegos de arena y agua, libros, juegos de memoria, de asociación…
De 6 a 8 años: rompecabezas simples, disfraces, juegos de mesa simples, muñecas con complementos, juegos de manualidades, de destreza, juegos de pinturas, juegos de deportes, patinetas, coches teledirigidos, dinosaurios, muñecos pequeños, objetos para coleccionar, etc.
Más de 8 años: rompecabezas complejos, maquetas, juegos sobre naturaleza, cuerpo humano, química o magnetismo, globos terráqueos, enciclopedias, juegos electrónicos manuales, kits de construcción compleja, juegos de ingenio, juegos de estrategia, juegos de sociedad, o de magia.
sábado, 19 de diciembre de 2009
2000-2009: la historia de una nueva década perdida
Un pormenorizado repaso por los últimos y convulsionados 10 años de la Argentina, desde el fracaso aliancista y los días de diciembre de 2001 al resurgimiento cultural y social de un nuevo conservadurismo agroexportador.
Por Luciano Alonso (*)
¿Cuándo comienza y termina una década? La respuesta es obvia en el calendario, no en la historia de un país. En cada dimensión de lo social se pueden postular periodizaciones diversas. La década que suponemos concluye ahora podría empezar con el gobierno de Fernando de la Rúa, o con la fractura política y social de 2001, o incluso con la modificación de los términos de intercambio del comercio internacional y el incremento del precio de las materias primas que posibilitaron la salida de la crisis económica hacia 2002-2004. Pensar el momento actual en su relación y distinción con el decenio de Carlos Menem quizás facilite un acercamiento global. Por un lado, entre 2000 y 2009 se desplegó una suerte de década post-menemista en la que se buscaron nuevos equilibrios y aparecieron otros protagonistas. Por el otro, los modos de gestión pública y las formas sociales y culturales afianzadas durante los ‘90 gozan de buena salud.
Al asumir el 10 de diciembre de 1999 el gobierno de la Alianza –tan heterogéneo en su composición como el propio peronismo– se presentó a sí mismo como el portador de una reforma moral de la política y de una administración tecnocrática eficiente que evitaría los sobresaltos en un marco internacional en el que ya estallaba la “burbuja bursátil”. No cumplió ni una ni otra promesa. La primera naufragó cuando Carlos Chacho Álvarez renunció a la vicepresidencia en medio del escándalo por la compra de votos en el Senado, respecto de un tema en el que De la Rúa seguía los pasos de flexibilización laboral de la gestión anterior. Lejos de ser una cuestión individual, la actitud de Álvarez expresó una disconformidad profunda de parte de las clases medias y de la propia militancia aliancista con los modos políticos del conservadurismo radical. Tampoco se evitó la inestabilidad económica, no sólo por el lastre financiero de la deuda externa en una coyuntura mundial desfavorable sino muy principalmente porque el gobierno trató de integrar a todos los sectores del gran capital y eso limitó sus posibilidades de maniobra. Sin un programa de reforma económica a favor de las mayorías populares, pero asimismo imposibilitado de salvar la rentabilidad de algunos capitales a costa de otros, la experiencia aliancista se perdió en una sucesión de intentos acordados con los grandes actores financieros internacionales que insistían en las políticas neoliberales más crudas.
La agudización de la crisis social endémica llevó al estallido de diciembre de 2001. Contra las visiones ingenuas que proclaman una suerte de “situación revolucionaria” hay que recordar que, si bien cayó un gobierno, las estructuras del Estado nunca se encontraron en peligro, aunque necesitaran imponerse a los tiros. Como expresión de los actores emergentes que pusieron en cuestión al sistema político, lo que la movilización dejó en claro como novedad fue la reconfiguración de las fuerzas sociales y la capacidad de la presión popular. Pero en ella no sólo se hicieron presentes agrupaciones territoriales y sectores acicateados por el hambre, sino también las típicas maniobras de presión del peronismo y el funcionamiento de los vínculos que unen a las fuerzas policiales con un universo de mediadores de la más variada naturaleza.
Nacidas en la década menemista, las agrupaciones piqueteras se presentaron como un actor movilizador de primer orden que rompió con la idea de que los desocupados no son representables y no pueden organizarse. Al contrario de la efímera protesta cacerolera de las clases medias capitalinas, lograron una implantación territorial cada vez mayor. Por su parte, se consolidó la Central de los Trabajadores Argentinos (CTA) –en un proceso que aún hoy continúa erosionando los feudos sindicales de la Confederación General del Trabajo (CGT)– y se afianzaron en distintos lugares delegados clasistas. Al calor de la crisis, las empresas recuperadas mostraron las posibilidades de la autogestión y de las nuevas formas de lazo social. En una serie de procesos interconectados, fue surgiendo un nuevo tipo de movimiento obrero como expresión social de un “trabajador colectivo” más que de los clásicos y menguantes trabajadores manuales industriales.
Sin embargo, frente al embate popular las agencias dominantes mostraron una alta capacidad de reacomodamiento. La crisis del sistema de partidos no puede ser confundida con una crisis del Estado, que no resignó su capacidad de control social y continuó articulando exitosamente la dominación capitalista. Entre diciembre de 2001 y mayo del 2003 el peronismo se fue reinventando a sí mismo, abarcando una vez más a casi todo el arco político nacional, traccionando a sectores radicales, liberales y conservadores hacia un nuevo modelo de competencia electoral. Ni siquiera la izquierda tradicional fue ajena a esas influencias, como lo muestran los posteriores desgarros y vaivenes del Partido Comunista. En el pico más profundo de la crisis, la política asistencial aseguró niveles mínimos de subsistencia y las estrategias oficiales frente al movimiento piquetero contribuyeron a su diversificación y fragmentación.
Tras el período de estabilización y cogobierno del 2002, el acceso de Néstor Kirchner a la presidencia se asentó en el peso electoral del peronismo bonaerense, en unas elecciones marcadas por la derechización de las opciones encarnadas en tres candidatos justicialistas y tres candidatos post-radicales. Aprovechando los acuerdos legados por las componendas de Eduardo Duhalde, el temor a un resurgimiento del menemismo y su propia presentación como exponente de una generación distinta, Kirchner intentó primeramente una construcción política “transversal” que se suponía podría conformar un polo progresista y ofrecer una alternativa a las clases populares en su más amplio espectro. El proceso de estabilización económica iniciado con Duhalde y una coyuntura internacional excepcionalmente favorable afianzaron su gestión, pero pronto se le presentó el dilema de cómo independizarse de la tutela duhaldista y, al mismo tiempo, evitar los peligros de su oposición. La muerte del proyecto de transversalidad, el refugio en el más rancio aparato justicialista y los acuerdos con los poderes provinciales fueron la salida más segura.
Desde el gobierno nacional no se promovieron procesos de transformación profunda ni durante el mandato de Kirchner ni con la elección de su esposa Cristina Fernández para el siguiente período presidencial. En la base de las estrategias económicas continuaron los mismos factores que caracterizaron al neoliberalismo anterior: promoción de los intercambios en función de las tendencias autorreguladas del mercado, preocupación por los costos de producción y la calificación del trabajo, facilitación de la acumulación de capital y de los flujos financieros. El modo general de intervención del Estado en la economía no cambió y se privilegió la conformación de un fondo anticíclico. Así como Menem había garantizado un colchón financiero con el remate de las empresas estatales y De la Rúa lo buscó infructuosamente con “blindajes” de préstamo exterior, Kirchner pudo establecerlo gracias al extraordinario aumento de la renta agraria y a la estabilización de los ingresos impositivos. Esa autonomía relativa se apoyó en un nuevo contexto latinoamericano, en el cual la articulación con el Mercosur original y luego con Venezuela aportó una mayor capacidad de negociación.
El superávit en las cuentas públicas no puede ocultar tanto la voluntad de regularizar los pagos de la deuda externa como la carencia de cualquier plan estratégico de desarrollo. En lo primero se saldaron las menores pero simbólicamente importantes deudas con el Fondo Monetario Internacional y se acordaron recálculos de mucha importancia con acreedores extranjeros, saliendo de la cesación de pagos a la que se había llegado en 2001. Lo segundo se evidenció en la implantación del “modelo sojero” por la simple elección de los actores económicos agropecuarios de acuerdo a sus criterios individuales de rentabilidad y a la lógica de la concentración capitalista del sector. Los excedentes de la renta agraria no fueron reorientados hacia la industrialización o la infraestructura y se trató de echar mano de ellos con evidente tardanza. Las explotaciones mineras y petrolíferas se acercaron más a un modelo colonial de extracción predatoria que a un proyecto social y medioambientalmente viable. La eliminación del sistema de fondos de pensión fue –más que parte de un proyecto social– el simple resultado de la confluencia de la presión sindical en materia previsional, de la falta de entusiasmo de las AFJP en la defensa de un mecanismo de inversión que era puesto en riesgo por las fluctuaciones de las tasas de ganancia y del interés estatal en disponer de una reserva financiera de importancia. Si en Argentina hubo un “piloto automático” para la economía luego del menemismo, éste no retornó de la mano de los neoliberales típicos sino paradójicamente de aquellos que discursivamente se presentan como opuestos.
Como en toda competencia entre agentes capitalistas la dinámica económica supuso la puja entre fracciones que encontraron apoyos desiguales en el gobierno nacional y en las coaliciones provinciales. Inevitablemente, los desequilibrios de las relaciones de poder y la capacidad de algunos sectores para obtener rentas extraordinarias generaron tensiones respecto de la apropiación y distribución de esos recursos, sobre todo cuando la modificación progresiva del contexto mundial y las tensiones sociales acumuladas impusieron algunas reorientaciones en materia fiscal. En 2008 esto se expresó en el conflicto de intereses suscitado a raíz del aumento de las retenciones a las exportaciones de diversos productos agropecuarios. La situación fue mutando frente a la lógica de los acontecimientos, pero el aspecto más llamativo del proceso fue sin duda la definición como “el campo” de un amplísimo abanico de productores agropecuarios, de los pequeños arrendatarios y propietarios a los grandes latifundios de capital corporativo, de los productores de leche y pollos a los de soja y girasol. Esa discursividad fundante de lo social provino tanto de los conglomerados mediáticos y de las entidades ruralistas como de muy distintos grupos políticos –empezando por la derecha más retrógrada y terminando en partidos de izquierda con estrategias insólitas– y en definitiva del propio gobierno, que con una lógica absolutamente contraria a la de la vieja máxima “divide y reinarás” unificó los intereses económicos egoístas de actores agropecuarios segmentados, mediante una política impositiva regresiva durante los cinco años anteriores.
Hacia julio de ese año la debilidad de las posiciones del gobierno se acrecentó, mientras las entidades ruralistas gozaron de una relativa hegemonía en el campo político y cultural, concitando el apoyo de las clases medias urbanas. Cuando Ignacio Copani cantó sobre las “cacerolas de teflón” y se ganó la animadversión macartista de medios de comunicación y señoras paquetas, simplemente registraba la volubilidad de amplios grupos sociales que ya habían abandonado a los piqueteros como potenciales aliados, votaban a Macri en la ciudad de Buenos Aires y se tragaban las operaciones informativas más delirantes. Sin capacidad para generar una verdadera participación popular y sólo apelando a imágenes míticas del primer peronismo para movilizar a sus seguidores, el gobierno de Fernández de Kirchner asistió a una gran derrota parlamentaria cuando los senadores (y el vicepresidente) rechazaron la polémica disposición sobre las retenciones. A partir de allí, el escenario político se volvió otra vez volátil y el Poder Ejecutivo nacional vio erosionada su capacidad de conducción.
Pese a la continuidad de un modelo económico sujeto a la situación semiperiférica y afín a los dominantes en el plano internacional, los gobiernos justicialistas de la década se caracterizaron por una mayor apertura que los anteriores en cuestiones sociales y culturales. En el plano social, se produjo tempranamente una conversión de los planes “Trabajar” en los “Jefes y Jefas de Hogar” destinados a asegurar la satisfacción de algunas necesidades mínimas. Bajo el kirchnerismo, el crecimiento del empleo posibilitó el progresivo abandono de los planes de empleo o asistencialidad, cuyo impacto real en el presupuesto nacional y en el consumo popular fue decayendo lenta pero inexorablemente. El subsiguiente plan “Familias” languideció en montos similares a los de varios años antes, hasta que en 2009 el deterioro de la calidad de vida de los sectores populares volvió a ser motivo de preocupación y el gobierno impulsó la asignación universal por hijo hoy vigente.
Los debates en torno a los planes sociales evidenciaron a lo largo de toda la década un verdadero odio de clase por parte de los sectores medio-altos respecto de los sectores populares. En el momento duhaldista, las críticas liberales y conservadoras a esas asignaciones ni siquiera se dignaban a evaluar el afianzamiento del orden social que posibilitaba esa mínima distribución. Tanto entonces, como después, se insistió en la identificación mediática de los “piqueteros” como principales beneficiarios de esas ayudas, pese a que las organizaciones territoriales sólo controlan el 10% de los planes y que su aplicación a huertas y talleres comunitarios multiplica sus efectos. Más recientemente, la oposición a la asignación universal por hijo ni siquiera se pregunta si no es absolutamente lógico que el Estado pague por ello a los desocupados, de la misma manera que hace 60 años que paga a los trabajadores en blanco los salarios familiares. Como suele suceder en la historia del capitalismo, los propietarios no perciben claramente que la distribución de algunas migajas asegura la paz social que no se merecen.
En el plano cultural, se presentó una verdadera recuperación de la televisión pública, una política de promoción de la lectura y un intento de revisar las deficiencias del sistema educativo, aunque esto último sin mayores éxitos concretos. La confrontación con los oligopolios comunicacionales, por los motivos que fueran, alimentó la discusión pública y posterior aprobación de una ley de medios audiovisuales que abre las puertas a vías de comunicación alternativas. En un contexto mundial de dominación espectacular a través de instrumentos tecno-estéticos, la nueva ley de medios no podrá escapar a la lógica del capital ni revertir la hegemonía comunicacional conservadora, pero con seguridad supone la mejor versión del progresismo que el gobierno nacional pretende representar.
Respecto de las políticas de derechos humanos la década presentó una deriva que en general fue siempre en el sentido de una institucionalización estatal de las memorias de la represión y de la promoción de juicios que repararan los agravios cometidos. Desde los últimos días del menemismo se comenzó a percibir un viraje que arrancó con la creación por Duhalde de la Comisión Provincial por la Memoria en la provincia de Buenos Aires, pasó por su consolidación con Ruckauf, una tímida apertura judicial con De La Rúa y luego la afirmación de esa línea con las presidencias de Duhalde y Kirchner. Con este último la aceptación por el Estado de algunos de los reclamos históricos del movimiento de derechos humanos dio lugar a intervenciones monumentales, programas de difusión y una política sostenida de promoción de los juicios. Acontecimientos como la desaparición de Jorge Julio López, la falta de unificación de las causas o los usos demagógicos de la temática –como la equiparación por Cristina Fernández de la desaparición de personas con la televisación privada del fútbol profesional– ponen en cuestión el compromiso del gobierno en la materia y hacen posible que los “derechos humanos” se conviertan en un significante vacío, que cada sector puede llenar en función de la construcción de hegemonías. Como resultado final de ese proceso de asunción estatal de ciertas reivindicaciones y olvido de otras, el movimiento argentino por los derechos humanos se dividió cada vez más profundamente y en algunos casos se confundió con las agencias estatales.
En la actualidad el escenario político nacional se muestra como un campo de fuerzas extremadamente fragmentado. Desde esa perspectiva el presente puede ser interpretado como el momento de un equilibrio inestable, en constante reconfiguración pero al mismo tiempo garante de la acumulación de capital acorde a un modelo semiperiférico. Al mismo tiempo, la presencia de la matriz liberal condiciona nuestro pensamiento; somos incapaces de generar nuevos modos de imaginar lo social. Con seguridad que las dádivas de un gobierno populista pueden restañar las necesidades masivas mejor que las variadas oposiciones de la derecha pura y dura o que los liberales radicales y socialistas fijados en un horizonte de “calidad institucional” abstracta o hasta ficticia. Pero ni en unos ni en otros se aprecia una salida hacia la construcción de instituciones democráticas y populares o hacia un modelo económico-social más equitativo. Frente a esos bloques dominantes y en una posición marginal, las izquierdas tradicionales o renovadas tampoco son capaces de ofrecer alternativas de masas. Los ejemplos de Bolivia y Venezuela –muy diversos pero ambos revulsivos para el establishment nacional y global– parecen excesivamente lejanos.
Hace algún tiempo se extendió la idea de que los años ‘80 habían sido para los latinoamericanos una “década perdida”, debido a las crisis económicas y las incapacidades de las nuevas dirigencias. Las “transiciones a la democracia” de ese entonces habían prometido un desarrollo que luego se frustró. En una consideración global de la década que termina, podríamos preguntarnos si en el panorama nacional no cabe el mismo calificativo. La apertura de los años 2000 con la crisis de la política menemista y la emergencia de la movilización popular sugería un horizonte de transformaciones sociales. Su cierre con la movilización ruralista marca la conformación de nuevas configuraciones de fuerzas, que se orientan a la continuidad de la dominación capitalista. Entre las luchas en la ciudad de Buenos Aires el 19 y 20 de diciembre de 2001 y el acto del Rosedal de Palermo el 10 de diciembre de 2009 hay no sólo un abismo social, político y cultural, sino sobre todo la historia de un fracaso, que merece ser analizada para enfrentar los nuevos tiempos.
(*) Historiador, docente e investigador de la Universidad Nacional del Litoral.
Por Luciano Alonso (*)
¿Cuándo comienza y termina una década? La respuesta es obvia en el calendario, no en la historia de un país. En cada dimensión de lo social se pueden postular periodizaciones diversas. La década que suponemos concluye ahora podría empezar con el gobierno de Fernando de la Rúa, o con la fractura política y social de 2001, o incluso con la modificación de los términos de intercambio del comercio internacional y el incremento del precio de las materias primas que posibilitaron la salida de la crisis económica hacia 2002-2004. Pensar el momento actual en su relación y distinción con el decenio de Carlos Menem quizás facilite un acercamiento global. Por un lado, entre 2000 y 2009 se desplegó una suerte de década post-menemista en la que se buscaron nuevos equilibrios y aparecieron otros protagonistas. Por el otro, los modos de gestión pública y las formas sociales y culturales afianzadas durante los ‘90 gozan de buena salud.
Al asumir el 10 de diciembre de 1999 el gobierno de la Alianza –tan heterogéneo en su composición como el propio peronismo– se presentó a sí mismo como el portador de una reforma moral de la política y de una administración tecnocrática eficiente que evitaría los sobresaltos en un marco internacional en el que ya estallaba la “burbuja bursátil”. No cumplió ni una ni otra promesa. La primera naufragó cuando Carlos Chacho Álvarez renunció a la vicepresidencia en medio del escándalo por la compra de votos en el Senado, respecto de un tema en el que De la Rúa seguía los pasos de flexibilización laboral de la gestión anterior. Lejos de ser una cuestión individual, la actitud de Álvarez expresó una disconformidad profunda de parte de las clases medias y de la propia militancia aliancista con los modos políticos del conservadurismo radical. Tampoco se evitó la inestabilidad económica, no sólo por el lastre financiero de la deuda externa en una coyuntura mundial desfavorable sino muy principalmente porque el gobierno trató de integrar a todos los sectores del gran capital y eso limitó sus posibilidades de maniobra. Sin un programa de reforma económica a favor de las mayorías populares, pero asimismo imposibilitado de salvar la rentabilidad de algunos capitales a costa de otros, la experiencia aliancista se perdió en una sucesión de intentos acordados con los grandes actores financieros internacionales que insistían en las políticas neoliberales más crudas.
La agudización de la crisis social endémica llevó al estallido de diciembre de 2001. Contra las visiones ingenuas que proclaman una suerte de “situación revolucionaria” hay que recordar que, si bien cayó un gobierno, las estructuras del Estado nunca se encontraron en peligro, aunque necesitaran imponerse a los tiros. Como expresión de los actores emergentes que pusieron en cuestión al sistema político, lo que la movilización dejó en claro como novedad fue la reconfiguración de las fuerzas sociales y la capacidad de la presión popular. Pero en ella no sólo se hicieron presentes agrupaciones territoriales y sectores acicateados por el hambre, sino también las típicas maniobras de presión del peronismo y el funcionamiento de los vínculos que unen a las fuerzas policiales con un universo de mediadores de la más variada naturaleza.
Nacidas en la década menemista, las agrupaciones piqueteras se presentaron como un actor movilizador de primer orden que rompió con la idea de que los desocupados no son representables y no pueden organizarse. Al contrario de la efímera protesta cacerolera de las clases medias capitalinas, lograron una implantación territorial cada vez mayor. Por su parte, se consolidó la Central de los Trabajadores Argentinos (CTA) –en un proceso que aún hoy continúa erosionando los feudos sindicales de la Confederación General del Trabajo (CGT)– y se afianzaron en distintos lugares delegados clasistas. Al calor de la crisis, las empresas recuperadas mostraron las posibilidades de la autogestión y de las nuevas formas de lazo social. En una serie de procesos interconectados, fue surgiendo un nuevo tipo de movimiento obrero como expresión social de un “trabajador colectivo” más que de los clásicos y menguantes trabajadores manuales industriales.
Sin embargo, frente al embate popular las agencias dominantes mostraron una alta capacidad de reacomodamiento. La crisis del sistema de partidos no puede ser confundida con una crisis del Estado, que no resignó su capacidad de control social y continuó articulando exitosamente la dominación capitalista. Entre diciembre de 2001 y mayo del 2003 el peronismo se fue reinventando a sí mismo, abarcando una vez más a casi todo el arco político nacional, traccionando a sectores radicales, liberales y conservadores hacia un nuevo modelo de competencia electoral. Ni siquiera la izquierda tradicional fue ajena a esas influencias, como lo muestran los posteriores desgarros y vaivenes del Partido Comunista. En el pico más profundo de la crisis, la política asistencial aseguró niveles mínimos de subsistencia y las estrategias oficiales frente al movimiento piquetero contribuyeron a su diversificación y fragmentación.
Tras el período de estabilización y cogobierno del 2002, el acceso de Néstor Kirchner a la presidencia se asentó en el peso electoral del peronismo bonaerense, en unas elecciones marcadas por la derechización de las opciones encarnadas en tres candidatos justicialistas y tres candidatos post-radicales. Aprovechando los acuerdos legados por las componendas de Eduardo Duhalde, el temor a un resurgimiento del menemismo y su propia presentación como exponente de una generación distinta, Kirchner intentó primeramente una construcción política “transversal” que se suponía podría conformar un polo progresista y ofrecer una alternativa a las clases populares en su más amplio espectro. El proceso de estabilización económica iniciado con Duhalde y una coyuntura internacional excepcionalmente favorable afianzaron su gestión, pero pronto se le presentó el dilema de cómo independizarse de la tutela duhaldista y, al mismo tiempo, evitar los peligros de su oposición. La muerte del proyecto de transversalidad, el refugio en el más rancio aparato justicialista y los acuerdos con los poderes provinciales fueron la salida más segura.
Desde el gobierno nacional no se promovieron procesos de transformación profunda ni durante el mandato de Kirchner ni con la elección de su esposa Cristina Fernández para el siguiente período presidencial. En la base de las estrategias económicas continuaron los mismos factores que caracterizaron al neoliberalismo anterior: promoción de los intercambios en función de las tendencias autorreguladas del mercado, preocupación por los costos de producción y la calificación del trabajo, facilitación de la acumulación de capital y de los flujos financieros. El modo general de intervención del Estado en la economía no cambió y se privilegió la conformación de un fondo anticíclico. Así como Menem había garantizado un colchón financiero con el remate de las empresas estatales y De la Rúa lo buscó infructuosamente con “blindajes” de préstamo exterior, Kirchner pudo establecerlo gracias al extraordinario aumento de la renta agraria y a la estabilización de los ingresos impositivos. Esa autonomía relativa se apoyó en un nuevo contexto latinoamericano, en el cual la articulación con el Mercosur original y luego con Venezuela aportó una mayor capacidad de negociación.
El superávit en las cuentas públicas no puede ocultar tanto la voluntad de regularizar los pagos de la deuda externa como la carencia de cualquier plan estratégico de desarrollo. En lo primero se saldaron las menores pero simbólicamente importantes deudas con el Fondo Monetario Internacional y se acordaron recálculos de mucha importancia con acreedores extranjeros, saliendo de la cesación de pagos a la que se había llegado en 2001. Lo segundo se evidenció en la implantación del “modelo sojero” por la simple elección de los actores económicos agropecuarios de acuerdo a sus criterios individuales de rentabilidad y a la lógica de la concentración capitalista del sector. Los excedentes de la renta agraria no fueron reorientados hacia la industrialización o la infraestructura y se trató de echar mano de ellos con evidente tardanza. Las explotaciones mineras y petrolíferas se acercaron más a un modelo colonial de extracción predatoria que a un proyecto social y medioambientalmente viable. La eliminación del sistema de fondos de pensión fue –más que parte de un proyecto social– el simple resultado de la confluencia de la presión sindical en materia previsional, de la falta de entusiasmo de las AFJP en la defensa de un mecanismo de inversión que era puesto en riesgo por las fluctuaciones de las tasas de ganancia y del interés estatal en disponer de una reserva financiera de importancia. Si en Argentina hubo un “piloto automático” para la economía luego del menemismo, éste no retornó de la mano de los neoliberales típicos sino paradójicamente de aquellos que discursivamente se presentan como opuestos.
Como en toda competencia entre agentes capitalistas la dinámica económica supuso la puja entre fracciones que encontraron apoyos desiguales en el gobierno nacional y en las coaliciones provinciales. Inevitablemente, los desequilibrios de las relaciones de poder y la capacidad de algunos sectores para obtener rentas extraordinarias generaron tensiones respecto de la apropiación y distribución de esos recursos, sobre todo cuando la modificación progresiva del contexto mundial y las tensiones sociales acumuladas impusieron algunas reorientaciones en materia fiscal. En 2008 esto se expresó en el conflicto de intereses suscitado a raíz del aumento de las retenciones a las exportaciones de diversos productos agropecuarios. La situación fue mutando frente a la lógica de los acontecimientos, pero el aspecto más llamativo del proceso fue sin duda la definición como “el campo” de un amplísimo abanico de productores agropecuarios, de los pequeños arrendatarios y propietarios a los grandes latifundios de capital corporativo, de los productores de leche y pollos a los de soja y girasol. Esa discursividad fundante de lo social provino tanto de los conglomerados mediáticos y de las entidades ruralistas como de muy distintos grupos políticos –empezando por la derecha más retrógrada y terminando en partidos de izquierda con estrategias insólitas– y en definitiva del propio gobierno, que con una lógica absolutamente contraria a la de la vieja máxima “divide y reinarás” unificó los intereses económicos egoístas de actores agropecuarios segmentados, mediante una política impositiva regresiva durante los cinco años anteriores.
Hacia julio de ese año la debilidad de las posiciones del gobierno se acrecentó, mientras las entidades ruralistas gozaron de una relativa hegemonía en el campo político y cultural, concitando el apoyo de las clases medias urbanas. Cuando Ignacio Copani cantó sobre las “cacerolas de teflón” y se ganó la animadversión macartista de medios de comunicación y señoras paquetas, simplemente registraba la volubilidad de amplios grupos sociales que ya habían abandonado a los piqueteros como potenciales aliados, votaban a Macri en la ciudad de Buenos Aires y se tragaban las operaciones informativas más delirantes. Sin capacidad para generar una verdadera participación popular y sólo apelando a imágenes míticas del primer peronismo para movilizar a sus seguidores, el gobierno de Fernández de Kirchner asistió a una gran derrota parlamentaria cuando los senadores (y el vicepresidente) rechazaron la polémica disposición sobre las retenciones. A partir de allí, el escenario político se volvió otra vez volátil y el Poder Ejecutivo nacional vio erosionada su capacidad de conducción.
Pese a la continuidad de un modelo económico sujeto a la situación semiperiférica y afín a los dominantes en el plano internacional, los gobiernos justicialistas de la década se caracterizaron por una mayor apertura que los anteriores en cuestiones sociales y culturales. En el plano social, se produjo tempranamente una conversión de los planes “Trabajar” en los “Jefes y Jefas de Hogar” destinados a asegurar la satisfacción de algunas necesidades mínimas. Bajo el kirchnerismo, el crecimiento del empleo posibilitó el progresivo abandono de los planes de empleo o asistencialidad, cuyo impacto real en el presupuesto nacional y en el consumo popular fue decayendo lenta pero inexorablemente. El subsiguiente plan “Familias” languideció en montos similares a los de varios años antes, hasta que en 2009 el deterioro de la calidad de vida de los sectores populares volvió a ser motivo de preocupación y el gobierno impulsó la asignación universal por hijo hoy vigente.
Los debates en torno a los planes sociales evidenciaron a lo largo de toda la década un verdadero odio de clase por parte de los sectores medio-altos respecto de los sectores populares. En el momento duhaldista, las críticas liberales y conservadoras a esas asignaciones ni siquiera se dignaban a evaluar el afianzamiento del orden social que posibilitaba esa mínima distribución. Tanto entonces, como después, se insistió en la identificación mediática de los “piqueteros” como principales beneficiarios de esas ayudas, pese a que las organizaciones territoriales sólo controlan el 10% de los planes y que su aplicación a huertas y talleres comunitarios multiplica sus efectos. Más recientemente, la oposición a la asignación universal por hijo ni siquiera se pregunta si no es absolutamente lógico que el Estado pague por ello a los desocupados, de la misma manera que hace 60 años que paga a los trabajadores en blanco los salarios familiares. Como suele suceder en la historia del capitalismo, los propietarios no perciben claramente que la distribución de algunas migajas asegura la paz social que no se merecen.
En el plano cultural, se presentó una verdadera recuperación de la televisión pública, una política de promoción de la lectura y un intento de revisar las deficiencias del sistema educativo, aunque esto último sin mayores éxitos concretos. La confrontación con los oligopolios comunicacionales, por los motivos que fueran, alimentó la discusión pública y posterior aprobación de una ley de medios audiovisuales que abre las puertas a vías de comunicación alternativas. En un contexto mundial de dominación espectacular a través de instrumentos tecno-estéticos, la nueva ley de medios no podrá escapar a la lógica del capital ni revertir la hegemonía comunicacional conservadora, pero con seguridad supone la mejor versión del progresismo que el gobierno nacional pretende representar.
Respecto de las políticas de derechos humanos la década presentó una deriva que en general fue siempre en el sentido de una institucionalización estatal de las memorias de la represión y de la promoción de juicios que repararan los agravios cometidos. Desde los últimos días del menemismo se comenzó a percibir un viraje que arrancó con la creación por Duhalde de la Comisión Provincial por la Memoria en la provincia de Buenos Aires, pasó por su consolidación con Ruckauf, una tímida apertura judicial con De La Rúa y luego la afirmación de esa línea con las presidencias de Duhalde y Kirchner. Con este último la aceptación por el Estado de algunos de los reclamos históricos del movimiento de derechos humanos dio lugar a intervenciones monumentales, programas de difusión y una política sostenida de promoción de los juicios. Acontecimientos como la desaparición de Jorge Julio López, la falta de unificación de las causas o los usos demagógicos de la temática –como la equiparación por Cristina Fernández de la desaparición de personas con la televisación privada del fútbol profesional– ponen en cuestión el compromiso del gobierno en la materia y hacen posible que los “derechos humanos” se conviertan en un significante vacío, que cada sector puede llenar en función de la construcción de hegemonías. Como resultado final de ese proceso de asunción estatal de ciertas reivindicaciones y olvido de otras, el movimiento argentino por los derechos humanos se dividió cada vez más profundamente y en algunos casos se confundió con las agencias estatales.
En la actualidad el escenario político nacional se muestra como un campo de fuerzas extremadamente fragmentado. Desde esa perspectiva el presente puede ser interpretado como el momento de un equilibrio inestable, en constante reconfiguración pero al mismo tiempo garante de la acumulación de capital acorde a un modelo semiperiférico. Al mismo tiempo, la presencia de la matriz liberal condiciona nuestro pensamiento; somos incapaces de generar nuevos modos de imaginar lo social. Con seguridad que las dádivas de un gobierno populista pueden restañar las necesidades masivas mejor que las variadas oposiciones de la derecha pura y dura o que los liberales radicales y socialistas fijados en un horizonte de “calidad institucional” abstracta o hasta ficticia. Pero ni en unos ni en otros se aprecia una salida hacia la construcción de instituciones democráticas y populares o hacia un modelo económico-social más equitativo. Frente a esos bloques dominantes y en una posición marginal, las izquierdas tradicionales o renovadas tampoco son capaces de ofrecer alternativas de masas. Los ejemplos de Bolivia y Venezuela –muy diversos pero ambos revulsivos para el establishment nacional y global– parecen excesivamente lejanos.
Hace algún tiempo se extendió la idea de que los años ‘80 habían sido para los latinoamericanos una “década perdida”, debido a las crisis económicas y las incapacidades de las nuevas dirigencias. Las “transiciones a la democracia” de ese entonces habían prometido un desarrollo que luego se frustró. En una consideración global de la década que termina, podríamos preguntarnos si en el panorama nacional no cabe el mismo calificativo. La apertura de los años 2000 con la crisis de la política menemista y la emergencia de la movilización popular sugería un horizonte de transformaciones sociales. Su cierre con la movilización ruralista marca la conformación de nuevas configuraciones de fuerzas, que se orientan a la continuidad de la dominación capitalista. Entre las luchas en la ciudad de Buenos Aires el 19 y 20 de diciembre de 2001 y el acto del Rosedal de Palermo el 10 de diciembre de 2009 hay no sólo un abismo social, político y cultural, sino sobre todo la historia de un fracaso, que merece ser analizada para enfrentar los nuevos tiempos.
(*) Historiador, docente e investigador de la Universidad Nacional del Litoral.
viernes, 18 de diciembre de 2009
Salió Pausa #51: la última edición del año
Nota de tapa
El interminable 2009 se va y nosotros te presentamos un balance casi completo de sus peripecias. Extenuados, sobrevivimos 365 días bien cargaditos. Un racconto de lo principal en la provincia y el país, para no olvidar al año que, en verdad, duró un siglo.
Además
2000-2009: Luciano Alonso repasa la década (que también va)
Ale David te cuenta sobre Spinetta
Y como siempre: las crónicas de viaje Gerardo Moyano, el humor de Montt y Adrián Brecha y la más completa agenda cultural
En kioscos de revistas y en el Cine América, durante todo diciembre.
Volvemos en marzo de 2010. Más noticias en los próximos posteos.
domingo, 13 de diciembre de 2009
Así somos, así nos gusta
Nació en un pequeño pueblo del sur provincial; emigró a la gran ciudad, triunfó como actriz y se convirtió en la “Señora-TV”; fue procesista, bastante menemista y, hoy, es la embajadora cultural de Santa Fe.
Por Juan Pascual
Sería necio adjetivar una administración política por un solo gesto, más allá de lo significativo del mismo. Aunque, por otro lado, por más que se distinga como único, el gesto no existe nunca en soledad.
No obstante, fuera de cualquier disquisición sobre el gesto, la significación y la política, es evidente que lo que haga o deje de hacer el socialismo provincial para ganarse el mote de “progresista” va mucho más allá de haber declarado por decreto Nº 1.769 “Embajadora Cultural de la Provincia de Santa Fe” a Rosa María Juana Martínez (nuestra Mirtha Legrand) el 22 de septiembre pasado (y del provecho rápido que el diputado justicialista Enrique Marín intentó llevando la cuestión hasta el recinto parlamentario provincial).
Para el caso, las otras designaciones con mismo rango que otorgó el anterior gobernador no lo hacen un referente indiscutido de la izquierda, la democracia o la tripartición del poder. No hay dudas de que el originario de Colonia Las Palmeras, Baruj Tenembaum –creador de la Fundación Internacional Raoul Wallemberg, recordado en una estampilla postal vaticana por su encuentro interreligioso con el Papa Paulo VI y reconocido por su labor en pos de estrechar lazos entre la Santa Sede y el Estado de Israel– tiene una estatura internacional suficiente como para haber sido reconocido como “ciudadano ilustre y digno embajador de la Provincia en el mundo”, el 26 de septiembre de 2005, por decreto Nº 2.156. Ni tampoco se puede dejar de reconocer la importancia para la cultura popular y el folclore tradicional del cantautor “del sol y del buen vino”, responsable de haber hecho famoso a su lugar natal, Alto Verde: Horacio Guarany, designado embajador cultural de la provincia en 2006. Ambas distinciones fueron firmadas por Jorge Obeid, el mismo que, entre muchos apañamientos a personajes de la dictadura, recicló a otro ejemplo de conciliación, el torturador Nicolás Correa, y a un paradigma de lo popular, el capitán de Inteligencia José Bernhadt, en la subsecretaría de Seguridad Pública y en Defensa Civil.
Entonces, volvemos a la nada. Es decir, a cierta conmoción, un leve asombro. Porque, emulando a Ricky Maravilla, quien supiera mascar la alfombra al entrar al living de la Señora:
¿DÓNDE ESTÁ LA CLAVE, CUÁL ES EL MOTIVO? ¿A qué responde este nombramiento? ¿Chiquita está por crepar y no lo sabemos, entonces el gobierno provincial se adelanta al show mortuorio, donde todo es perdonado? ¿Está en juego la imagen de la futura TV provincial? Si es así, ¿se trata de una estrategia para sumar a la Señora dentro de las filas de los que sostienen la implementación de la ley de servicios de comunicación audiovisual? ¿Habrá un Teatro Legrand o un Museo Chiqui? ¿Notaron que parte del nombre de Mirtha es “María Juana”? ¿Están, como enseña Capusotto, hablannndo del faaasooo?
Con la firma de Hermes Binner y Antonio Bonfatti, el decreto entrega una serie de motivos, una serie de porqués: los “considerandos”.
Allí se señala “que la personalidad de la ilustre visitante amerita efectuarle un reconocimiento especial, en razón de su brillante trayectoria como actriz de cine y teatro”. No vamos a discutir criterios estéticos, si bien siempre se supo que la Señora como exponente del arte dramático no era de lo mejor de la época. Se dice “que ha desarrollado su carrera bajo la dirección de importantes directores, protagonizando ‘Los martes orquídeas’, ‘La pequeña Señora de Pérez’, ‘Cinco Besos’, ‘La vendedora de fantasías’ y ‘La Patota’ entre otras, involucrándose en la innovación del lenguaje, el drama y la comedia”. Tampoco vamos a discutir cuestiones tan vidriosas como la noción de “innovación”; sólo nos resulta sugerente el título de la última película recordada. Y nos preocupa que, ante tanto vanguardismo pasado y defensa sojera presente, pueda surgir la afiebrada posibilidad de colgar una gigantografía de la Señora en la Fábrica Cultural que ya se levanta en el ex Molino Harinero Franchino. Algo así como surrealismo y cereales, ruptura estética y Monsanto. Alguna tranquilidad nos da suponer que el concepto de vanguardia de la ministra de Cultura, María de los Ángeles “Chiqui” González, dista del planteado en el decreto, tanto como se diferencian el procesamiento industrial de harina de trigo para el pan respecto de la siembra directa de soja transgénica para alimentar chanchos de la China.
“QUE ROSA MARÍA MARTÍNEZ nació en Villa Cañás, Departamento General López, Provincia de Santa Fe. Unos años después con su madre y hermanos se trasladó a Rosario. Allí estudió y tomó cursos en la Escuela de Teatro Municipal”. De muy respetuosa escritura, el “considerando” omite una referencia muy importante, que es de orden temporal: ¿cuándo nació la Señora?
Hay una sola fecha y dos años. Se acuerda en el 23 de febrero. Hay quienes dicen que el año fue 1925, otros que fue 1927 (es decir: hoy tiene 83 o 81años). Como sea, en el imaginario estancado de nuestra cultura pop su periplo corresponde al relato de la muchachita que sale del pueblo y triunfa en la gran ciudad (si bien ya estaba viviendo en La Paternal, ciudad de Buenos Aires, a los 11 o 9 años). No tuvo tapujos en protagonizar, en 1943, con muy tiernos 18 o 16, Safo, historia de una pasión: la primera película argentina prohibida para menores. Vemos así que sí era una innovadora o que, en todo caso, encarnó en algún momento la joven rebeldía que toda historia de ascenso social tiene.
Porque si algo encarna la Señora es la extenuada sobrevida de un ya antiquísimo modelo de imaginario sobre el ascenso social (repito, “ascenso” y “social”: para arriba respecto de los demás, poniendo la patita cuando hace falta). Un modelo donde se conjugan la lucha arrebatada y la más feroz indiferencia a lo circundante, la persistencia inquebrantable y la arrogancia descalificadora, el hambre voraz y la más sólida autoindulgencia. Un modelo sólo sustentable en una alegre y frívola inimputabilidad.
¿Acaso el motivo del decreto esté en buscar la gracia de quienes todavía creen que este modelo es posible (más aún: honesto, bueno, valioso, hasta “progresista”)? ¿Será este reconocimiento un guiño eficaz para ese 42% que optó por votar a Carlos Reutemann en la última elección para senadores? ¿Será una entrada a esos corazones arrebolados con la facha del príncipe de los lechones, soberano del Round Up?
“QUE SUS TRADICIONALES ALMUERZOS fueron una cita obligada de los argentinos para reunirse con ella alrededor de la mesa, demostrado su capacidad para exponer los temas nacionales, obrando siempre con verdad y probidad, y promoviendo el consenso y la democracia”. Mirtha conoce como nadie su país, su palabra siempre es recta, escucha a los demás y valora la decisión de las mayorías conjugada con el respeto, resguardo y participación de las minorías. Fue ella la que previno la arremetida del zurdaje e indagó a Duhalde sobre narcotráfico. Invitó a homosexuales y travestis a su programa, allá en los ‘90. Se frotó en varias ocasiones con los Midachi. Y tuvo otras tantas grageas populares y demócratas. Por ejemplo, en setiembre de 1978...
–Uno que está afuera se da cuenta de que es realmente notoria la campaña anti-Argentina que hay –dijo Laureano Brizuela, cantante, en relación con las denuncias sobre violaciones a los Derechos Humanos y desapariciones de personas.
–¡Sííí! –acordaron todos.
–O sea, hay un desconocimiento total de lo que pasa acá –continuó Brizuela–. Nadie sabe que aun en los momentos más críticos que hemos pasado, acá se ha respirado tranquilidad.
–Sííí –exclamó Ginette Reynal, modelo.
–¿Lo notás en tu lugar donde estás viviendo? –preguntó la Señora.
–Sí, se nota –señaló Brizuela–. Hay una carencia de información. Por suerte, hay editores muy importantes de la Argentina que están repartiendo las publicaciones por todo el sur de Estados Unidos, e inclusive Nueva York.
–Carencia de información, Laureano, es una cosa. Cosas contra la Argentina, es otra –distinguió indignada Susana Giménez, actriz y vedette.
–Precisamente.
–Es una falta de cultura –matizó Su–. Yo no pienso que es una cosa anti-Argentina.
–No, no, no, Susana –corrigió la Señora–. Lo que estamos viviendo es una campaña organizada...
La amable conversión sobre el desconocimiento y la furia contra Argentina, y nuestra inserción internacional, continuó más luego con una anécdota de la Chiqui:
–Hace poco hemos invitado a los Almuerzos al Príncipe de Orleáns y Jean Cacharel, el famoso Cacharel. Vinieron con una delegación francesa, para advertir u observar un poco lo que pasaba en Argentina. Y estuvieron aquí, con nosotros. Y yo en un momento les dije que lo único que les pedía era que realmente reflejaran lo que habían visto, lo que habían vivido en nuestro país. Porque yo les había comentado cómo se atacaba a nuestro país desde Francia.
–Sííí –gritó Su.
–Dijeron algo muy inteligente: “pero usted sabe que también se ataca a Francia desde Francia”.
–Es cierrrto –exclamó Giménez–. Lo que pasa es que en Europa todo el mundo dice lo que se le da la gana de todo el mundo. Inclusive en Inglaterra frente a la reina, frente a Buckingham. Hay una libertad total. O sea, uno puede hablar de lo que conoce –reflexionó, para luego arremeter, cándida– Eso es lo que más detesto: que la gente juzgue y hable de cosas que no conoce, en todos los órdenes.
–La campaña contra el congreso de cáncer que se hace ahora –señaló la Chiqui indignada–, el congreso internacional...
–¿También hay campaña contra eso? –preguntó Su.
–Sí, sí, sí...
–Pero, ¿qué es esto?
–Todo orquestado, ¿no?
–Yo pienso que es un grupo...
–Un poco los que defienden esto son las colonias argentinas en cada país –intervino Brizuela, en relación con los exiliados.
–Claaaro –consensuaron todos.
El exilio no fomentaba la unión nacional, como sí lo hizo la gesta futbolera de 1978: ¡hasta los detenidos desaparecidos en centros clandestinos fueron obligados a festejar!
–Es cierto que nos hizo mucho bien, nos hizo mucho mucho bien –dijo Mirtha sobre el Mundial.
–¡Por Diosss! –celebró, eufórica, Susana.
–Nos hizo muchísimo bien –señaló Brizuela.
–Aparte, aunque le duela a mucha gente –suena raro... “duela”, “mucha gente”–, somos los campeones del mundo durante cuatro años –jugueteó Claudio Levrino, actor. Todos rieron mientras él seguía– Somos los mejores del mundo durante cuatro años.
–Aparte nos hizo bien a nosotros como seres humanos –festejó Su.
–Eso fue lo más respetable del mundial –exaltó Levrino.
–Nos... Nacionaliza... ¿Cómo se dice? Nacionalizó... o nacionalización... ¿Cómo es?
–Nacionalizó –precisó la Chiqui a la Giménez
–¡Nos nacionalizó un poco más! –gritó contenta Su.
–¡Nos unió, nos unió! Frente a una pelota de fútbol o a un partido de fútbol somos todos iguales, ¿no? –comunizó la Reynal.
–Nos argentinizó, nos argentinizó –nacionalizó Mirtha.
Argentina unida, celebrando la autoridad de sus líderes consustanciados con su pueblo, como bien reseña la Legrand...
–Yo fui a ver el último partido. Todos llorábamos. Hombres, mujeres... El presidente lloraba. Yo lo ví al presidente Videla con lágrimas en los ojos. Todo el mundo.
–Yo lo estoy contando ahora y sigo emocionado –reconoció Levrino.
–¡Mirame a mí! –concluyó la Señora.
TIEMPO DESPUÉS, Mirtha acusó una supuesta censura por parte del gobierno de Alfonsín, ya que no conseguía pantalla para sus Almuerzos. Volvería para siempre en los ‘90, primero en ATC, luego en el Canal 9 de Romay donde, además de aplaudir las danzas árabes de Menem y las odaliscas, el proyecto de ley de flexibilización laboral y la privatización de las jubilaciones, entre otros hits, recibiría a las Madres de Plaza de Mayo en el living...
–Nosotras no estamos ancladas en el pasado, al contrario. Porque queremos un presente y futuro mejor para nuestro pueblo es que estamos en esta lucha. Nosotras estamos luchando por la educación pública y gratuita, para que todos puedan tener escuela. Estamos luchando para que todos tengan trabajo –señaló Hebe de Bonafini, en razón del avance de la desocupación y de la Ley Federal de Educación–. Eso nos preocupa porque es todo lo que nuestros hijos querían, la lucha por la cual dieron su vida. Nosotros acompañamos la lucha por saber qué pasó con ellos, dónde están.
–Pero fíjese señora que, de algún modo, todo esto son las premisas de la Unión Soviética, y no dieron resultado –analizó históricamente la Chiqui.
–¿Qué premisas?
–Todas estas... Del “pueblo”, de la “lucha”, la “igualdad de clases”... Y sin embargo se fueron empobreciendo. Y te advierto que yo soy una mujer democrática; lo único que me gusta es la democracia...
Durante parte de 2002 los Almuerzos se verían en aprietos económicos. Pero retornarían en la pantalla de América 2 (Grupo Vila-Manzano-De Narváez). La democracia seguiría siendo un valor máximo para la Señora, como se pudo probar en este 2009...
–Cuando la presidenta fue a votar ayer a Santa Cruz hizo una pequeña reunión de prensa. Y dijo de pronto “Bueno, quiero anunciarles a los argentinos...” Yo dije: “nos va a anunciar algo respecto a la Gripe A”... Ah, ¡no! –exclamó decepcionada–. Era para hablar de Honduras... ¿no?
–Sí, del golpe de Estado en Honduras –dijo sonriendo Gabriela Michetti.
–A mí no me interesaba nada Honduras –expresó la Señora, mientras Gabriela y Mauricio Macri reían, entre divertidos y avergonzados. Francisco De Narváez y Felipe Solá también estaban en la mesa. La Señora continuó–: No me interesaba nada, que Dios me perdone. ¡Me interesaba lo que estaba pasando con la Gripe A en Argentina!
–Claro, claro –acordó Gabriela.
PUEDE SER QUE LOS LOGROS DE LA CHIQUI correspondan fielmente a las aspiraciones y sueños de muchos de los habitantes de nuestra provincia, donde lo natural, deseable, obligado y profundamente nuestro y propio es dejar de ser una Martínez, enterrar ese oprobio vulgar, para volverse una esplendorosa, perversa e irrefutablemente francesa Mirtha Legrand. Llegar a ser indiscutible por ser la ídola (imagen, reflejo, espejo y, también, presencia espectral de lo difunto), y ser la ídola por ser la estrella que nunca olvida lo difícil que debe ser, para quien la mira ritualmente en la política pantalla espectacular, la diaria reiteración, el cotidiano baño en el fango de lo que se llama, con el mayor desapego exculpatorio, “este país de mierda”.
La declaración, entonces, es certera. Justa, certera y triste. “Declárase Embajadora Cultural de la Provincia de Santa Fe a la señora Rosa María Martínez, conocida y querida por los latinoamericanos como Mirtha Legrand, en razón de su brillante trayectoria en el cine, el teatro y la televisión nacional, por representar con orgullo y dignidad los logros, aspiraciones y sueños de los santafesinos”.
¡Carajo, mierda!
Por Juan Pascual
Sería necio adjetivar una administración política por un solo gesto, más allá de lo significativo del mismo. Aunque, por otro lado, por más que se distinga como único, el gesto no existe nunca en soledad.
No obstante, fuera de cualquier disquisición sobre el gesto, la significación y la política, es evidente que lo que haga o deje de hacer el socialismo provincial para ganarse el mote de “progresista” va mucho más allá de haber declarado por decreto Nº 1.769 “Embajadora Cultural de la Provincia de Santa Fe” a Rosa María Juana Martínez (nuestra Mirtha Legrand) el 22 de septiembre pasado (y del provecho rápido que el diputado justicialista Enrique Marín intentó llevando la cuestión hasta el recinto parlamentario provincial).
Para el caso, las otras designaciones con mismo rango que otorgó el anterior gobernador no lo hacen un referente indiscutido de la izquierda, la democracia o la tripartición del poder. No hay dudas de que el originario de Colonia Las Palmeras, Baruj Tenembaum –creador de la Fundación Internacional Raoul Wallemberg, recordado en una estampilla postal vaticana por su encuentro interreligioso con el Papa Paulo VI y reconocido por su labor en pos de estrechar lazos entre la Santa Sede y el Estado de Israel– tiene una estatura internacional suficiente como para haber sido reconocido como “ciudadano ilustre y digno embajador de la Provincia en el mundo”, el 26 de septiembre de 2005, por decreto Nº 2.156. Ni tampoco se puede dejar de reconocer la importancia para la cultura popular y el folclore tradicional del cantautor “del sol y del buen vino”, responsable de haber hecho famoso a su lugar natal, Alto Verde: Horacio Guarany, designado embajador cultural de la provincia en 2006. Ambas distinciones fueron firmadas por Jorge Obeid, el mismo que, entre muchos apañamientos a personajes de la dictadura, recicló a otro ejemplo de conciliación, el torturador Nicolás Correa, y a un paradigma de lo popular, el capitán de Inteligencia José Bernhadt, en la subsecretaría de Seguridad Pública y en Defensa Civil.
Entonces, volvemos a la nada. Es decir, a cierta conmoción, un leve asombro. Porque, emulando a Ricky Maravilla, quien supiera mascar la alfombra al entrar al living de la Señora:
¿DÓNDE ESTÁ LA CLAVE, CUÁL ES EL MOTIVO? ¿A qué responde este nombramiento? ¿Chiquita está por crepar y no lo sabemos, entonces el gobierno provincial se adelanta al show mortuorio, donde todo es perdonado? ¿Está en juego la imagen de la futura TV provincial? Si es así, ¿se trata de una estrategia para sumar a la Señora dentro de las filas de los que sostienen la implementación de la ley de servicios de comunicación audiovisual? ¿Habrá un Teatro Legrand o un Museo Chiqui? ¿Notaron que parte del nombre de Mirtha es “María Juana”? ¿Están, como enseña Capusotto, hablannndo del faaasooo?
Con la firma de Hermes Binner y Antonio Bonfatti, el decreto entrega una serie de motivos, una serie de porqués: los “considerandos”.
Allí se señala “que la personalidad de la ilustre visitante amerita efectuarle un reconocimiento especial, en razón de su brillante trayectoria como actriz de cine y teatro”. No vamos a discutir criterios estéticos, si bien siempre se supo que la Señora como exponente del arte dramático no era de lo mejor de la época. Se dice “que ha desarrollado su carrera bajo la dirección de importantes directores, protagonizando ‘Los martes orquídeas’, ‘La pequeña Señora de Pérez’, ‘Cinco Besos’, ‘La vendedora de fantasías’ y ‘La Patota’ entre otras, involucrándose en la innovación del lenguaje, el drama y la comedia”. Tampoco vamos a discutir cuestiones tan vidriosas como la noción de “innovación”; sólo nos resulta sugerente el título de la última película recordada. Y nos preocupa que, ante tanto vanguardismo pasado y defensa sojera presente, pueda surgir la afiebrada posibilidad de colgar una gigantografía de la Señora en la Fábrica Cultural que ya se levanta en el ex Molino Harinero Franchino. Algo así como surrealismo y cereales, ruptura estética y Monsanto. Alguna tranquilidad nos da suponer que el concepto de vanguardia de la ministra de Cultura, María de los Ángeles “Chiqui” González, dista del planteado en el decreto, tanto como se diferencian el procesamiento industrial de harina de trigo para el pan respecto de la siembra directa de soja transgénica para alimentar chanchos de la China.
“QUE ROSA MARÍA MARTÍNEZ nació en Villa Cañás, Departamento General López, Provincia de Santa Fe. Unos años después con su madre y hermanos se trasladó a Rosario. Allí estudió y tomó cursos en la Escuela de Teatro Municipal”. De muy respetuosa escritura, el “considerando” omite una referencia muy importante, que es de orden temporal: ¿cuándo nació la Señora?
Hay una sola fecha y dos años. Se acuerda en el 23 de febrero. Hay quienes dicen que el año fue 1925, otros que fue 1927 (es decir: hoy tiene 83 o 81años). Como sea, en el imaginario estancado de nuestra cultura pop su periplo corresponde al relato de la muchachita que sale del pueblo y triunfa en la gran ciudad (si bien ya estaba viviendo en La Paternal, ciudad de Buenos Aires, a los 11 o 9 años). No tuvo tapujos en protagonizar, en 1943, con muy tiernos 18 o 16, Safo, historia de una pasión: la primera película argentina prohibida para menores. Vemos así que sí era una innovadora o que, en todo caso, encarnó en algún momento la joven rebeldía que toda historia de ascenso social tiene.
Porque si algo encarna la Señora es la extenuada sobrevida de un ya antiquísimo modelo de imaginario sobre el ascenso social (repito, “ascenso” y “social”: para arriba respecto de los demás, poniendo la patita cuando hace falta). Un modelo donde se conjugan la lucha arrebatada y la más feroz indiferencia a lo circundante, la persistencia inquebrantable y la arrogancia descalificadora, el hambre voraz y la más sólida autoindulgencia. Un modelo sólo sustentable en una alegre y frívola inimputabilidad.
¿Acaso el motivo del decreto esté en buscar la gracia de quienes todavía creen que este modelo es posible (más aún: honesto, bueno, valioso, hasta “progresista”)? ¿Será este reconocimiento un guiño eficaz para ese 42% que optó por votar a Carlos Reutemann en la última elección para senadores? ¿Será una entrada a esos corazones arrebolados con la facha del príncipe de los lechones, soberano del Round Up?
“QUE SUS TRADICIONALES ALMUERZOS fueron una cita obligada de los argentinos para reunirse con ella alrededor de la mesa, demostrado su capacidad para exponer los temas nacionales, obrando siempre con verdad y probidad, y promoviendo el consenso y la democracia”. Mirtha conoce como nadie su país, su palabra siempre es recta, escucha a los demás y valora la decisión de las mayorías conjugada con el respeto, resguardo y participación de las minorías. Fue ella la que previno la arremetida del zurdaje e indagó a Duhalde sobre narcotráfico. Invitó a homosexuales y travestis a su programa, allá en los ‘90. Se frotó en varias ocasiones con los Midachi. Y tuvo otras tantas grageas populares y demócratas. Por ejemplo, en setiembre de 1978...
–Uno que está afuera se da cuenta de que es realmente notoria la campaña anti-Argentina que hay –dijo Laureano Brizuela, cantante, en relación con las denuncias sobre violaciones a los Derechos Humanos y desapariciones de personas.
–¡Sííí! –acordaron todos.
–O sea, hay un desconocimiento total de lo que pasa acá –continuó Brizuela–. Nadie sabe que aun en los momentos más críticos que hemos pasado, acá se ha respirado tranquilidad.
–Sííí –exclamó Ginette Reynal, modelo.
–¿Lo notás en tu lugar donde estás viviendo? –preguntó la Señora.
–Sí, se nota –señaló Brizuela–. Hay una carencia de información. Por suerte, hay editores muy importantes de la Argentina que están repartiendo las publicaciones por todo el sur de Estados Unidos, e inclusive Nueva York.
–Carencia de información, Laureano, es una cosa. Cosas contra la Argentina, es otra –distinguió indignada Susana Giménez, actriz y vedette.
–Precisamente.
–Es una falta de cultura –matizó Su–. Yo no pienso que es una cosa anti-Argentina.
–No, no, no, Susana –corrigió la Señora–. Lo que estamos viviendo es una campaña organizada...
La amable conversión sobre el desconocimiento y la furia contra Argentina, y nuestra inserción internacional, continuó más luego con una anécdota de la Chiqui:
–Hace poco hemos invitado a los Almuerzos al Príncipe de Orleáns y Jean Cacharel, el famoso Cacharel. Vinieron con una delegación francesa, para advertir u observar un poco lo que pasaba en Argentina. Y estuvieron aquí, con nosotros. Y yo en un momento les dije que lo único que les pedía era que realmente reflejaran lo que habían visto, lo que habían vivido en nuestro país. Porque yo les había comentado cómo se atacaba a nuestro país desde Francia.
–Sííí –gritó Su.
–Dijeron algo muy inteligente: “pero usted sabe que también se ataca a Francia desde Francia”.
–Es cierrrto –exclamó Giménez–. Lo que pasa es que en Europa todo el mundo dice lo que se le da la gana de todo el mundo. Inclusive en Inglaterra frente a la reina, frente a Buckingham. Hay una libertad total. O sea, uno puede hablar de lo que conoce –reflexionó, para luego arremeter, cándida– Eso es lo que más detesto: que la gente juzgue y hable de cosas que no conoce, en todos los órdenes.
–La campaña contra el congreso de cáncer que se hace ahora –señaló la Chiqui indignada–, el congreso internacional...
–¿También hay campaña contra eso? –preguntó Su.
–Sí, sí, sí...
–Pero, ¿qué es esto?
–Todo orquestado, ¿no?
–Yo pienso que es un grupo...
–Un poco los que defienden esto son las colonias argentinas en cada país –intervino Brizuela, en relación con los exiliados.
–Claaaro –consensuaron todos.
El exilio no fomentaba la unión nacional, como sí lo hizo la gesta futbolera de 1978: ¡hasta los detenidos desaparecidos en centros clandestinos fueron obligados a festejar!
–Es cierto que nos hizo mucho bien, nos hizo mucho mucho bien –dijo Mirtha sobre el Mundial.
–¡Por Diosss! –celebró, eufórica, Susana.
–Nos hizo muchísimo bien –señaló Brizuela.
–Aparte, aunque le duela a mucha gente –suena raro... “duela”, “mucha gente”–, somos los campeones del mundo durante cuatro años –jugueteó Claudio Levrino, actor. Todos rieron mientras él seguía– Somos los mejores del mundo durante cuatro años.
–Aparte nos hizo bien a nosotros como seres humanos –festejó Su.
–Eso fue lo más respetable del mundial –exaltó Levrino.
–Nos... Nacionaliza... ¿Cómo se dice? Nacionalizó... o nacionalización... ¿Cómo es?
–Nacionalizó –precisó la Chiqui a la Giménez
–¡Nos nacionalizó un poco más! –gritó contenta Su.
–¡Nos unió, nos unió! Frente a una pelota de fútbol o a un partido de fútbol somos todos iguales, ¿no? –comunizó la Reynal.
–Nos argentinizó, nos argentinizó –nacionalizó Mirtha.
Argentina unida, celebrando la autoridad de sus líderes consustanciados con su pueblo, como bien reseña la Legrand...
–Yo fui a ver el último partido. Todos llorábamos. Hombres, mujeres... El presidente lloraba. Yo lo ví al presidente Videla con lágrimas en los ojos. Todo el mundo.
–Yo lo estoy contando ahora y sigo emocionado –reconoció Levrino.
–¡Mirame a mí! –concluyó la Señora.
TIEMPO DESPUÉS, Mirtha acusó una supuesta censura por parte del gobierno de Alfonsín, ya que no conseguía pantalla para sus Almuerzos. Volvería para siempre en los ‘90, primero en ATC, luego en el Canal 9 de Romay donde, además de aplaudir las danzas árabes de Menem y las odaliscas, el proyecto de ley de flexibilización laboral y la privatización de las jubilaciones, entre otros hits, recibiría a las Madres de Plaza de Mayo en el living...
–Nosotras no estamos ancladas en el pasado, al contrario. Porque queremos un presente y futuro mejor para nuestro pueblo es que estamos en esta lucha. Nosotras estamos luchando por la educación pública y gratuita, para que todos puedan tener escuela. Estamos luchando para que todos tengan trabajo –señaló Hebe de Bonafini, en razón del avance de la desocupación y de la Ley Federal de Educación–. Eso nos preocupa porque es todo lo que nuestros hijos querían, la lucha por la cual dieron su vida. Nosotros acompañamos la lucha por saber qué pasó con ellos, dónde están.
–Pero fíjese señora que, de algún modo, todo esto son las premisas de la Unión Soviética, y no dieron resultado –analizó históricamente la Chiqui.
–¿Qué premisas?
–Todas estas... Del “pueblo”, de la “lucha”, la “igualdad de clases”... Y sin embargo se fueron empobreciendo. Y te advierto que yo soy una mujer democrática; lo único que me gusta es la democracia...
Durante parte de 2002 los Almuerzos se verían en aprietos económicos. Pero retornarían en la pantalla de América 2 (Grupo Vila-Manzano-De Narváez). La democracia seguiría siendo un valor máximo para la Señora, como se pudo probar en este 2009...
–Cuando la presidenta fue a votar ayer a Santa Cruz hizo una pequeña reunión de prensa. Y dijo de pronto “Bueno, quiero anunciarles a los argentinos...” Yo dije: “nos va a anunciar algo respecto a la Gripe A”... Ah, ¡no! –exclamó decepcionada–. Era para hablar de Honduras... ¿no?
–Sí, del golpe de Estado en Honduras –dijo sonriendo Gabriela Michetti.
–A mí no me interesaba nada Honduras –expresó la Señora, mientras Gabriela y Mauricio Macri reían, entre divertidos y avergonzados. Francisco De Narváez y Felipe Solá también estaban en la mesa. La Señora continuó–: No me interesaba nada, que Dios me perdone. ¡Me interesaba lo que estaba pasando con la Gripe A en Argentina!
–Claro, claro –acordó Gabriela.
PUEDE SER QUE LOS LOGROS DE LA CHIQUI correspondan fielmente a las aspiraciones y sueños de muchos de los habitantes de nuestra provincia, donde lo natural, deseable, obligado y profundamente nuestro y propio es dejar de ser una Martínez, enterrar ese oprobio vulgar, para volverse una esplendorosa, perversa e irrefutablemente francesa Mirtha Legrand. Llegar a ser indiscutible por ser la ídola (imagen, reflejo, espejo y, también, presencia espectral de lo difunto), y ser la ídola por ser la estrella que nunca olvida lo difícil que debe ser, para quien la mira ritualmente en la política pantalla espectacular, la diaria reiteración, el cotidiano baño en el fango de lo que se llama, con el mayor desapego exculpatorio, “este país de mierda”.
La declaración, entonces, es certera. Justa, certera y triste. “Declárase Embajadora Cultural de la Provincia de Santa Fe a la señora Rosa María Martínez, conocida y querida por los latinoamericanos como Mirtha Legrand, en razón de su brillante trayectoria en el cine, el teatro y la televisión nacional, por representar con orgullo y dignidad los logros, aspiraciones y sueños de los santafesinos”.
¡Carajo, mierda!
Todo Mirtha
La conversación completa del 21 de setiembre de 1978: argentinos, derechos y humanos.
Las tan autocríticas visiones de Su y Mirtha sobre la dictadura.
Mirtha y Menem, 1994: frente a la desocupación, bajar el costo laboral con la flexibilización. Y de paso privatizamos las jubilaciones.
Chiqui hace gala de lo que entiende por “diálogo” cuando cataloga a otro como “oficialista” (una previa: su amor por la soja… Y un detalle de espías, antes del affaire Palacios, Chamorro, James, y delante de Francisco De Narváez)
La visión de CQC sobre la posición de la Legrand respecto del golpe de Estado en Honduras.
El mismo tema, tocado por 6,7,8, con una muy significativa presencia de Margarita Stolbizer.
No podía faltar el inolvidable “¡Carajo, mierda!”
viernes, 11 de diciembre de 2009
Como el junco que se dobla pero siempre sigue en pie
Tras una serie de misiles cruzados y obvios llamados a la mesura, se puso caliente la trifulca entre los poderes con la (re)asunción del primo político de Carlos Reutemann como presidente de la corte.
Por Ezequiel Nieva
El regreso de Rafael Gutiérrez a la Presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia fue leído, por analistas y dirigentes políticos, como un nuevo desafío del Poder Judicial al Ejecutivo, en medio de un conflicto que comenzó con un fallo de la Corte nacional, continuó con un copioso intercambio de dardos verbales y se cerró con la designación de las nuevas autoridades de la Corte.
Al gobierno ahora no le quedan cartas por jugar. Hermes Binner había reconocido, unas horas antes de que se haga oficial la vuelta de Gutiérrez al máximo cargo judicial, que las instituciones “se tienen que mejorar desde adentro y no desde afuera”; desde adentro, los ministros de la Corte votaron 5-1 a favor del primo político de Carlos Reutemann y lo consagraron presidente. Gutiérrez, santafesino, había ocupado el cargo por última vez en 2005; luego, por tres años, lo hizo el rosarino Roberto Falistocco.
Además de la Corte, Gutiérrez presidirá el Tribunal Electoral. Estará secundado por dos rosarinos y dos santafesinos, cada uno de los cuales será vocal titular y suplente. Se mantiene el equilibrio en el reparto de cargos entre las dos principales urbes, como expresa la conformación de la Corte, en donde hay tres ministros de cada ciudad. La deliberación interna comenzó el lunes y acabó el martes a la noche; fue calificada de “maratónica” porque, en general, las reuniones no superan las dos o tres horas.
En ese interín, y mientras Binner agotaba las señales hacia los magistrados, instándolos a que no elijan la opción más radicalizada –“lo conocemos bastante bien”, dijo de Gutiérrez–, circuló fuerte la versión de que el santafesino y su par María Angélica Gastaldi –que, hasta ahora, nunca presidió la Corte– estaban empatados 3-3 y que sería el voto de Falistocco, titular saliente, el que desempataría. Pero eso no ocurrió. En la votación definitiva los cinco ministros –Falistocco, Gastaldi, Eduardo Spuller, Mario Netri y Daniel Erbetta– eligieron a Gutiérrez, que simbólicamente votó a Spuller.
EL PARTIDO. La designación de Gutiérrez es algo así como el final de una mano dentro de un largo partido de truco entre el gobierno y la justicia provincial. Están en juego el modo en que se encarará la reforma del Código Penal y, según admitió el ministro Héctor Superti, las cuotas de poder de los diferentes actores: jueces, fiscales, policías, abogados y funcionarios del Ejecutivo. El regreso del primo político del Lole al máximo estrado del Poder Judicial es algo más que un gesto fuerte en medio de una disputa sorda; Gutiérrez fue el presidente de la Corte que avaló la sentencia del Caso Fraticelli; ese fallo fue a la vez la punta del ovillo de una larga serie de reproches de la Corte nacional contra la provincia, que se iniciaron en 2006, bajo el mandato de Jorge Obeid y ya con Falistocco al frente de la Corte.
De algún modo ya lo habían anticipado Binner y Superti cuando, en distintas ocasiones, recordaron el episodio que culminó con la canción “Resistiré”. “Hay dos tipos de resistencia: la que tiene que ver con los cambios de paradigmas en la forma de trabajar, que son resistencias más que comprensibles, se solucionan con capacitación. Pero después están las otras resistencias, que tienen que ver con los intereses que se afectan con el cambio. Y a estas resistencias solo se las quiebra con decisión política”, declaró el ministro de Justicia. A fines de 2007, poco antes del cambio de mandato –que fue, hay que recordarlo, el primer cambio de signo político en la provincia desde 1983–, habían trascendido algunos detalles de un encuentro de la corporación de magistrados realizado en Rosario. En esa oportunidad, los funcionarios judiciales cantaron a coro el tema de la novela que popularizaron Pablo Echarri y Celeste Cid.
De allí en adelante, siempre que hubo algún roce entre el Ejecutivo y la Justicia, desde el entorno de Binner apelaron a esa anécdota:
–¿Qué piensa del mensaje del Colegio de Magistrados al Poder Ejecutivo? –le preguntaron al ministro Antonio Bonfatti luego de que el órgano que agremia a los jueces emitiera un documento crítico del gobierno.
–Lo resumo en el título de una canción: “Resistiré” –respondió–. Es la canción que utilizaron cuando se venía la reforma del Código Penal, antes de que nosotros asumiéramos. Me parece que hay una vieja estructura que está crujiendo, que no está dispuesta a que las cosas cambien y que está resistiendo, tal cual lo expresaron antes de la asunción (de Binner): “Resistiré”. No quieren el cambio y están aferrados a viejas cuestiones; que se hagan responsables de lo que ha sido la Justicia en los últimos años.
En los últimos años, además del severo reto de la Suprema Corte nacional luego de la primera revisión de la causa contra el ex juez Carlos Fraticelli, la Justicia santafesina también fue blanco de críticas por una serie de causas emblemáticas: la represión en Rosario en diciembre de 2001, las inundaciones de Santa Fe en 2003 y 2007 y una larga lista de casos de corrupción que, como si fuera una regla no escrita, terminaron siempre con los imputados libres de culpa y cargo.
La llegada de Binner a la Casa Gris no se tradujo en cambios. El gobernador había dado señales equívocas: en campaña prometió hacer con la Corte “lo mismo que el gobierno nacional con la Corte nacional” –es decir, promover reformas de fondo en el sistema de designación de los miembros y a la vez autolimitar sus propias potestades–, sin por ello abandonar su discurso a favor del respeto por la independencia de los poderes. Hasta ahora la tónica ha sido esa y, en la mano que comenzó con Binner sugiriendo la renuncia de los ministros de la Corte, hubo retruco, vale cuatro y finalmente se vieron las cartas: los ministros siguen en la Corte y, como si fuera poco, pusieron a la cabeza al más resistido –ironías de lado– por Binner y los suyos: Rafael Gutiérrez.
LAS CARTAS. Apenas recobró la libertad, Fraticelli le apuntó directo a la Corte por su caso. El ex juez de Rufino –condenado a prisión perpetua, junto a su ex esposa, por la muerte de su hija Natalia– responsabilizó al máximo órgano de la Justicia santafesina por los seis años que pasó preso y deslizó que el ex gobernador Reutemann habría presionado a su primo para que se resuelva el asunto con la mayor celeridad posible porque “no quería un caso María Soledad en Santa Fe”.
En julio de 2004, bajo la presidencia de Gutiérrez, la Corte provincial avaló el proceso y la condena contra Fraticelli. En esa ocasión el órgano argumentó que no se advertía ninguna violación a la garantía de imparcialidad y que las quejas de la defensa eran, en realidad, una muestra de disconformidad con las resoluciones de los jueces. El defensor de Graciela Diesser, la ex esposa de Fraticelli, era el actual ministro de Justicia Héctor Superti. Esa votación también terminó 5-1: Falistocco, Gutiérrez, Netri, Spuller y Rodolfo Vigo avalaron el procedimiento; Gastaldi votó en disidencia.
La rosarina había asegurado que los planteos de la defensa contaban con suficiente entidad constitucional como para hacer una revisión de la causa. Pero no se hizo y Fraticelli y Diesser fueron presos. En agosto de 2006, la Corte Suprema de la Nación exigió la revisión de todo el proceso porque consideró inconstitucional la condena. A partir de ahí la provincia debió comenzar a elaborar el proyecto de reforma integral del sistema penal, cuyo cambio más trascendente es la adopción de la oralidad para el enjuiciamiento de los delitos más graves.
Un tribunal compuesto por cinco conjueces de Venado Tuerto hizo la revisión del caso y comunicó el resultado el mes pasado, nueve años y medio después de los hechos. El fallo, dividido, estableció que no hay motivos para sostener la culpabilidad de los padres de Natalia. Ambos quedaron absueltos.
TRUCO. Fue entonces que empezó el cruce entre poderes y de ambos lados jugaron a redoblar la apuesta. Primero, el ministro Superti convocó a una rueda de prensa para manifestarse sobre el fallo en particular y para dar su punto de vista sobre el conflicto en general. En cuanto a lo primero, dijo: “Es una sentencia que me da tranquilidad de espíritu y que vuelve a poner en blanco sobre negro la necesidad de una reforma profunda en el sistema santafesino, con transparencia y con la posibilidad de que la gente vea cómo funcionan las instituciones, para que confíe cada vez más en la Justicia”.
Aunque Superti comenzó negando la existencia de un conflicto entre poderes, luego admitió todo lo contrario. “Hay un entuerto con el Colegio de Magistrados, no con el Poder Judicial”, sostuvo, en alusión al comunicado de la institución contra el gobierno. Y cargó contra los sectores de la Justicia que se “resisten”: “Estoy absolutamente convencido de que hay sectores que no quieren el cambio”, insistió Superti.
–¿Y por qué cree que hay resistencias al cambio?
–Es fácil: el sistema de transparencia modifica las cuotas de poder. No es que los jueces o los fiscales no vayan a tener poder; van a tenerlo, pero para sus funciones, no para otras cosas. Va a haber un desplazamiento de poder. Y hay intereses que se van a ver muy afectados. Por ejemplo: hoy la fuerza que tienen las actas policiales es tremenda; por las actas de un testimonio, de una pericia o de un croquis se puede condenar a una persona. Con el nuevo sistema, si en la audiencia los policías o quienes intervinieron no explican a viva voz qué es lo que vieron o lo que pasó, la prueba no sirve. Son intereses que se van tocando.
La conferencia del ministro fue el viernes 20 de noviembre; el lunes 23, en sus primeras declaraciones luego del viaje comercial por Malasia y Singapur, donde se enteró del fallo que absolvió a Fraticelli, el gobernador Binner hizo una fuerte crítica: dijo que lo que ocurrió con el ex juez de Rufino “fue producto del contubernio entre el Poder Judicial y el político” y agregó: “Si yo fuera juez de la Corte, renunciaría después del fallo”.
RETRUCO. Los misiles de Binner y Superti dieron de lleno en el seno de la Corte. El miércoles 25, apenas terminado el encuentro semanal que mantienen los ministros en Tribunales, contestaron las imputaciones del gobierno con un comunicado formal. Según los integrantes del máximo tribunal, es un error del gobernador suponer que la revisión en segunda instancia del Caso Fraticelli –que es un argumento más en favor de la reforma del sistema penal– obedece a la “falta de compromiso” de los magistrados en la transformación “del sistema penal y del sistema judicial en su conjunto”.
Sobre la sugerencia de renunciar a sus cargos, respondieron: “Luce desproporcionada”. Y, en esa línea, atacaron también el principal capital político de Binner: su mesura. “La prudencia y la mesura política constituyen, hoy más que nunca, valores que deben ser preservados de modo especial por las autoridades que ocupan cargos de responsabilidad política, por encarnarse en ellas la representación del poder institucionalizado. Es deseable que las opiniones que dichas autoridades expresan, más allá de la firmeza y convicción con que las mismas sean expuestas, encuentren un límite en la debida consideración y respeto que, en el marco de las relaciones institucionales, se deben entre sí los distintos poderes del Estado”, indicaron los jueces en su documento.
Luego desmintieron una de las insinuaciones más repetidas del gobierno –la supuesta funcionalidad del cuerpo a los intereses de la oposición, que era gestión cuando los actuales miembros de la Corte alcanzaron sus cargos– argumentando que es una mera generalización: “Resultan preocupantes las manifestaciones respecto de una supuesta connivencia o pacto entre el Poder Judicial y referentes políticos, sin precisar casos concretos, ni indicar los elementos demostrativos de tan grave imputación. No puede dejar de advertirse que toda generalización no hace más que poner en tela de juicio la independencia de todos los magistrados y contribuye a alentar la desconfianza hacia uno de los poderes del Estado, impidiendo discernir responsabilidades concretas”.
VALE CUATRO. El gobierno se quiso quedar con la última palabra, antes de que se precipitaran los hechos, y una vez más el gobernador emitió señales hacia la Corte, sin éxito. El martes, mientras se sucedían las negociaciones en el máximo órgano de la Justicia santafesina, Binner volvió sobre el tema. “Nunca van a escuchar que le digamos a la Corte lo que tiene que hacer”, sostuvo el gobernador ante la prensa. “La Corte sabe lo que tiene que hacer; está en la Constitución y es su obligación”.
Pero agregó que la revisión de la causa contra Fraticelli, ordenada por la Corte nacional, hace visibles los errores de la Justicia santafesina. “Hay que aceptarlo, cualquiera se puede equivocar”, comentó.
–Pero, ¿es un error? ¿Usted cree que pasó eso: una simple equivocación?
–Sí. Hay un sistema que es contrario a los acuerdos, contrario al pacto de San José de Costa Rica. Se llama inquisidor; viene de Inquisición. Y en la Inquisición el mismo que acusaba era el que juzgaba. Por suerte ahora no se quema a la gente en la plaza.
Aquella mañana también le pidieron una opinión sobre la figura de Rafael Gutiérrez:
–¿Le hace bien al cuerpo?
–Es un derecho del cuerpo.
–Pero Gutiérrez es familiar de Carlos Reutemann.
–Pero es un derecho que tiene el cuerpo de elegir a su conducción –repitió Binner.
–¿Qué opina de él, lo conoce?
–Sí, bastante lo conozco, claro. Pero es un derecho que tiene el cuerpo –insistió el gobernador.
–A la Justicia, ¿le puede afectar en algo?
–Yo creo que todos los sistemas se tienen que mejorar desde adentro y no desde afuera. Nuestro gobierno en estos dos años ha ido mejorando, y estoy muy conforme con todos los logros que se consiguieron: las obras que se inauguraron y las que están en marcha.
EN LA MESA. Ese martes –1º de diciembre–, después de nueve horas de debate, se hizo oficial la decisión de la Corte. Un escueto parte de prensa informó: “El Dr. Rafael Francisco Gutiérrez ha sido electo presidente de la Corte Suprema de Justicia de la provincia de Santa Fe para el año 2010, de acuerdo a lo previsto por el artículo 20 de la ley 10.160”. El siguiente comunicado ratificó que Gutiérrez también estará al frente del Tribunal Electoral, secundado por Ricardo Silvestri y Daniel Amadio –juez de la Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial de Rosario y juez de la Cámara de Apelación en lo Penal de Santa Fe– como vocales titulares y por Elena Virginia Ramón y Raúl Cordini –jueza de Cámara de Apelación en lo Penal de Rosario y juez de Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial de Santa Fe– como vocales suplentes.
Aunque se especuló hasta último momento con la posibilidad de un empate –lo que abría chances a la ministra Gastaldi de ocupar la Presidencia por primera vez– lo cierto es que al final la decisión fue colocar al más duro –en términos de oposición política– de los candidatos a la cabeza de la Justicia.
Jorge Sansó de la Madrid escribió en La Capital: “A pesar del propio Gutiérrez, su elección está signada por la pelea entre oficialismo y oposición. Unos y otros ven en su nombre una reedición de la misma batalla. Los oficialistas lo sindican como el exponente más opositor entre los ministros de la Corte y hacia él, aseguran, estuvieron los dardos dirigidos por Binner cuando refirió a componendas entre el Poder Judicial y los gobiernos justicialistas de Jorge Obeid y Carlos Reutemann. Pero la alusión más destinada a Gutiérrez de las dichas por el jefe del Ejecutivo parece ser la que refiere a que los ministros se niegan a la reforma para no perder privilegios del pasado”.
EL CASO DEL JUEZ SAURÍN. El ministro de Justicia Héctor Superti se manifestó disgustado con la tarea de los fiscales y, en particular, del procurador de la Corte, Agustín Bassó, en el caso del juez Rubén Saurín, que estuvo involucrado en un hecho de hurto de energía a mediados de año, causa archivada por su colega Jorge Patrizi a principios de agosto.
Superti dijo, en medio de una conferencia de prensa en la que explicaba los nuevos mecanismos que se aplicarán en la Justicia provincial con el objetivo de volver los procesos más transparentes: “En un caso en el que está involucrado un juez (Saurín) por hurto o estafa, nosotros tenemos conocimiento de que la Fiscalía quería llevar adelante pruebas, y luego, cuando la Fiscalía apela el archivo (decidido por Patrizi), el fiscal de Cámara desiste de esa apelación”.
El argumento de Superti contra Bassó es el siguiente: “El Ministerio Público es uno solo pero ambos (la Fiscalía y la Cámara de Apelaciones) dependen de Bassó. Entonces, o Bassó no sabe lo que pasa en el Ministerio Público o está convencido de que estaba bien desistir. Sería bueno que se lo explique a la comunidad, porque es un caso muy sensible”.
El ministro explicó que, una vez que se pongan en marcha los nuevos mecanismos en el ámbito de la Justicia santafesina, se irá explicando permanentemente a la sociedad cada paso que den jueces y fiscales. “Habrá un consejo regional que controlará el funcionamiento de las fiscalías; eso les dará la fuerza y la confianza que hoy, más allá de lo que haya ocurrido, la gente ha perdido”.
Superti resumió el caso: “Se archiva la causa; la fiscal (Graciela Parma) apela el archivo y el fiscal de cámara, que es el jefe de la fiscal Parma, desiste de la apelación. Entonces, si el jefe de esos fiscales, que es el doctor Bassó, no sabía, algo anda mal porque es un caso muy sensible; y si sabía que se desistía de la apelación, sería bueno que explique por qué”.
–¿Hay una defensa corporativa?
–Yo estoy explicando un hecho objetivo: una apelación de una fiscal, desistida por su jefe ante la mirada del jefe de los dos.
–Pero el implicado es un juez...
–Claro. Al estar implicado un juez, en un tema sensible como el hurto de energía eléctrica, eso aumenta la expectativa de la gente por saber qué está pasando en la Justicia.
Por Ezequiel Nieva
El regreso de Rafael Gutiérrez a la Presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia fue leído, por analistas y dirigentes políticos, como un nuevo desafío del Poder Judicial al Ejecutivo, en medio de un conflicto que comenzó con un fallo de la Corte nacional, continuó con un copioso intercambio de dardos verbales y se cerró con la designación de las nuevas autoridades de la Corte.
Al gobierno ahora no le quedan cartas por jugar. Hermes Binner había reconocido, unas horas antes de que se haga oficial la vuelta de Gutiérrez al máximo cargo judicial, que las instituciones “se tienen que mejorar desde adentro y no desde afuera”; desde adentro, los ministros de la Corte votaron 5-1 a favor del primo político de Carlos Reutemann y lo consagraron presidente. Gutiérrez, santafesino, había ocupado el cargo por última vez en 2005; luego, por tres años, lo hizo el rosarino Roberto Falistocco.
Además de la Corte, Gutiérrez presidirá el Tribunal Electoral. Estará secundado por dos rosarinos y dos santafesinos, cada uno de los cuales será vocal titular y suplente. Se mantiene el equilibrio en el reparto de cargos entre las dos principales urbes, como expresa la conformación de la Corte, en donde hay tres ministros de cada ciudad. La deliberación interna comenzó el lunes y acabó el martes a la noche; fue calificada de “maratónica” porque, en general, las reuniones no superan las dos o tres horas.
En ese interín, y mientras Binner agotaba las señales hacia los magistrados, instándolos a que no elijan la opción más radicalizada –“lo conocemos bastante bien”, dijo de Gutiérrez–, circuló fuerte la versión de que el santafesino y su par María Angélica Gastaldi –que, hasta ahora, nunca presidió la Corte– estaban empatados 3-3 y que sería el voto de Falistocco, titular saliente, el que desempataría. Pero eso no ocurrió. En la votación definitiva los cinco ministros –Falistocco, Gastaldi, Eduardo Spuller, Mario Netri y Daniel Erbetta– eligieron a Gutiérrez, que simbólicamente votó a Spuller.
EL PARTIDO. La designación de Gutiérrez es algo así como el final de una mano dentro de un largo partido de truco entre el gobierno y la justicia provincial. Están en juego el modo en que se encarará la reforma del Código Penal y, según admitió el ministro Héctor Superti, las cuotas de poder de los diferentes actores: jueces, fiscales, policías, abogados y funcionarios del Ejecutivo. El regreso del primo político del Lole al máximo estrado del Poder Judicial es algo más que un gesto fuerte en medio de una disputa sorda; Gutiérrez fue el presidente de la Corte que avaló la sentencia del Caso Fraticelli; ese fallo fue a la vez la punta del ovillo de una larga serie de reproches de la Corte nacional contra la provincia, que se iniciaron en 2006, bajo el mandato de Jorge Obeid y ya con Falistocco al frente de la Corte.
De algún modo ya lo habían anticipado Binner y Superti cuando, en distintas ocasiones, recordaron el episodio que culminó con la canción “Resistiré”. “Hay dos tipos de resistencia: la que tiene que ver con los cambios de paradigmas en la forma de trabajar, que son resistencias más que comprensibles, se solucionan con capacitación. Pero después están las otras resistencias, que tienen que ver con los intereses que se afectan con el cambio. Y a estas resistencias solo se las quiebra con decisión política”, declaró el ministro de Justicia. A fines de 2007, poco antes del cambio de mandato –que fue, hay que recordarlo, el primer cambio de signo político en la provincia desde 1983–, habían trascendido algunos detalles de un encuentro de la corporación de magistrados realizado en Rosario. En esa oportunidad, los funcionarios judiciales cantaron a coro el tema de la novela que popularizaron Pablo Echarri y Celeste Cid.
De allí en adelante, siempre que hubo algún roce entre el Ejecutivo y la Justicia, desde el entorno de Binner apelaron a esa anécdota:
–¿Qué piensa del mensaje del Colegio de Magistrados al Poder Ejecutivo? –le preguntaron al ministro Antonio Bonfatti luego de que el órgano que agremia a los jueces emitiera un documento crítico del gobierno.
–Lo resumo en el título de una canción: “Resistiré” –respondió–. Es la canción que utilizaron cuando se venía la reforma del Código Penal, antes de que nosotros asumiéramos. Me parece que hay una vieja estructura que está crujiendo, que no está dispuesta a que las cosas cambien y que está resistiendo, tal cual lo expresaron antes de la asunción (de Binner): “Resistiré”. No quieren el cambio y están aferrados a viejas cuestiones; que se hagan responsables de lo que ha sido la Justicia en los últimos años.
En los últimos años, además del severo reto de la Suprema Corte nacional luego de la primera revisión de la causa contra el ex juez Carlos Fraticelli, la Justicia santafesina también fue blanco de críticas por una serie de causas emblemáticas: la represión en Rosario en diciembre de 2001, las inundaciones de Santa Fe en 2003 y 2007 y una larga lista de casos de corrupción que, como si fuera una regla no escrita, terminaron siempre con los imputados libres de culpa y cargo.
La llegada de Binner a la Casa Gris no se tradujo en cambios. El gobernador había dado señales equívocas: en campaña prometió hacer con la Corte “lo mismo que el gobierno nacional con la Corte nacional” –es decir, promover reformas de fondo en el sistema de designación de los miembros y a la vez autolimitar sus propias potestades–, sin por ello abandonar su discurso a favor del respeto por la independencia de los poderes. Hasta ahora la tónica ha sido esa y, en la mano que comenzó con Binner sugiriendo la renuncia de los ministros de la Corte, hubo retruco, vale cuatro y finalmente se vieron las cartas: los ministros siguen en la Corte y, como si fuera poco, pusieron a la cabeza al más resistido –ironías de lado– por Binner y los suyos: Rafael Gutiérrez.
LAS CARTAS. Apenas recobró la libertad, Fraticelli le apuntó directo a la Corte por su caso. El ex juez de Rufino –condenado a prisión perpetua, junto a su ex esposa, por la muerte de su hija Natalia– responsabilizó al máximo órgano de la Justicia santafesina por los seis años que pasó preso y deslizó que el ex gobernador Reutemann habría presionado a su primo para que se resuelva el asunto con la mayor celeridad posible porque “no quería un caso María Soledad en Santa Fe”.
En julio de 2004, bajo la presidencia de Gutiérrez, la Corte provincial avaló el proceso y la condena contra Fraticelli. En esa ocasión el órgano argumentó que no se advertía ninguna violación a la garantía de imparcialidad y que las quejas de la defensa eran, en realidad, una muestra de disconformidad con las resoluciones de los jueces. El defensor de Graciela Diesser, la ex esposa de Fraticelli, era el actual ministro de Justicia Héctor Superti. Esa votación también terminó 5-1: Falistocco, Gutiérrez, Netri, Spuller y Rodolfo Vigo avalaron el procedimiento; Gastaldi votó en disidencia.
La rosarina había asegurado que los planteos de la defensa contaban con suficiente entidad constitucional como para hacer una revisión de la causa. Pero no se hizo y Fraticelli y Diesser fueron presos. En agosto de 2006, la Corte Suprema de la Nación exigió la revisión de todo el proceso porque consideró inconstitucional la condena. A partir de ahí la provincia debió comenzar a elaborar el proyecto de reforma integral del sistema penal, cuyo cambio más trascendente es la adopción de la oralidad para el enjuiciamiento de los delitos más graves.
Un tribunal compuesto por cinco conjueces de Venado Tuerto hizo la revisión del caso y comunicó el resultado el mes pasado, nueve años y medio después de los hechos. El fallo, dividido, estableció que no hay motivos para sostener la culpabilidad de los padres de Natalia. Ambos quedaron absueltos.
TRUCO. Fue entonces que empezó el cruce entre poderes y de ambos lados jugaron a redoblar la apuesta. Primero, el ministro Superti convocó a una rueda de prensa para manifestarse sobre el fallo en particular y para dar su punto de vista sobre el conflicto en general. En cuanto a lo primero, dijo: “Es una sentencia que me da tranquilidad de espíritu y que vuelve a poner en blanco sobre negro la necesidad de una reforma profunda en el sistema santafesino, con transparencia y con la posibilidad de que la gente vea cómo funcionan las instituciones, para que confíe cada vez más en la Justicia”.
Aunque Superti comenzó negando la existencia de un conflicto entre poderes, luego admitió todo lo contrario. “Hay un entuerto con el Colegio de Magistrados, no con el Poder Judicial”, sostuvo, en alusión al comunicado de la institución contra el gobierno. Y cargó contra los sectores de la Justicia que se “resisten”: “Estoy absolutamente convencido de que hay sectores que no quieren el cambio”, insistió Superti.
–¿Y por qué cree que hay resistencias al cambio?
–Es fácil: el sistema de transparencia modifica las cuotas de poder. No es que los jueces o los fiscales no vayan a tener poder; van a tenerlo, pero para sus funciones, no para otras cosas. Va a haber un desplazamiento de poder. Y hay intereses que se van a ver muy afectados. Por ejemplo: hoy la fuerza que tienen las actas policiales es tremenda; por las actas de un testimonio, de una pericia o de un croquis se puede condenar a una persona. Con el nuevo sistema, si en la audiencia los policías o quienes intervinieron no explican a viva voz qué es lo que vieron o lo que pasó, la prueba no sirve. Son intereses que se van tocando.
La conferencia del ministro fue el viernes 20 de noviembre; el lunes 23, en sus primeras declaraciones luego del viaje comercial por Malasia y Singapur, donde se enteró del fallo que absolvió a Fraticelli, el gobernador Binner hizo una fuerte crítica: dijo que lo que ocurrió con el ex juez de Rufino “fue producto del contubernio entre el Poder Judicial y el político” y agregó: “Si yo fuera juez de la Corte, renunciaría después del fallo”.
RETRUCO. Los misiles de Binner y Superti dieron de lleno en el seno de la Corte. El miércoles 25, apenas terminado el encuentro semanal que mantienen los ministros en Tribunales, contestaron las imputaciones del gobierno con un comunicado formal. Según los integrantes del máximo tribunal, es un error del gobernador suponer que la revisión en segunda instancia del Caso Fraticelli –que es un argumento más en favor de la reforma del sistema penal– obedece a la “falta de compromiso” de los magistrados en la transformación “del sistema penal y del sistema judicial en su conjunto”.
Sobre la sugerencia de renunciar a sus cargos, respondieron: “Luce desproporcionada”. Y, en esa línea, atacaron también el principal capital político de Binner: su mesura. “La prudencia y la mesura política constituyen, hoy más que nunca, valores que deben ser preservados de modo especial por las autoridades que ocupan cargos de responsabilidad política, por encarnarse en ellas la representación del poder institucionalizado. Es deseable que las opiniones que dichas autoridades expresan, más allá de la firmeza y convicción con que las mismas sean expuestas, encuentren un límite en la debida consideración y respeto que, en el marco de las relaciones institucionales, se deben entre sí los distintos poderes del Estado”, indicaron los jueces en su documento.
Luego desmintieron una de las insinuaciones más repetidas del gobierno –la supuesta funcionalidad del cuerpo a los intereses de la oposición, que era gestión cuando los actuales miembros de la Corte alcanzaron sus cargos– argumentando que es una mera generalización: “Resultan preocupantes las manifestaciones respecto de una supuesta connivencia o pacto entre el Poder Judicial y referentes políticos, sin precisar casos concretos, ni indicar los elementos demostrativos de tan grave imputación. No puede dejar de advertirse que toda generalización no hace más que poner en tela de juicio la independencia de todos los magistrados y contribuye a alentar la desconfianza hacia uno de los poderes del Estado, impidiendo discernir responsabilidades concretas”.
VALE CUATRO. El gobierno se quiso quedar con la última palabra, antes de que se precipitaran los hechos, y una vez más el gobernador emitió señales hacia la Corte, sin éxito. El martes, mientras se sucedían las negociaciones en el máximo órgano de la Justicia santafesina, Binner volvió sobre el tema. “Nunca van a escuchar que le digamos a la Corte lo que tiene que hacer”, sostuvo el gobernador ante la prensa. “La Corte sabe lo que tiene que hacer; está en la Constitución y es su obligación”.
Pero agregó que la revisión de la causa contra Fraticelli, ordenada por la Corte nacional, hace visibles los errores de la Justicia santafesina. “Hay que aceptarlo, cualquiera se puede equivocar”, comentó.
–Pero, ¿es un error? ¿Usted cree que pasó eso: una simple equivocación?
–Sí. Hay un sistema que es contrario a los acuerdos, contrario al pacto de San José de Costa Rica. Se llama inquisidor; viene de Inquisición. Y en la Inquisición el mismo que acusaba era el que juzgaba. Por suerte ahora no se quema a la gente en la plaza.
Aquella mañana también le pidieron una opinión sobre la figura de Rafael Gutiérrez:
–¿Le hace bien al cuerpo?
–Es un derecho del cuerpo.
–Pero Gutiérrez es familiar de Carlos Reutemann.
–Pero es un derecho que tiene el cuerpo de elegir a su conducción –repitió Binner.
–¿Qué opina de él, lo conoce?
–Sí, bastante lo conozco, claro. Pero es un derecho que tiene el cuerpo –insistió el gobernador.
–A la Justicia, ¿le puede afectar en algo?
–Yo creo que todos los sistemas se tienen que mejorar desde adentro y no desde afuera. Nuestro gobierno en estos dos años ha ido mejorando, y estoy muy conforme con todos los logros que se consiguieron: las obras que se inauguraron y las que están en marcha.
EN LA MESA. Ese martes –1º de diciembre–, después de nueve horas de debate, se hizo oficial la decisión de la Corte. Un escueto parte de prensa informó: “El Dr. Rafael Francisco Gutiérrez ha sido electo presidente de la Corte Suprema de Justicia de la provincia de Santa Fe para el año 2010, de acuerdo a lo previsto por el artículo 20 de la ley 10.160”. El siguiente comunicado ratificó que Gutiérrez también estará al frente del Tribunal Electoral, secundado por Ricardo Silvestri y Daniel Amadio –juez de la Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial de Rosario y juez de la Cámara de Apelación en lo Penal de Santa Fe– como vocales titulares y por Elena Virginia Ramón y Raúl Cordini –jueza de Cámara de Apelación en lo Penal de Rosario y juez de Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial de Santa Fe– como vocales suplentes.
Aunque se especuló hasta último momento con la posibilidad de un empate –lo que abría chances a la ministra Gastaldi de ocupar la Presidencia por primera vez– lo cierto es que al final la decisión fue colocar al más duro –en términos de oposición política– de los candidatos a la cabeza de la Justicia.
Jorge Sansó de la Madrid escribió en La Capital: “A pesar del propio Gutiérrez, su elección está signada por la pelea entre oficialismo y oposición. Unos y otros ven en su nombre una reedición de la misma batalla. Los oficialistas lo sindican como el exponente más opositor entre los ministros de la Corte y hacia él, aseguran, estuvieron los dardos dirigidos por Binner cuando refirió a componendas entre el Poder Judicial y los gobiernos justicialistas de Jorge Obeid y Carlos Reutemann. Pero la alusión más destinada a Gutiérrez de las dichas por el jefe del Ejecutivo parece ser la que refiere a que los ministros se niegan a la reforma para no perder privilegios del pasado”.
EL CASO DEL JUEZ SAURÍN. El ministro de Justicia Héctor Superti se manifestó disgustado con la tarea de los fiscales y, en particular, del procurador de la Corte, Agustín Bassó, en el caso del juez Rubén Saurín, que estuvo involucrado en un hecho de hurto de energía a mediados de año, causa archivada por su colega Jorge Patrizi a principios de agosto.
Superti dijo, en medio de una conferencia de prensa en la que explicaba los nuevos mecanismos que se aplicarán en la Justicia provincial con el objetivo de volver los procesos más transparentes: “En un caso en el que está involucrado un juez (Saurín) por hurto o estafa, nosotros tenemos conocimiento de que la Fiscalía quería llevar adelante pruebas, y luego, cuando la Fiscalía apela el archivo (decidido por Patrizi), el fiscal de Cámara desiste de esa apelación”.
El argumento de Superti contra Bassó es el siguiente: “El Ministerio Público es uno solo pero ambos (la Fiscalía y la Cámara de Apelaciones) dependen de Bassó. Entonces, o Bassó no sabe lo que pasa en el Ministerio Público o está convencido de que estaba bien desistir. Sería bueno que se lo explique a la comunidad, porque es un caso muy sensible”.
El ministro explicó que, una vez que se pongan en marcha los nuevos mecanismos en el ámbito de la Justicia santafesina, se irá explicando permanentemente a la sociedad cada paso que den jueces y fiscales. “Habrá un consejo regional que controlará el funcionamiento de las fiscalías; eso les dará la fuerza y la confianza que hoy, más allá de lo que haya ocurrido, la gente ha perdido”.
Superti resumió el caso: “Se archiva la causa; la fiscal (Graciela Parma) apela el archivo y el fiscal de cámara, que es el jefe de la fiscal Parma, desiste de la apelación. Entonces, si el jefe de esos fiscales, que es el doctor Bassó, no sabía, algo anda mal porque es un caso muy sensible; y si sabía que se desistía de la apelación, sería bueno que explique por qué”.
–¿Hay una defensa corporativa?
–Yo estoy explicando un hecho objetivo: una apelación de una fiscal, desistida por su jefe ante la mirada del jefe de los dos.
–Pero el implicado es un juez...
–Claro. Al estar implicado un juez, en un tema sensible como el hurto de energía eléctrica, eso aumenta la expectativa de la gente por saber qué está pasando en la Justicia.
viernes, 4 de diciembre de 2009
Pausa #50
Nota de tapa
CONFLICTO DE PODERES: RAFAEL GUTIÉRREZ VUELVE A LA PRESIDENCIA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA PROVINCIAL
La decisión del máximo órgano de la Justicia santafesina es un abierto desafío al discurso de cambio que propone la administración Binner. Después de varios cruces mediáticos, la relación entre el Poder Judicial y el Ejecutivo sigue tan tensa como al principio. El socialismo recordó la relación familiar que vincula a Gutiérrez con Reutemann; desde la Corte respondieron que no hay acuerdos ocultos con ninguna fuerza política. La revisión del Caso Fraticelli marcó el inicio del conflicto.
También en esta edición
MIRTHA ES LA CULTURA
Sin pompa y casi sin difusión –aunque el decreto figura en la web– el gobierno declaró Embajadora Cultural de la provincia a Mirtha Legrand. Uno de los argumentos del nombramiento es que a lo largo de su carrera demostró “su capacidad para exponer los temas nacionales, obrando siempre con verdad y probidad, y promoviendo el consenso y la democracia”. Una reflexión acerca del ser santafesino y los sueños de ascenso social.
LA LLUVIA QUE A NADIE DEJA DORMIR
Durante las últimas semanas una serie de peculiares precipitaciones –fuertes, con viento y con muy diferente cantidad de agua caída según el sector de la ciudad– provocaron los ya habituales anegamientos de calles, casas, comercios, quintas de cultivo y manzanas enteras. ¿Cuáles son las obras todavía ausentes? ¿Cuál es el plan para los desagües? ¿Cuánta plata se necesita para esta infraestructura? Las advertencias de 2007, la mentada “vulnerabilidad” y todo lo que falta.
ARIEL GARCÉ, ÍNTIMO Y DESENCHUFADO
Una entrevista en profundidad con el defensor sabalero, poco afecto a las intervenciones de prensa. Su infancia, el ambiente rosquero del fútbol y sus posturas frente al matrimonio entre la pelota y el vil metal. El rock y la presencia para compartir y aprender junto a los más humildes. Los amigos y los gustos musicales. Sus lesiones y la historia de su vuelta a Colón, para ganarse el corazón del hincha como figura indiscutida.
COMUNICAR DESDE LAS COMUNIDADES
Diversas experiencias de la comunicación comunitaria, pensadas en primera persona y reflexivamente, justificaron la edición del libro del Área de Comunicación Comunitaria de la UNER, “Construyendo comunidades. Reflexiones actuales sobre comunicación comunitaria”. Con un equipo amplio de docentes, estudiantes y graduados, sostienen diariamente una labor a la vez intelectual y popular.
Además
- “Las bellezas bálticas”, por Gerardo Moyano
- El poeta Osvaldo Aguirre, por Francisco Bitar
- Noticias, humor y la más completa agenda cultural
Próximo número: viernes 18 de diciembre
CONFLICTO DE PODERES: RAFAEL GUTIÉRREZ VUELVE A LA PRESIDENCIA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA PROVINCIAL
La decisión del máximo órgano de la Justicia santafesina es un abierto desafío al discurso de cambio que propone la administración Binner. Después de varios cruces mediáticos, la relación entre el Poder Judicial y el Ejecutivo sigue tan tensa como al principio. El socialismo recordó la relación familiar que vincula a Gutiérrez con Reutemann; desde la Corte respondieron que no hay acuerdos ocultos con ninguna fuerza política. La revisión del Caso Fraticelli marcó el inicio del conflicto.
También en esta edición
MIRTHA ES LA CULTURA
Sin pompa y casi sin difusión –aunque el decreto figura en la web– el gobierno declaró Embajadora Cultural de la provincia a Mirtha Legrand. Uno de los argumentos del nombramiento es que a lo largo de su carrera demostró “su capacidad para exponer los temas nacionales, obrando siempre con verdad y probidad, y promoviendo el consenso y la democracia”. Una reflexión acerca del ser santafesino y los sueños de ascenso social.
LA LLUVIA QUE A NADIE DEJA DORMIR
Durante las últimas semanas una serie de peculiares precipitaciones –fuertes, con viento y con muy diferente cantidad de agua caída según el sector de la ciudad– provocaron los ya habituales anegamientos de calles, casas, comercios, quintas de cultivo y manzanas enteras. ¿Cuáles son las obras todavía ausentes? ¿Cuál es el plan para los desagües? ¿Cuánta plata se necesita para esta infraestructura? Las advertencias de 2007, la mentada “vulnerabilidad” y todo lo que falta.
ARIEL GARCÉ, ÍNTIMO Y DESENCHUFADO
Una entrevista en profundidad con el defensor sabalero, poco afecto a las intervenciones de prensa. Su infancia, el ambiente rosquero del fútbol y sus posturas frente al matrimonio entre la pelota y el vil metal. El rock y la presencia para compartir y aprender junto a los más humildes. Los amigos y los gustos musicales. Sus lesiones y la historia de su vuelta a Colón, para ganarse el corazón del hincha como figura indiscutida.
COMUNICAR DESDE LAS COMUNIDADES
Diversas experiencias de la comunicación comunitaria, pensadas en primera persona y reflexivamente, justificaron la edición del libro del Área de Comunicación Comunitaria de la UNER, “Construyendo comunidades. Reflexiones actuales sobre comunicación comunitaria”. Con un equipo amplio de docentes, estudiantes y graduados, sostienen diariamente una labor a la vez intelectual y popular.
Además
- “Las bellezas bálticas”, por Gerardo Moyano
- El poeta Osvaldo Aguirre, por Francisco Bitar
- Noticias, humor y la más completa agenda cultural
Próximo número: viernes 18 de diciembre
martes, 1 de diciembre de 2009
En busca de la silueta perdida
Por Adrián Brecha
El horno no está para bollos, pero la temperatura local ya se hace sentir. ¡Y cómo! Si bien faltan varios días para que el almanaque indique el solsticio de verano, el termómetro ya nos dio varias sacudidas como para ir anticipando lo que nos depara en los tan bellos meses que cambian el humor santafesino. Usted dirá que no es momento de hablar de fruslerías, que el país tiene serios problemas (como siempre), que el mundo está aún enfrascado en las guerras, con nobeles que las declaran. Que hay hambre, pobreza, enfermedades, que existen conflictos de todo tipo: políticos, sociales, religiosos y ecológicos, cada uno con un documental a estrenar. Que ante escenarios como la crisis mundial, el dengue, la gripe, la desocupación, los conflictos mediáticos, no deberíamos arribar con temas como éste. Pero también puede ser que usted no piense en nada de esto y esté haciendo números para conseguir ese deseado split que mira con la ñata contra el vidrio, o soñando con las vacaciones en el mar, las sierras o los piletones del renovado Parque Garay. El calor, además de traer los mosquitos, también nos permite disfrutar al ver a los habitantes de la aldea sueltos de ropa. Y eso conlleva sin dudas al problema que nos acompleja (un plural para socializar la culpa): los tan conocidos y negados kilitos de más. La tasa de inscriptos en los gimnasios crece ampliamente en estas fechas, para lograr cuerpos que sólo se ven en las revistas. Los pantalones empiezan a acusar recibo y ya no se puede zafar desprendiendo el primer botón. La remera ajusta la panza cervecera y de nada sirve esconderla. Quizás uno de los problemas es que haya pocos gordos exitosos. Al gordo le queda sólo ser el dueño de la pelota, dedicarse al humor o conseguir la secretaría general de algún gremio. Es por eso que, desde este púlpito, nos disponemos a entregarle algunas tetras para mirar con dignidad al espejo:
1. Culpe al estrés. Propicia el sobrepeso y la obesidad. Los animales a los que se les proporcionó una dieta rica en grasas y azúcares en condiciones de estrés engordaron el doble que los ratones que mantuvieron la misma dieta pero sin estrés.
2. La ropa negra es una aliada, pero es un engaña pichanga sobretodo si hay que ir a una pileta. Resígnese.
3. Recurra a un momento setentoso y cante: “la pinta es lo de menos, yo soy un gordo bueno”. Y siempre recuerde que billetera mata galán.
4. El sexo es un ejercicio efectivo, consume una gran cantidad de energía calórica. La excitación de desvestir a la pareja quema entre 120 a 180 calorías, un orgasmo 160. Divierte más que Pilates.
5. Si todo lo puede y no logra renunciar a los postres, entréguese al placer y siga el dogma de Willy Polvoron: “la vida es una sucesión de asados”.
El horno no está para bollos, pero la temperatura local ya se hace sentir. ¡Y cómo! Si bien faltan varios días para que el almanaque indique el solsticio de verano, el termómetro ya nos dio varias sacudidas como para ir anticipando lo que nos depara en los tan bellos meses que cambian el humor santafesino. Usted dirá que no es momento de hablar de fruslerías, que el país tiene serios problemas (como siempre), que el mundo está aún enfrascado en las guerras, con nobeles que las declaran. Que hay hambre, pobreza, enfermedades, que existen conflictos de todo tipo: políticos, sociales, religiosos y ecológicos, cada uno con un documental a estrenar. Que ante escenarios como la crisis mundial, el dengue, la gripe, la desocupación, los conflictos mediáticos, no deberíamos arribar con temas como éste. Pero también puede ser que usted no piense en nada de esto y esté haciendo números para conseguir ese deseado split que mira con la ñata contra el vidrio, o soñando con las vacaciones en el mar, las sierras o los piletones del renovado Parque Garay. El calor, además de traer los mosquitos, también nos permite disfrutar al ver a los habitantes de la aldea sueltos de ropa. Y eso conlleva sin dudas al problema que nos acompleja (un plural para socializar la culpa): los tan conocidos y negados kilitos de más. La tasa de inscriptos en los gimnasios crece ampliamente en estas fechas, para lograr cuerpos que sólo se ven en las revistas. Los pantalones empiezan a acusar recibo y ya no se puede zafar desprendiendo el primer botón. La remera ajusta la panza cervecera y de nada sirve esconderla. Quizás uno de los problemas es que haya pocos gordos exitosos. Al gordo le queda sólo ser el dueño de la pelota, dedicarse al humor o conseguir la secretaría general de algún gremio. Es por eso que, desde este púlpito, nos disponemos a entregarle algunas tetras para mirar con dignidad al espejo:
1. Culpe al estrés. Propicia el sobrepeso y la obesidad. Los animales a los que se les proporcionó una dieta rica en grasas y azúcares en condiciones de estrés engordaron el doble que los ratones que mantuvieron la misma dieta pero sin estrés.
2. La ropa negra es una aliada, pero es un engaña pichanga sobretodo si hay que ir a una pileta. Resígnese.
3. Recurra a un momento setentoso y cante: “la pinta es lo de menos, yo soy un gordo bueno”. Y siempre recuerde que billetera mata galán.
4. El sexo es un ejercicio efectivo, consume una gran cantidad de energía calórica. La excitación de desvestir a la pareja quema entre 120 a 180 calorías, un orgasmo 160. Divierte más que Pilates.
5. Si todo lo puede y no logra renunciar a los postres, entréguese al placer y siga el dogma de Willy Polvoron: “la vida es una sucesión de asados”.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)