Televisión. Habitación 13: el desafío de contar historias en
una sola locación.
Por Alan Valsangiácomo
Habitación 13 comenzó hace un poco más de tres años, cuando
se abrió la primera etapa de la
Convocatoria de la
Fábrica de TV, uno de los ejes del programa Polos
Audiovisuales Tecnológicos de la Televisión Digital Abierta, política pública del
Ministerio de Planificación en articulación con el Consejo Interuniversitario
Nacional.
Un momento del detrás de escena de la producción de Habitación 13, la serie santafesina que se verá por la pantalla de Canal 13.
Es un proyecto que fue presentado por alumnos del Instituto Superior de Cine y Artes Audiovisuales en la convocatoria lanzada en Santa Fe a través del Nodo Litoral. Forman parte del proyecto diversas instituciones, organizaciones y productoras, trabajando de manera asociada.
El próximo viernes 25 de septiembre Habitación 13 se estrena
en la pantalla local de Canal 13. Pausa dialogo con Agustín Falco, uno de sus
directores, y con Paula Rodríguez quien encabezó la producción.
Las caras de ellos hablan del tiempo y de cómo el cuerpo se
pone al servicio de eso que hacen, la infinita tensión entre arte e industria.
Ese juego constante entre el trabajo y el amor para ayudar a otro a decir algo.
“Me gustaría destacar a las empresas locales que nos
apoyaron en la etapa de producción de la serie”, arranca Paula, “así como a la Municipalidad de
Santa Fe y a Canal 13 por el respaldo en la etapa de emisión, para que hoy
podamos ver el esfuerzo y profesionalismo de muchos santafesinos a través de
una de las pantallas más importantes y masivas de la región”.
—¿Qué es lo más interesante de todo esto?
—Paula: Para mí lo lindo es que cada vez que tenés un guión,
se abre un mundo nuevo. En mi caso, por ejemplo es ponerme a pensar cómo armar
la logística para que ese guión se concrete. Habitación 13 es muy distinta a
Fábula o La
Patria Emprendedora.
—Agustín: Cada proyecto tiene su propia lógica. En H13 lo
más interesante fue el esquema de producción que se planteó, en base a la
estética que nos propusimos. Teníamos un formato de 13 capítulos de media hora,
en una escenografía fija, en una sola locación. Ese fue el disparador que surge
por el concurso. La propuesta de la convocatoria era generar una sitcom o
telenovela. Supuestamente, un solo decorado simplificaría la realización.
—¿Y eso fue así?
—Esa propuesta la respetamos bastante, transgredimos un poco
con la idea de elenco fijo. Pero nosotros decidimos hacer una serie de 13
unitarios.
—¿Ese fue el primer cambio?
—Sí, a partir de eso nos decidimos por trabajar el tono
general. Nos interesaba el humor negro, la comedia negra. La libertad temática
del concurso nos permitió trabajar distintos géneros o subgéneros, terror,
ciencia ficción o el policial, siempre con tono de parodia.
—Igual no estuviste solo en este proyecto, ¿cómo es el doble
comando a la hora de dirigir?
—La dirección la trabajamos de a dos, los guiones los
escribimos de a dos. Pensábamos con Arturo Castro Godoy que durante la
dirección nos íbamos a agarrar de los pelos, pero la verdad es que no nos
peleamos nunca.
—¿Ya habían dirigido juntos?
—Agustín: Compartimos trabajos, pero nunca habíamos
codirigido.
—Paula: Nunca habían dirigido los dos a la vez, para mi
también era un desafío saber cómo iba a responder el equipo, ya que en otros
trabajos siempre era uno el que asumía el rol de director.
—Agustín: Igual, al día cuatro de rodaje bastaba con una
mirada para saber que los dos estábamos viendo lo mismo. Se genera ese tipo de
vínculo. También hay una diferencia que se plantea al ser una producción para
TV. No hay mucho margen como para que uno se encargue de la puesta en imagen y
otro como asistente. La TV
no te da muchas posibilidades de encuadre, son tres cámaras prendidas, lo
importante es lo que pasa, es lo que se ve.
—Paula: Para llegar a eso hubo un trabajo de ensayo previo,
en el que se podían ver las acciones de los actores, corregir y dar las
indicaciones necesarias. Eso permitió que el trabajo en el set sea distinto.
—Agustín: Elegimos un actor por capítulo para que nos
asistiera en la puesta con la característica de que no podían dirigir si ellos
actuaban en ese capítulo. Hubo momentos en que teníamos 13 ensayos en
simultáneo. Una locura, con Arturo íbamos rotando para ver los avances. Además,
cuando comenzamos la preproducción, sólo teníamos desarrollados cuatro
capítulos. Entonces, teníamos que escribir, ensayar y trabajar en todos los
aspectos que requiere la preproducción de una serie.
—Paula: A todo esto sumale que el presupuesto era muy
acotado.
—Como siempre.
—Agustín: Y por si esto fuera poco también nos planteamos
filmar un capítulo por jornada.
—¿Pudieron hacerlo?
—Paula: La premisa era hacerlo así, y el resultado ronda en
un promedio de una jornada y media por capítulo. Por ejemplo uno de los
capítulos, “Infiltrados”, esta hecho en plano-secuencia (filmar la acción sin
cortar). Por momentos es como pensar una obra de teatro.
—Agustín: La tele te lleva a eso, no podés pensar desde la
imagen, tenés que pensar desde la acción. Uno en el cine esta más pendiente del
plano, en este proyecto no había tiempo y dado los condicionamientos que
teníamos nos llevó a estar más pendiente de la dramaturgia. Toda decisión de
producción tiene su correlato estético. Es un juego entre la eficiencia y la
estética.
—¿Como vivieron el proceso de creación?
—Agustín: Por más que tengas un equipo de personas que
constantemente te esté preguntado cosas y uno se sienta acompañado, cuando
escribís y dirigís es inevitable que sientas ciertos momentos de soledad. Hay
cosas que dependen de uno y no las puede resolver otro.
—Paula: Ahí es importante la apropiación que tiene el equipo
del proyecto, para llegar a buen puerto y que no se resquebraje la relación
entre todos. No es sólo trabajo, si no le pones amor a lo que estas haciendo es
muy difícil que sobrevivas a un rodaje.
—Agustín: No hay que copiar los modelos de producción
industriales, porque a la larga son frustrantes. Yo creo que hay que trabajar
sobre el apasionamiento. Si mañana hay un Apocalipsis, ¿qué vamos a hacer
nosotros? Si encontramos una cámara vamos a seguir filmando.
—¿Qué buscan decir con H13?
—Agustín: Por un lado nos propusimos ofrecerle al publico
historias interesantes, que puedan ser divertidas pero al mismo tiempo que
puedan develar los mecanismos que indiquen que también son parte de una
construcción. El único personaje que se repite en todos los capítulos es el
conserje, interpretado por Raul Kreig, y él se encarga de interpelar al
espectador, de hacer consciente que lo narrado forma parte de un relato.
Buscamos tener una mirada ácida del propio medio. Para nosotros fue muy
divertido hacerlo y buscamos transmitir eso. No solo desde el argumento sino
también desde la forma en que se narra.
—¿Podríamos decir que es la primera serie manierista de
Santa Fe?
—Agustín: No tengo idea. Pero si hay algo artístico, tiene
que haber algo personal... y si hay algo personal es justamente esto, mostrar
que es divertido. Lo que pasa y cómo fue hecho. Yo creo que la televisión llegó
a un grado de madurez en donde el manierismo esta presente. Hay muchas series
que lo hacen y son las series que nos gustan.
La nueva generación
Durante las tres últimas décadas participé activamente en la
realización del cine de la ciudad. Hoy con íntima satisfacción y con
fundamentadas ilusiones puedo afirmar que en Santa Fe ha nacido una nueva
generación del relato audiovisual. Es el aporte de una suma dinámica y
comprometida de voluntades personales y políticas de Estado lo que lo
posibilitan. Habitación 13 es consecuencia del paso por las aulas del Instituto
Santafesino de Cine y Artes Audiovisuales de la mayoría de los jóvenes que
generaron y ejecutaron el proyecto. Siento un inocultable orgullo. Desde
nuestra generación tenemos la obligación de acompañarlos y facilitarles el
camino sin mezquindades ni recelos. Un cinematográfico abrazo a todo el equipo.
¡Corten!
(*) Docente del Iscaa
Publicada en Pausa #162, miércoles 23 de septiembre de 2015
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