Más de 500 personas en el 5º Congreso Nacional Argentina
Contra la Trata
de Personas.
El 5º Congreso Nacional Argentina y 3º del MERCOSUR-Cono Sur
contra la Trata
y el Tráfico de Personas reunió en Santa Fe a más de 500 personas, que se
propusieron abordar esta compleja problemática desde distintas facetas. La
insistencia de las organizaciones sociales en dejar de mirar para otro lado, la
urgencia de políticas públicas de asistencia a la víctima y las matrices
culturales que posibilitan la esclavitud del siglo XXI fueron ejes de
debate.
Uno de los ejes presentes en todos los debates fueron las matrices culturales que posibilitan la explotación de mujeres para la prostitución. Foto: Pablo Bertoldi
Hay un contexto cultural que permite que repitamos y naturalicemos
que la prostitución es el oficio más antiguo del mundo y que no cuestionemos la
forma extrema de violencia que implica que una persona sea explotada por otra.
La trata de personas, con fines de explotación sexual y/o laboral, es la forma
de violencia más instalada en nuestra sociedad. La esclavitud del siglo XXI.
La trata se ha instalado en las agendas de los países de la
región debido al intenso trabajo de las organizaciones sociales, que a través
de denuncias, de exposición de casos puntuales en los medios masivos y de
múltiples actividades de sensibilización, empiezan ser escuchadas. Gran parte
de los mecanismos e instrumentos para la lucha contra la trata que han
construido los Estados surgen de la presión que ejercen las organizaciones a través
de sus acciones territoriales y de incidencia política. El tema adquiere
necesariamente una dimensión internacional y regional, por la naturaleza misma
del delito.
Sin embargo, la trata de personas no es solamente un delito.
Urge pensar, reflexionar, desarticular una serie de mecanismos culturales,
políticos, económicos, que posibilitan y sostienen este tipo de situaciones de
violencia. De allí que el lema del 5º Congreso haya sido “La cultura y la
política… territorios de resistencias y disputas’’, contó Mónica Rivero,
educadora popular e integrante de Acción Educativa Santa Fe, una de las
organizaciones coordinadoras, junto a Vínculos en Red y la Universidad Nacional
de Villa María.
El Congreso reunió el 19 y 20 de septiembre, en la Sala Garay , a más de
500 participantes de 14 provincias argentinas y de otros países del Mercosur,
con la presencia de destacados panelistas invitados de Latinoamérica y España.
“Tuvimos un doble desafío: pensar en la posibilidad de que
el Congreso sea itinerante y, además, ir complejizando la mirada que teníamos
sobre el tema, enriquecer la visión con aspectos como el de las matrices
culturales, que quedaron planteados en los debates, entender la trata como una
problemática social que implica cuestiones culturales y económicas que
sostienen esto’’, explicó Carlos Zagni, integrante del equipo organizador.
Dominio patriarcal
Dos sistemas que cimentan la sociedad fueron cuestionados y
“desarmados’’ durante el Congreso: el patriarcado y el capitalismo.
Clyde Soto, investigadora social, integrante del Centro de
Documentación y Estudio, de Paraguay, se refirió a las “Premisas patriarcales
sobre el tráfico y la trata de mujeres con fines de explotación sexual”. Su
mirada procura echar luz sobre el contexto ideológico que permite esta forma
extrema de violencia hacia la mujer y de violación de sus derechos humanos:
“Ciertos núcleos ideológicos, ciertas formas de pensar que están presentes en
la vida cotidiana de todas las personas (no sólo de las personas ‘tratadas’)
forman parte del mismo sistema que posibilita una clasificación de las mujeres,
que permite hacer una estratificación sexual, considerando que algunas deben
ser destinadas al trabajo sexual y otras a la ‘vida decente’ (la maternidad, la
vida de pareja...). Esa segregación, esa división moral de las mujeres entre
putas y santas, entre mujeres para la vida fácil y mujeres para la vida
organizada u ordenada –según las premisas patriarcales–, sostienen este sistema
y son la base de la violencia extrema’’.
“Las mujeres también crecemos y vivimos con el permanente
temor a ser consideradas putas”, continúa Soto. “Y la puta es la mujer que se
apropia del deseo sexual. De allí que considero que luchar contra la trata
implica limitar el poder ilimitado de las redes trasnacionales, de quienes se
apropian de las mujeres y las esclavizan. Pero, al mismo tiempo, luchar en
contra de la vigencia de estas premisas patriarcales, desarmando sus bases
ideológicas’’.
El arte habla
El Congreso incorporó, por primera vez, a los lenguajes
artísticos, en un doble espacio: asumiendo la palabra y la reflexión en paneles
específicos integrados por artistas (músicos, actrices, plásticos); poniendo el
cuerpo para encarnar su mirada, a través de obras teatrales, esculturas,
pinturas, recitales musicales y otras expresiones.
El artista plástico Mauricio Nizzero, de Buenos Aires,
aportó una interesante mirada histórica acerca de la imagen en la historia del
arte (roles del varón y de la mujer) y cómo la cultura patriarcal dominante las
fue tomando como instrumento de poder: “La imagen en función de dominación: mi
preocupación está puesta en la historia del arte y la producción de imágenes
pictóricas que van siendo reemplazadas cada vez más por la publicidad. Este
lugar de trabajo me permitió hacer un recorrido para ver cómo estaba instalada
la figura del hombre y la de la mujer y, a partir de ahí, cómo la publicidad
dice y propone mensajes que siguen sosteniendo este principio patriarcal,
dominante, masculino, de la fuerza del macho que dice y decide por el otro”.
Nizzero contó que trabaja “en otro formato de masculinidad:
pensar la masculinidad desde lo sensible. Yo, como hombre heterosexual, ¿por
qué no puedo llorar, por qué no puedo emocionarme, por qué no puedo lagrimear
frente a una película, un libro, una poesía?”, se preguntó.
“En estas experiencias de sensibilización creo que logré
mejorar mi condición de hombre. Conseguí pensarme desde otra masculinidad: más
sensible, a la par de la mujer, construyendo nuevas experiencias”, consideró el
artista.
Otra de las dimensiones en las que se planteó la expresión
artística es en su poder terapéutico. La actriz Mariel Rosciano protagonizó uno
de los momentos más conmovedores del encuentro, con su unipersonal “En el
nombre de Raquel”’, una adaptación de la novela “La polaca”, de Mirta Shalom,
que cuenta la historia de Raquel Liberman, inmigrante judía que en 1930
denunció una red de proxenetas que operaba en Buenos Aires y Rosario.
“Vine a conversar acerca de cuán potente es la herramienta
del arte, sobre todo en la sensibilización de públicos. Y a mí me interesa
muchísimo el público joven. La obra muestra las relaciones de poder, de una
manera poética, no morbosa, y produce una fuerte identificación en las
víctimas. Considero muy importante escuchar a las compañeras que pusieron el
cuerpo, que están dando un relato vivo, que nos puede ayudar a reflexionar sin
necesidad de ir a los libros”, afirmó Rosciano.
Poder relatar
El relato de las víctimas mereció un lugar especial en el
Congreso. Hubo un panel sobre explotación sexual de niños, niñas y
adolescentes, merced al aporte de personas que trabajan con chicas y chicos que
atraviesan esta situación en diferentes países.
Otro espacio vivencial fue un taller de mapeo colectivo a
cargo de estudiantes de los diplomados de Género y Trata que dicta Acción
Educativa, junto a la organización Santa Fe en Actividad por los Derechos de
las Mujeres, que a partir de repensar la cartografía (qué nos dicen los mapas
hoy y cómo son usados por los poderes dominantes), invita a repensar la
problemática de la prostitución.
El gran desafío que dejó este Congreso es el de seguir
multiplicando, replicando, repensando la temática. “La lucha contra la trata de
personas es un camino complejo y sinuoso”, sintetiza Mónica Rivero, “que exige
diversidad de intervenciones y multiplicidad de actores, que se puedan poner en
diálogos estratégicos, no sólo para la visibilización de la multiplicidad de
escenarios donde el delito de trata se ejecuta, sino para ir diseñando
estrategias que se puedan ir complementando en orden a la acumulación de poder
para la incidencia política’’.
Una cultura del proxeneta
El antropólogo Oscar Montiel (Universidad Nacional Autónoma
de México) relevó el modus operandi de un grupo de proxenetas del estado de
Tlaxcala, donde diez comunidades tienen la particularidad de producir
“padrotes” (proxenetas). “Hay una cultura que enseña a niños y jóvenes a
prostituir mujeres”. Esos “saberes” son: ser “bien verbo” (el uso de la
palabra), la autocoacción emocional (matar el sentimiento para no sentir culpa
por la explotación de la mujer), la “padroterapia” (para que sus víctimas no
los abandonen ni denuncien) y “saber moverse” para reclutar mujeres y colocar
la “mercancía”.
Informe: equipo de comunicación de Acción Educativa.
Publicada en Pausa #144. Pedí tu ejemplar en estos kioscos
de Santa Fe y Santo Tomé.
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