sábado, 30 de agosto de 2014

Fortaleza

Mil mates, por Fernando Callero

Un día uno se levanta en otro mundo. Las cosas del entorno son las mismas. Uno viste su calzoncillo y su camiseta, pero tiró todas las mantas al piso, el aire es dulce y tibio, y el afuera resuena en otra clave –fíjense esta boludez como juega para alegrar mi pluma–: clave de sol.
Hace calor, pía el otro pajarito, no ya el paranoico tero, el conyugal pirincho o la guaranga cotorra, sino el que pía polifónico, cuyo nombre no sé, como el silbato de caña que le traje al Tati de Posadas. Tampoco me acuerdo los indios que lo hacían, no quiero batir “los guaraníes”, porque sinceramente no me acuerdo, pero son unos chifles increíbles de dos cañas de distinta morfología que se soplan de un extremo por un solo tubito que se conecta con los otros dos, y cada uno de esos  tiene un émbolo que se pajea con un palito y surge un acorde de aire cada vez diferente, muy parecido a los chupetines Bola Loca. Mismo principio.
Lauri, Ceci y yo asomados a las cataratas por distintos motivos, silbando lo mismo. La biblioteca completa que compré en una tienda de usados en Puerto Iguazú, que había sido de un hombre que después encontré buscándolo en Facebook porque había firmado prolijamente sus libros: La montaña mágica, La flauta de huesos,  Mansiones verdes, mucha poesía traducida editada por Leviatán, Kafka y su padre, Carlos Correas y Cartas de noviazgo de Kierkegaard traducidas por Carlos Correas. Joyas. Y el chifle.
Pongo Radio Mitre, o mejor dicho ya está puesta, porque mi huevito apenas alcanza un par de sintonías, y me meto a la ducha. Me lavo la cabeza, con los ojos cerrados aparece papá, la radio es papá y yo escuchando radio soy Juan Carlos. Flaco, ejecuto mi costillar como un teclado nervioso, mi padre no hubiese podido mapear su calavera tan fácilmente. Morfologías distintas ejecutando acordes de aire cada vez distintos. Chiflo con papá una canción brasilera. Chiflo con los labios llenos de shampú una zamba de los Tucu Tucu, silbo “Zamba de amor y mar”, cierro la ducha y silbo una canción muy íntima que tengo que googlear, pero la verdad va hacia un lugar desconocido, así que callo, porque prefiero que esa cumbia que silbaba Juan Carlos sea sólo nuestra. Un secreto es algo que siempre estamos a tiempo de construir, como una fortaleza.
En Pausa #140, miércoles 27 de agosto de 2014. Pedí tu ejemplar en estos kioscos.

No hay comentarios: