Un especialista en empresas recuperadas cuestiona la
generación de riquezas materiales como único objetivo económico. Fabricar con
calidad e integrarse en el territorio, las claves.
Las principales problemáticas y desafíos entre participación
y derechos, bajo una conceptualización que afirma que “la economía es social”,
fueron algunos de los temas abordados por el calabrés Francesco Vigliarolo
durante una conferencia que se desarrolló en el auditorio de la Facultad de Ciencias
Económicas de la UNL.
El especialista calabrés Francesco Vigliarolo hace una crítica del paradigma positivista en la economía, rescatando las prácticas solidarias. Foto: Pablo Bertoldi
Licenciado en Ciencias Políticas con especialización en
Sociología de la Università
degli Studi di Messina y Master Universitario en Desarrollo Sustentable de la Arquitectura de la Universidad de Roma
Tre, Vigliarolo es candidato a doctor en Ciencias Sociales en la Universidad de Buenos
Aires y su tesis se titula “Las respuestas sociales a las crisis financieras en
un contexto de positivismo económico. Desde el caso Argentina 2001 hacia la construcción
de una fenomenología socioeconómica”. También se desempeña como profesor
titular de las cátedras de Economía regional y Economía Social y Solidaria de la Universidad Nacional
General San Martín. Desarrollo territorial autosustentable, derechos humanos,
economía social y crisis financieras son cuestiones fuertes de su trabajo tanto
en Argentina como en su país natal.
Durante la conferencia en nuestra ciudad, señaló que el
principal problema de la economía actual es la pérdida de la función social, un
defecto que se introdujo a través del positivismo de las ciencias económicas.
En este sentido, afirmó que “es interesante tratar el debate
económico dentro de una dimensión social y romper algunos paradigmas desde
adentro de los modelos. El problema de la económica clásica es que los hombres,
al compartir un mismo territorio y un horizonte, están obligados a cuestionar
los problemas que lo ligan a la economía actual”.
La charla, que contó con una numerosa presencia de
estudiantes y docentes de distintas carreras, también navegó por los
interrogantes que enfrentó históricamente a los modelos de acumulación. “Las
economías han relegado la función solidaria y social que las caracterizó en
otros períodos del tiempo, y este hecho está marcado por una inflexión con la
afirmación de los paradigmas clásicos, donde el principal objetivo es la
maximización de la ganancia”, dijo el calabrés.
Crear conciencia social
Durante la década del 90, Francesco Vigliarolo estuvo en
Uruguay y Bolivia analizando diversos procesos de empresas recuperadas. En 2003
se instaló en Argentina. “Tengo un gran amor hacia este país y me interesaba
estudiar las respuestas sociales a las crisis financieras, pero como crisis de
relaciones sociales y no sólo de sistemas”, contó a Pausa. En este sentido,
insistió en que “el debate sobre la economía social tiene que abordarse desde
adentro, no debe verse como una economía de segundo nivel o como la economía de
los buenos. Tenemos que empezar a conversar con los modelos y no aislarnos como
si fuéramos los mejores. En mi tesis de doctorado estoy trabajando bajo el
enfoque fenomenológico, donde planteo que detrás de la economía hay una
conciencia social que la define”.
El especialista apuntó al gran detractor de la economía
actual: “quedó todo en una economía positivista, no de sistemas que trabajan
por sí mismos, como si pudieran funcionar sin la dimensión humana. Creo que las
relaciones sociales son las que empujan a las crisis financieras, las que crean
el quiebre de los sistemas nominales, porque son valores que no existen”. Y
contó que “trabajé en un programa que se llama Socialización y democratización
económica, basado en conceptos que se elaboran a partir de la investigación, de
la incorporación de valores relacionales a través de los cuales nos
relacionamos a nivel sociedad pero también a nivel económico. Se crea una
economía intersubjetiva no solamente por intereses sino también por identidad.
Es decir que en este enfoque funciona la identidad: me conozco a través de las
relaciones con otro, es parte de mi ser social, y eso se transfiere a la
economía a través de los procesos de valores sociales”.
“La economía no se tiene que enfocar en producir riqueza
material sino derechos; a veces se pierde de vista lo que crea una acción
económica y los derechos humanos son una clave de lectura para analizar dónde
estamos yendo, si es que consideramos importante los derechos en cuanto a la
formación de la identidad. Entonces, la economía es un instrumento que debe
permitir a los pueblos autoidentificarse, no puede tratarse como algo distinto
de la democracia. Si tenemos en cuenta que el único lugar dentro de la
democracia que es no democrático es el lugar económico, entonces hay una
reflexión sobre las prioridades: ¿es más importante la política y la democracia
o la economía no democrática? Tenemos que decidir, y eso me llevó a ocuparme de
la economía de los humanos. Hoy, lo económico tiene que garantizar, promover o
promocionar los derechos humanos”, añadió Vigliarolo.
–¿Y qué está ocurriendo en Europa?
–Estamos pasando una crisis de paradigma mundial, no se ve
otro horizonte cultural aparte del neoliberalismo, con millones de intenciones
individuales sin ninguna regulación pública, sin sentido comunitario. La
pérdida de la economía es la pérdida de la función social, esto no significa
que no se puede conjugar con las libertades individuales, pero las personas
tienen que relacionarse y crear identidad social. En Italia, al igual que en
Argentina, vivimos bajo un paradigma neoliberal muy fuerte que llevó a este
país a un quiebre hace más de diez años. En Europa la gente todavía no se da
cuenta de la necesidad de buscar un paradigma cultural distinto, otra manera de
hacer economía, ver si hay un proceso de construcción de identidad o solamente
un libre mercado: esa es la pregunta fundamental. El hombre europeo de los
países industrializados que aparece en la crisis intenta convertir la economía
en simples mercancías y ese es el problema principal: perdimos el rumbo y no
somos capaces de retomarlo.
Consultado por las diferencias que encuentra entre las
diversas crisis socioeconómicas latinoamericanas y la europea, Francesco
Vigliarolo afirmó: “los cambios en Europa son más largos y dificultosos porque
hay más estructura y sociedades estancas con dos mil años de historia. En
América Latina hay mucho dinamismo, pero lo negativo de eso es que sedimenta
los derechos creando inestabilidad. De todos modos, Latinoamérica rompió con la
estructura de formalismo neoliberal, todavía se encuentra al hombre; y en
Italia sólo se encuentra un estatus. Hasta que no se vuelva a entender cuáles
son las necesidades es difícil cambiar el paradigma”.
Empresas recuperadas
En 2011, Francesco Vigliarolo publicó un libro basado en sus
investigaciones sobre empresas recuperadas en Italia, al que calificó como “un
eventual proceso de socialización económica con un enfoque territorial como
respuesta a las crisis financieras”.
Si bien dijo conocer poco sobre las experiencias locales,
trabaja en consultoría y capacitación para empresas recuperadas de la provincia
de Buenos Aires. “En general son procesos que van acompañados de potenciales
cambios de paradigma cultural, donde se pone la fuerza de trabajo en el centro
de la acción económica, cosa que se había perdido con el aplastamiento de los
valores financieros. La fuerza de trabajo también tiene que ser productiva en
el buen sentido: tiene que dar respuestas, producir bienes funcionales al ser
humano. Y si se compite sólo con fines comerciales, ahí tiene problemas”,
analizó el especialista.
“El desafío es ganarse la estabilidad produciendo bienes que
sean funcionales a la vida social. Cuando una cooperativa o empresa recuperada
está integrada en un territorio y logra producir con calidad, es sustentable.
Cuando no lo hace, se convierte en la competidora del mercado capitalista,
empieza a perder porque tiene otras fallas, o pierde porque sigue ciclos que
son comerciales, que no son reales ni funcionales a la vida”, agregó.
Interpelado sobre lo que sigue para este tipo de
emprendimientos, consideró que “algunos tienen futuro si son capaces de
renovarse continuamente, creando relaciones territoriales y no de mercado
solamente. Así, se convierten en un actor fundamental de la creación de la
identidad social y en ese sentido tienen un gran futuro. Pero si se transforma
en un actor más del mercado, el futuro depende de muchas variables y no se
puede esconder el riesgo de que la fagociten las grandes empresas. Pueden durar
si son capaces de integrarse lo más que puedan en el territorio, ser un actor
del desarrollo local y no del mercado, diversificando servicios y no sólo
producción, pudiendo leer el mundo y abrirse, dando respuestas que sean
diferentes en esta ósmosis continua entre territorio y empresa”, finalizó.
En Pausa #138, miércoles 30 de julio de 2014. Conseguilo en estos kioscos.
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