La violenta realidad que viven niños y jóvenes en los
barrios preocupa al colectivo de trabajadores de la salud: hubo una marcha a la Casa Gris para pedir que
los escuchen.
Bajo un cielo gris y un viento que invitaba a meter las
manos en los bolsillos, el jueves 22 de mayo numerosos trabajadores de los
centros de salud del sudoeste de la ciudad, acompañados por organizaciones
sociales, docentes, vecinos y el sonoro megáfono de María Claudia Albornoz, se
hicieron escuchar frente a Casa de Gobierno.
Concentrados desde temprano en sus lugares de trabajo,
marcharon hasta la Plaza
25 de Mayo, donde los esperaba el periodista rosarino Carlos Del Frade. Allí,
los manifestantes dieron a conocer un documento que vienen elaborando en
conjunto y que llama a la reflexión: las condiciones de insalubridad y falta de
insumos en los centros barriales son una flagrante contradicción de los
principios que proclama la
Atención Primaria de la Salud. No obstante la situación de desprotección
es lo que más preocupa al colectivo que escucha y atiende la dramática realidad
de los barrios postergados. La jornada se completó con una radio abierta en la
que se plasmaron diversas consignas y la presentación de artistas que le
pusieron nuevas voces al reclamo.
Vulnerabilidad agravada
En diálogo con los medios periodísticos, Paula Gomítolo,
enfermera de Emaus, y Mariela Grisetti, psicóloga del Centro de Salud de barrio
San Lorenzo, comentaron: “sumamos voces para que nos escuchen. No obtuvimos las
respuestas que esperábamos, o bien han sido esporádicas y no se han sostenido
en el tiempo, cosa que ha ido agravando mucho la extrema vulnerabilidad en la
que ya de por sí se encuentran los barrios más populares de la ciudad”.
“Hemos transitado momentos tremendos en relación a
adolescentes que viven situaciones de violencia, donde hay cuestiones
estructurales que tienen que ver con la falta de inclusión y políticas
integrales para el desarrollo de los jóvenes. Estamos bastante impotentes
respecto a la oferta dentro del sistema de salud porque es insuficiente en
relación a la complejidad de las situaciones que abordamos a diario”, aseveró
la psicóloga.
Trabajadores de la salud y habitantes de los barrios en la plaza de Mayo, en una movida que se viene organizando desde comienzos del año.
Por su parte, Paula Gomítolo reflexionó que “el problema no
es la urgencia porque se resuelve en el momento. La violencia llega desde un
camino que fue haciendo un chico que a los 16 o 17 años se encuentra con que
nadie lo mira, como si tuviera un cartel de ‘no existo’ y de alguna forma tiene
que defenderse. Este verano hemos llorado a jóvenes que fallecieron y eran
pacientes nuestros. Quedaron chicas de 20 años viudas, con hijos. Como equipo
de salud nos preguntamos cómo continuar con el proceso para contener a esta
gente”.
Los tiroteos en los alrededores de los centros de salud
fueron una constante durante 2013 y desde el gobierno provincial enviaron
efectivos policiales que custodiaron la zona durante los días más calientes.
Luego entregaron botones de pánico a los empleados –quienes suelen sufrir
amenazas–, que no siempre resultan de utilidad debido al tipo de situaciones
que viven puertas adentro.
Al respecto, Mariela Grisetti expresó que “nuestro lema es
‘la seguridad también es salud’ porque van de la mano. No podemos pensar en
salud cuando se nos dificulta el traslado por el barrio: muchas veces no
podemos visitar pacientes en situaciones de emergencia o realizarles un
seguimiento particular. Estar atemorizados trae secuelas psicológicas, sociales
y los vínculos interpersonales cada vez se repliegan más porque no se puede
llevar una vida tranquila. Como instituciones tenemos que poder dar una
respuesta un poco más abarcativa que la mera atención dentro del efector de
salud, y para ello tenemos que poder unir esfuerzos con las instituciones”.
“Esperamos que el gobierno deje de vivir una realidad
virtual y a partir de ahí construir juntos una respuesta para la gente. No
queremos un policía en cada centro de salud porque nos protege en el momento
pero no soluciona la cuestión que vive el barrio. Y las cámaras de seguridad en
el centro sirven para que no pase algo en la peatonal, pero no podemos poner
una cámara en todas las esquinas de cada barrio de la ciudad. Quizás las
prioridades están puestas en otros sectores. Apoyamos que se puedan construir
nuevos edificios y apostar a la alta complejidad, sin embargo las necesidades
básicas de muchos sectores siguen insatisfechas. Eso crea una gran
contradicción y una brecha que de alguna manera se expresa. Esta marcha no es
en contra de nadie sino para aportar desde el lugar que cada uno ocupa y
pretende desarrollar su función dignamente, abordando los problemas con
seriedad y responsabilidad”, concluyeron las profesionales.
La “verdadera” inseguridad
En diálogo con Pausa, el rosarino Carlos Del Frade evaluó
que “esta movida habla muy bien de las ganas que tienen los trabajadores de
transformar la realidad. En esta época en la que tenemos puesto el chip de que
la seguridad es hija de los fusiles y de los gendarmes, ellos dicen que la
seguridad es hija de la inclusión social”. En este sentido, el comunicador puso
de relieve los guarismos referidos a los menores en el Gran Santa Fe,
publicados por el Observatorio de los Derechos de la Niñez y la Adolescencia : de los
155.702 niños relevados, 106.033 carecen de desagües cloacales en sus
viviendas, 24.757 tienen necesidades básicas insatisfechas y 20.000 viven en
situación de hacinamiento. “Esta situación de tremenda injusticia social es la
que genera la mayor de las inseguridades. Invertir menos de 7 mil pesos
mensuales en un trabajador de la salud y traer gendarmes, como pasó en Rosario,
está marcando que la decisión es pan para hoy y hambre para mañana, porque a
esta situación no se le responde sólo con la presencia de ‘robocops’ en cada
uno de los barrios”, cuestionó.
“A fines de los 90, el padre Edgardo Trucco denunciaba con
claridad el negocio de las armas y algunos medios periodísticos lo trataban de
loco. Hoy, los pibes están más cerca de las armas que de un trabajo. Esta es
una epidemia relacionada al negocio del capitalismo, al igual que el
narcotráfico. En eso Santa Fe se parece a Rosario: la ciudad capital recibe
todo lo que entra por contrabando desde distintos puntos de la zona
centro-norte de la provincia. Y el otro problema está allá”, dijo Carlos Del
Frade señalando hacia el edificio de Tribunales, “donde generalmente no se
investigan los casos de lavado de dinero. Los delincuentes de guante blanco que
hacen negocio con estas necesidades jamás caen”.
Finalmente, alentó a los medios de comunicación a “tener
conciencia crítica, reunirse sindicalmente frente a la presión de los
empresarios, publicar y decir lo que está pasando más allá de las pautas
publicitarias, porque sino terminamos siendo corresponsables de este tipo de
situaciones”.
Publicada en Pausa #134, miércoles 28 de mayo de 2014
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