Stanley y Tribus, los primeros en encuadrarse bajo la novedosa
figura.
Por Juan Almará
En 2009, la Asociación Civil Santa Fe Unida por el Rock
(SURock) comenzó a recorrer un largo camino que tuvo una de sus paradas
principales el pasado 8 de mayo. Ese día los bares Stanley y Tribus quedaron
habilitados como los primeros Clubes de Música en vivo de nuestra ciudad. La
inauguración incluyó la entrega de placas identificatorias por parte del
intendente José Corral a los responsables de ambos locales (Luis Holzinger y
Nicolás Lombardi, respectivamente) y el inicio de un ciclo de recitales que
comenzó en Stanley y que continuará en Tribus.
Una figura superadora
En su artículo 1º la ordenanza 12.855 sancionada el 19 de
abril de 2012 por el Concejo Municipal instituye que se denominará Clubes de
Música a “aquellos establecimientos cuya actividad principal sea la
programación y producción de conciertos y espectáculos musicales en vivo en
cualquiera de sus géneros”.
Pablo Jaimet, presidente de SURock, expresa que “lo que
buscábamos era una piso que se establece a partir de que el lugar no puede
cobrarte nada. A su vez, se pone en valor a la música en vivo. Podés tener un
comedor con derecho a espectáculo, pero ahí lo primordial es la venta de
comida. Esta es una figura de habilitación que explicita que los lugares que
quieran adherirse deben cumplir una serie de requisitos. Al contemplar la
música como actividad central, los artistas juegan otro papel”.
La noche santafesina ha visto nacer nuevos lugares que están centrados en la música en vivo.
La ordenanza determina que los Clubes de Música en vivo no
podrán cobrar suma de dinero alguna por alquileres y conceptos similares a los
músicos; deberán contar con insonorización adecuada y garantizar un mínimo de
ocho espectáculos mensuales para artistas locales, a realizarse entre jueves y
domingo. La normativa habilita a los lugares a cobrar entrada para los shows y
regula horarios de funcionamiento. A su vez, están exentos de pagar el Derecho
de Espectáculos Públicos y pueden desarrollar la actividad accesoria de bar.
Por otro lado, si el local cumple con determinados puntos establecidos en la Ley Nacional de la Música , podrá recibir subsidios
brindados por el Instituto Nacional de la Música.
Un antecedente clave
Este logro reciente es producto de una lucha que SURock
empezó hace cuatro años. Asimismo, es una demostración de que la adecuada
articulación entre los sectores privado y público brinda sus frutos. Jaimet
comenta que “el proyecto nace con la idea de gestar algo que cambie las cosas.
Desde la Asociación
nos parece que el camino legislativo es esa herramienta de transformación que
se manifiesta en la sociedad a través de una norma específica”. Pablo aclara
que “tomamos la figura de los Clubes de Música de una propuesta de Capital
Federal. Nos interiorizamos en ella y luego la adaptamos a Santa Fe. Cuando
empezamos a trabajar el tema en el 2009, tocar en vivo era complicado. No había
parámetros en los cuales basarse para hacer un recital. Investigando los antecedentes,
encontramos los mecanismos para lograr una base”.
Los tiempos de la política
El siguiente movimiento era ingresar en la arena política.
Jaimet relata que “hablamos con todos los concejales. Hubo quienes nos abrieron
la puerta y nos escucharon, otros lo vieron como algo no redituable. Pudimos
trabajar con cierta gente del oficialismo local. Ellos nos dieron la ayuda
necesaria para continuar. Charlando con la concejala Vanesa Oddi, los por
entonces ediles Jorge Henn y José Corral y la actual secretaria de Gobierno
municipal María Martin, nos dimos cuenta de que teníamos apoyo y una guía para
seguir. Tuvimos que aprender a manejar los tiempos de la política. Pero nos
tomamos el proyecto con seriedad y eso hizo que el laburo en conjunto fuera
bueno. Empezamos a tener eco cuando en el 2010 participamos del foro ‘Rock
& Ciudad’, en el marco del ciclo ‘Proyectando Juntos Santa Fe’ del Concejo
Municipal. A partir de esa instancia generamos un lazo para enmarcar la
propuesta e ir conociéndonos con los actores involucrados”.
La pata empresarial
Los Clubes de Música en vivo no hubieran podido habilitarse
sin la aprobación de los responsables de los locales. En ese sentido, Pablo se
sincera y afirma que “los músicos siempre nos peleamos con los lugares porque somos
la variable de ajuste. Si no se llega a cubrir los gastos, el artista termina
cobrando menos o directamente no saca plata. Y eso desmerece la actividad. No
nos queda dinero para hacer un disco, filmar un video, cosas que son caras”.
No obstante, Jaimet comenta que “pensamos que lo más lógico
era integrar a los dueños de los lugares. Nos comunicamos con Luis Holzinger de
Stanley y Nicolás Lombardi de Tribus, que fueron los únicos que atendieron
nuestra consulta. Con Luis tuvimos un par de reuniones en las que le mostramos
el proyecto y él brindó su conformidad con cada punto. Pudimos llegar a una
instancia que era beneficiosa para todos: para el Estado porque puede controlar
una situación que no estaba contemplada, para los Clubes de Música que obtienen
beneficios, y por supuesto para los artistas.”
Por su parte Holzinger cuenta que “la gente de SURock se
acercó hace un año y nos pidió trabajar con ellos para incluirnos dentro de la
norma. Tuvimos varias reuniones con integrantes de la asociación, la Municipalidad y la Universidad Tecnológica
Nacional (UTN). Con la UTN
analizamos la temática de los ruidos molestos. Vino un ingeniero especializado
en medio ambiente y nos explicó que características debe contemplar la
sonorización y la insonorización del local. Por su parte, la Municipalidad
siempre estuvo dispuesta a ayudarnos y lograr lo que se terminó realizando”.
Total conformidad
Holzinger expresa que “el proyecto está bien armado. Si bien
hay cosas que sería bueno mejorar, acordamos con el espíritu de la ordenanza.
El tema del pago a los músicos está perfecto. Sin ser Clubes de Música, siempre
trabajamos de esa manera, dándole a los artistas la recaudación de las
entradas. Y evitábamos que alquilen el sonido pagando cifras extraordinarias.
Tercerizábamos ese servicio en el bar y le dábamos el trabajo a un profesional,
que cobraba la mitad que alguien de afuera. Las bandas venían, tocaban y se
olvidaban de todo. Es una forma de trabajo conjunto. Ahora con lo que establece
la ordenanza, tenemos que hacernos responsables del sonido. Por eso no van a
tener el 100% de las entradas, va a ser un 70% para ellos y un 30% para
nosotros. Pero termina siendo casi lo mismo”.
A su vez, Luis cree que esta norma establece criterios que
mejoran el vínculo con los organismos de control municipales, los vecinos y los
propios músicos. En ese sentido, opina que “está bueno que se defina un tope
para los horarios. Eso evita que tengamos un desgaste con los músicos que
quieren tocar hasta tarde. Otra cuestión importante es la capacidad. Antes era
de un espectador por metro cuadrado, ahora son dos. Si bien nosotros mantenemos
la misma capacidad de siempre, es un alivio saber que tiene un marco legal. El
hecho de realizar inversiones para acustizar el lugar es importante porque evitás
conflictos. Lo más relevante es la armonía laboral. Poder trabajar bien, sin
estar sufriendo ni tensos”.
Expectativas
Con respecto a las perspectivas que despierta esta nueva
etapa, Jaimet afirma que “va a existir un periodo de adecuación para que los
locales definan si van a funcionar bajo esta figura o no. Queremos que existan
más Clubes de Música. No sólo tienen que ser bares: un centro cultural o una
galería de arte pueden funcionar de esa forma. Lo superador es ampliar lo que
tenemos”. Por su parte, Holzinger asevera que “la expectativa es de
crecimiento. Que la gente de la ciudad y la región empiece a conocer más esta
movida. La idea es llegar a la excelencia. Tanto Tribus como nosotros tenemos
la infraestructura para brindar buenos servicios y eventos”.
Publicada en Pausa #134, miércoles 28 de mayo de 2014
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