Aunque hay una ley de parto respetado para evitar prácticas
invasivas y medicamentosas, gran parte de los médicos no la cumplen y muchas
mujeres ni siquiera la conocen.
Por Ileana Manucci
Desde noviembre de 2004 está vigente en nuestro país la ley
25.929 de los “Derechos de padres e hijos durante el proceso de nacimiento”,
más conocida como ley de parto respetado. Aunque decir “conocida” es casi un
eufemismo ya que son realmente pocas las mujeres, y los hombres, que saben de
ella y son menos aún los que la cumplen.
Romina Quarchioni es psicóloga, preparadora de parto y
asesora de lactancia. Dirige en la ciudad Maternarte, un centro de atención
integral a la familia. “Lamentablemente, en los talleres de preparación para el
parto y nacimiento que coordino, veo que son muy pocos los padres que conocen
la ley. Es por eso que en el trancurso de los encuentros, conversamos sobre los
diferentes puntos que se abordan en la misma. Consideramos fundamental que los
padres cuenten con información sobre la forma en que se desarrolla el
nacimiento y las alternativas a elegir en relación a la asistencia obstétrica.
Es imposible participar activamente en las decisiones si lo padres no cuentan
con conocimientos al respecto”.
—A partir de esto, ¿qué es lo que se trabaja en los talleres
de preparto?
—Además de bindarles información a las mamás y papás sobre
los diferentes momentos del nacimiento: trabajo de parto, parto y post parto,
hacemos especial hincapié en que ambos padres puedan confiar en el proceso que
naturalmente se desarrolla en el cuerpo de la mamá gestante; es necesario que
las mujeres confiemos en nuestra sabiduría, sólo debemos estar atentas para
leer las señales que nos va dando nuestro cuerpo para poder facilitar el
proceso, acompañando a la naturaleza sin contradecirla. Además consideramos de
vital importancia que quien vaya a cumplir el rol de acompañante de la mamá
también se prepare para ese momento. Seguramente, un acompañante sin información
podría entorpecer el proceso, por su propio temor o desconocimiento, en vez de
favorecerlo.
Qué dice la ley
Lo que la normativa plantea, entre otras cosas, es que toda
mujer tiene derecho a: ser informada sobre las distintas intervenciones médicas
que pudieren tener lugar durante el proceso de embarazo, parto y pos parto de
manera que pueda optar libremente cuando existieren diferentes alternativas;
ser tratada con respeto, y de un modo individual y personalizado que le
garantice la intimidad durante todo el proceso; ser considerada, en su
situación respecto del proceso de nacimiento, como persona sana, de modo que se
facilite su participación como protagonista de su propio parto; al parto
natural, respetuoso de los tiempos biológico y psicológico, evitando prácticas
invasivas y suministro de medicación que no estén justificados por el estado de
salud de la parturienta o de la persona por nacer; estar acompañada por una
persona de su confianza y elección durante el trabajo de parto, parto y pos
parto; tener a su lado a su hijo o hija durante la permanencia en el
establecimiento sanitario, siempre que el recién nacido no requiera de cuidados
especiales.
La información es indispensable para que cada mujer pueda
decidir libremente la forma en que quiere dar a luz, evitando someterse a
prácticas habituales pero que deberían ser de aplicación puntual y efectiva,
como la realización de cesáreas, la utilización de fórceps y las episiotomías.
Estas últimas, que hacen referencia al corte que se realiza en la zona del perineo
femenino y que tiene como finalidad ampliar el canal para abreviar el parto y
apresurar la salida del feto, están contraindicadas por la Organización Mundial
de la Salud. Las
episiotomías no previenen desgarros y, de hecho, cuando las mismas no se realizan,
casi nunca ocurren desgarros profundos.
El auge de las cesáreas
El caso de las cesáreas es aparte. La OMS recomienda que el
porcentaje de partos por cesárea no tendría que ser superior al 15%, pero a
nivel nacional, según datos de la asociación civil Dando a Luz, en el sector
privado hay casi un 60% de cesáreas, las cuales pueden incrementarse en ciertas
fechas, como cuando hay fines de semana largos o durante las fiestas. En
cambio, en el sector público, rondan el 20%.
“Son muchos los factores que intervienen en esta situación
que afecta tanto a nuestro país, como a muchísimos otros”, comenta Quarchioni.
“Entre ellos, fundamentalmente, aparece la desinformación sobre los riesgos y
dificultades a los que se enfrenta una madre que atraviesa una cesárea. La
desinformación genera temor, la madre no se siente capaz, confía en que el
médico sabrá hacer lo que ella quizás no pueda. Es sorprendente como en el
transcurrir de los talleres, aquellas mamás que se mostraban temerosas del
parto e inseguras de sus propios recursos personales para atrevesarlo, empiezan
a experimentar el deseo de parir de forma natural. Si pensamos en la labor de
los médicos, claramente programar una cesárea, que se resolverá en 30 minutos
aproximadamente, es más práctico y cómodo que asistir a una mamá en un trabajo
de parto que quizás se extienda por 12 horas o más, pero por suerte existen
muchos profesionales deseosos de acompañar a las madres, padres y niños en la
experiencia de un parto y nacimiento respetados”.
La estética, la comodidad y la seguridad termina por
favorecer la realización de cesáreas, aunque también el aspecto económico juega
un rol importante: por cada cesárea el centro de salud “factura más porque
gasta más, ya que esta intervención demanda más días de internación y más
insumos”.
Violencia obstétrica
Los malos tratos hacia una mujer en situación de parto están
definidos, además, como “violencia obstétrica” en la ley 26.061 de protección
integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres.
A partir de diversos casos denunciados, el Ministerio de
Justicia y Derechos Humanos creó la
Consavig , una comisión encargada de analizar y proponer
sanciones contra la violencia de género, donde un grupo especial estudia
sanciones sobre violencia obstétrica, una forma de maltrato que todavía no se
denuncia tanto y sigue mayormente invisibilizada.
“El parto respetado no es ni más ni menos que un proceso de
nacimiento en el que son considerados los deseos, necesidades y tiempos de la
madre y el niño”, explica Quarchioni, “donde se respeta la intimidad y se
favorece la libertad de movimientos, posturas y expresión de la madre
parturienta; donde se evitarán prácticas invasivas y el suministro de
medicación que no sea estrictamente necesaria”.
—En el sistema de salud de la ciudad, ¿es posible que una
mujer tenga un parto respetado?
—Lamentablemente todavía no contamos con salas especialmente
diseñadas para ofrecerles a los padres y niños lo anteriormente descripto,
aunque algunos profesionales hoy están más atentos a las necesidades de sus
pacientes que, informadas, consultan, exponen sus deseos y proponen un trabajo
en equipo. De todas formas, es importante destacar que en el Hospital
Iturraspe, ya desde el año pasado, se ofrece a las mamás la opción de parir en
un banquito de partos, el cual permite sentarse en una posición que colabora en
la fisiología del parto, favoreciendo el descenso del bebé y otorgandole a la
mamá mayor comodidad para realizar la fuerza del pujo.
Publicada en Pausa #117, miércoles 17 de julio de 2013
Disponible en los siguientes kioscos:
http://goo.gl/maps/rf9f1
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