viernes, 14 de agosto de 2015

Estancamiento

Médula, por Fernando Callero

Confusión, robo nocturno en un supermercado. Recorrido por las góndolas, guerra de bolsones de pañales. Golosinas escupidas a medio comer. Un botín enorme de quesos caros, Coca Cola y algunas tecnologías, pero como dije, nada claro, confusión, goce y estado de euforia que continúa en un departamento lujoso donde estamos de polizones. Después del zafarrancho viene el arrepentimiento, la culpa, todo se va a descubrir y no tenemos coartada. El departamento está lleno de mugre, en cualquier momento viene el dueño. Se corta.
Los tiempos de entusiasmo son muy difíciles de sostener. Estoy contento de estar vivo y de haber zafado de una lesión total de la médula, quiero decir, de quedar cuadripléjico tal como ingresé esa noche del 4 de diciembre al hospital. Pero la rutina de rehabilitación es lenta, la recuperación de las piernas dejó de manifestar señales constatables para estancarse en un largo proceso de ensayar a diario el reencuentro con los músculos y nervios que recogen las piernas, primer movimiento de la locomoción. No los encuentro, sobre todo en la izquierda, donde tengo mayor sensibilidad pero menos fuerza para quebrar los espasmos. El asunto se estanca, cada día amanezco con un par de postes insensibles debajo de la cadera que limitan mis movimientos a los de una oruga que se arrastra pesadamente sobre la cama y con suerte consigo hacerlas caer por el borde para erguir el tronco y sentarme sobre un culo que parece aeróbico, como un salvavidas.
Van a hacer dos meses dentro de una semana, sé que he evolucionado mucho pero mi cabeza no para, quiere vivir, agitarse, moverse. Los estudios se demoran. La urodinamia que me practicaron antes de ayer no dio buenos resultados. Cuando tuve ganas de hacer pis, resulta que no salió. La vejiga me explotaba, tenía toda la sensación, pero la micción no se abría camino. Total: vuelta a ponerme la sonda con su pestilente bolsita que tengo que cargar todo el día con todo tipo de cuidados por el riesgo de arrancarme el miembro de cuajo, porque el extremo que llega a la vejiga está inflado con suero fisiológico, una pelota que impide que se salga. Ese artefacto no me deja empezar los ejercicios en la piscina. Pero pronto voy a estar en el agua con los compañeros. Sopa de fideos. Falta poco.




Publicada en Pausa #159, miércoles 12 de agosto de 2015
Pedí tu ejemplar en estos kioscos

No hay comentarios: