En las Jornadas Nacionales Abolicionistas se debatió en
torno a legislación sobre trata.
Por Ileana Manucci
Las multitudinarias marchas en el país por el Ni una menos
sentaron, además de una postura respecto de la violencia contra las mujeres,
las bases para una discusión más amplia, profunda y fundante: las desigualdades
sociales, culturales, políticas y económicas entre hombre y mujeres.
En esta discusión es donde también pueden ubicarse los
debates que hoy crecen en torno a la legalización o no de la prostitución y su
vinculación con la trata de personas. Quienes enarbolan las banderas de la
regulación de la prostitución como trabajo, fundamentan esto en la libertad de
la mujer para decidir, en consentir esta situación.
El fiscal Suárez Faisal (derecha) celebró que el 10% de las sentencias por trata, en todo el país, correspondan a la provincia de Santa Fe.
La corriente opositora al reglamentarismo llevó a cabo en
nuestra ciudad las V Jornadas Nacionales Abolicionistas sobre Prostitución y
Trata de Mujeres, Niñas/os. Los ejes temáticos fueron nueve y se desarrollaron
en diversos paneles los días 26 y 27 de junio en las instalaciones de ATE.
“Decir que la prostitución es trabajo, y reglamentarla como
tal, va en contra de los derechos humanos de la misma manera en que no se puede
aceptar la esclavitud aunque el esclavo diga que está de acuerdo en ser
esclavo, porque ser esclavo vulnera la dignidad humana”, dice Marta Fontenla,
abogada, feminista e integrante de la Asociación de Trabajo y Estudio sobre la Mujer. “Para realizar el
paradigma abolicionista es necesario concretar el derecho a la igualdad, porque
la prostitución es el resultado de la desigualdad entre hombres y mujeres.
Estadísticas elaboradas por Naciones Unidas lo grafican: las mujeres realizamos
las dos terceras partes de las jornadas de trabajo en el mundo, recibimos el
10% de las remuneraciones mundiales y somos propietarias del 1% de la propiedad
mundial. El 70% de las personas más pobres del mundo son mujeres, y somos las
analfabetas entre los analfabetos. La desigualdad trae aparejada la pobreza,
especialmente de las mujeres, que además tenemos a cargo la producción y la
reproducción de la vida”.
Fontenla también se refirió a la campaña que desde hace
algunos años lleva adelante la
Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (Ammar), en pos
de la reglamentación de la prostitución como una forma de trabajo. “Ammar, en
los últimos 4 años, ha recibido 12 millones de dólares para conseguir que se
dicten leyes para reglamentar la prostitución, y están haciendo un trabajo muy
fuerte a todo nivel para mostrar que la actual legislación, que quitó el tema
del consentimiento, criminaliza a las mujeres en situación de prostitución, y
esto es totalmente falso. A quienes se persigue es a los proxenetas y a
aquellas mujeres que, cuando ya no rinden para ser explotadas, se convierten
ellas en regenteadoras, como ocurrió con una de las dirigentes de Ammar,
Claudia Brizuela, quien está siendo procesada por proxenetismo y por trata, ya
que usaba la agrupación para organizar la prostitución en diferentes lugares de
la provincia de Buenos Aires”.
Leyes y causas
Martín Suárez Faisal, fiscal general y docente de la Universidad Nacional
del Litoral, fue el encargado de explicar algunos aspectos de la legislación
argentina respecto a la trata. En este sentido, resaltó la inclusión, en 2008,
de dos artículos al Código Penal que preveían las penas que correspondían para
los autores del delito de trata. “Una de las primeras aplicaciones de esa ley
fue acá en la ciudad de Santa Fe. Fue la primera condena del país respecto del
delito de trata de personas, así comenzó el camino en la jurisprudencia
nacional y hoy suman alrededor de 100 condenas por este delito”. Suárez Faisal,
también comentó que del total de las sentencias que se registran en el país por
este delito, el 10% corresponden a la provincia de Santa Fe, lo que según el
fiscal revela un esfuerzo judicial y de las organizaciones civiles. “Hoy hay
varias causas en trámite y también hemos logrado, mediante un recurso de
casación, que se anule una sentencia muy importante que había liberado a una
banda de trata de Rincón, integrada incluso por un policía de la provincia de
Santa Fe. Esta causa se encuentra ahora en la Corte Suprema de
Justicia y esperamos poder hacer de vuelta ese juicio por un delito del cual
fue víctima una nena de 15 años de acá de Santa Fe”, finalizó.
Anteproyecto del Código Penal
El panel sobre legislación fue cerrado por María Elena
Barbagelata, reconocida jurista feminista y ex diputada por el Partido
Socialista, quien fue además la única mujer que integró la Comisión para la Elaboración del
Proyecto de Ley de Reforma, Actualización e Integración del Código Penal de la Nación , junto a Eugenio
Zaffaroni, Ricardo Gil Lavedra (UCR), Federico Pinedo (PRO) y León Arslanian
(ex ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires). “Se trabajó con
seriedad y logramos avances importantes incorporando cierta perspectiva de
género, hasta que llegamos al núcleo duro de la discriminación contra la mujer:
los derechos sexuales y reproductivos. Ahí la unanimidad de opiniones se
terminó y yo presenté dictamen en soledad”.
Las cuestiones a las que se refiere Barbagelata tuvieron que
ver con el aborto. Se incorporaron dos figuras nuevas, la de aborto culposo y
lesiones al feto, que no existían previamente en el Código ni en ningún
proyecto de ley y que no están en casi ninguna legislación comparada; con el
delito de violación, donde si bien se amplió esta figura al incorporar la
violación por sexo oral y la violación dentro del matrimonio, se excluyó la
violación producida con un objeto al considerarla como un tipo diferente de
abuso, con una pena menor.
La otra disidencia clave según Barbagelata, se dio en el
tema de la trata. “Se discutió un montón, sobre todo por el tema del
consentimiento. Hay una naturaleza en el ámbito de doctrina penal fundada en un
derecho liberal, donde hay una especie de veneración a la autonomía de la
voluntad, que plantea que una mujer mayor de edad tiene la libertad para
renunciar a su libertad y ser objeto de trata, de explotación de la
prostitución. Entonces, con este marco de sacralización de la autonomía de la
libertad, vuelve a plantearse en este anteproyecto que cuando la mujer es mayor
de 18 años tiene opción para decidir si quiere ser objeto o no de trata o de
prostitución. Yo planteaba que con esto retrocedíamos con respecto a la reforma
de la ley de 2012. Fue una discusión dura, en la que sólo me acompañó el
Ministerio de Justicia ya que plantearon que no iban a apoyar ni acompañar este
retroceso. A partir de allí el tema trata mejoró, pero todo esto muestra que el
desafío es seguir trabajando: en ninguna de estas discusiones vemos que se esté
saldando ni garantizando nada”.
La voz del prostituyente
En su panel “¿El cliente siempre tiene razón?”, el psicólogo
Alberto Ilieff argumentó: “el cliente es la pieza fundamental de nuestro
sistema económico y cuando hablamos del sistema prostituyente, sabemos que está
el cliente, pero la mayoría de los estudios están centrados en el sistema como
una entelequia de juegos de poder, de posesiones o en las mujeres. Se preguntan
por qué las mujeres se prostituyen y no se habla del cliente. Se repite el
viejo esquema: prostituta es lo que está colocado por delante, es la mujer la
que está puesta en exhibición. Cuando se representa la prostitución siempre
aparece la mujer: las piernas, la minifalda, los tacos. El hombre está
invisible. ¿Por qué esta injusticia? Lo que yo pretendo es blanquearlo, traer
sus voces, esas que nunca escuchamos porque nadie dice ‘yo soy putero’. Busqué
esas palabras sobre lo que significa estar dentro de un burdel”.
Tras leer varios testimonios extraídos de foros españoles,
Ilieff apuntó que “no solamente se la cosifica sino que se la degrada para ser
utilizada, rota y destrozada. He reflexionado en ese mito que dice que si no
existieran los prostíbulos habría más violaciones. Eso no es cierto, pero como
todo mito tiene en el fondo una verdad: entre el violador y el putero hay una
comunidad que es la misoginia. Esto también tiene que ver con el femicidio; el
violador odia tanto a la mujer como el femicida, con distintos métodos y
resultados, todos destructivos. Cuestionar al putero es cuestionar a la
sociedad en sus cimientos, por eso el feminista es uno de los movimientos más
revolucionarios, ya que en su accionar cuestiona la base misma de la sociedad.
El dinero no legitima todo, no alcanza para ocultar el odio. No todo puede ser
comprado y vendido porque en los seres humanos existe la dignidad y acá
cuestiono la relación poder-vulnerabilidad. Si existe la prostitución es porque
hay desigualdad, abuso y es necesaria gente sometida para que esta sociedad
siga funcionando tal cual la conocemos. El antídoto es educar y decirles a los
jóvenes que es posible un mundo donde haya igualdad”.
Publicada en Pausa #157, miércoles 8 de julio de 2015
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