miércoles, 8 de julio de 2015

Libidinosa versión del amor

Teatro. Una exitosa versión de Tío Vania de Chéjov, en la 3068.


A Malversión de amor (será tu sonrisa) se le vino el invierno y le cayó bárbaro: durante julio, y el resto de la temporada, girarán con el éxito de su interpretación de un clásico de la dramaturgia rusa.
No hubo alerta de spoiler en el hall de la 3068 para todos los acurrucados que escucharon al señor simpático, de bigotes rubios, dirigirse a una amiga: “Ya la ví en la Sala Marechal, y quiero ver cómo funciona acá… me reí muchísimo, pero el final te mata”. Así y todo, parece que fueran las emociones y no una sucesión a la que apegarse lo que conduce el desarrollo de Malversión de amor, una versión de Julieta Vigo sobre Tío Vania, publicada por Antón Chéjov al inicio del siglo XX.
Malversión de amor (será tu sonrisa) conjuga el humor con los tristes amores no correspondidos.

Desde el hall spoileado se escuchó una voz proveniente de la sala, que parecía estar invitando a pasar, aunque a medida que se siente más cercana se nota que habla en francés. Se la ve en su vestido blanco, perlas en el pecho. En el Chéjov original, Elena enseñaba piano, en éste, el idioma de Baudelaire, Dior, Zidane. El texto de 1899 fue la fuente elegida por el grupo de actores que hoy conforman el elenco, y tuvo una primera rescritura de Guillermo Frick, que acabó encarnando al propio tío Vania.
En diálogo con Pausa, Vigo narró cómo asumió el trabajo en enero del año pasado, primero desde la función de actriz, cuando “me pareció que podía guiarlos. Pero después el texto no funcionaba y los puse a improvisar, buscando la idea de ‘verdad’, algo que haga que uno quiera seguir mirando la escena”, de modo que se trabajó hasta lograr una obra acabada pero continuamente susceptible a modificaciones: “El teatro que hago nunca se cierra, no tengo esa suerte. Se comporta como un ente vivo y entonces sí, se perfecciona, se lima. ¿Como una madera? Esteban Coutaz, el músico, iba componiendo en relación a lo que veía, y yo decía esto va acá, esto va acá... como un rompecabezas. Así la escribí”, completó. La reivindicación de la experiencia es innegociable, la narrativa en sí está ecualizada teniendo en cuenta la respiración del público antes que la ansiedad por representar. La trama tiene un trasfondo de amores no correspondidos, de silencios que impiden el desenlace feliz, las apariciones del humor son sinónimo de pulmón.
Vigo habló de que la libido se eleve hacia el yo, el ejecutor de la personalidad, mediador entre los deseos y el mundo exterior, quizás para precisar un poco mejor algún tipo de cura a la “absurda herida de existir.” En esos términos se monta el grupo de terapia que completan Elena (interpretada por Carolina Cano), Sonia (Selma López), Mario Mariano (Adrián Cáceres) y el doctor (Lucas Ranzani), permanentemente entregado a esa búsqueda a través de masajes hawaianos o psicomagia: cualquier forma es válida si logra armonizar nuestras regiones interiores en conflicto.
El texto fuente mismo ya se había servido de Leshi (Demonio del bosque), una pieza de mitología eslava que otorgó argumento sin restringir las formas: merodea en la hacienda rusa, en la sala de calle San Martín, a las dilucidaciones de una bestia que dicta los movimientos de la fauna o de un psicólogo que también es una especie de coach, o una directora de teatro. El orden de lo mítico, de las relaciones interpersonales y las maniobras de elipsis evocando a Alexander Vladimirovich (protagonista del texto de Chéjov), Dorian Grey, Elvis Crespo, entre otras dimensiones, se amalgaman en un transcurrir que condensa su encanto en la intensidad de cada interpretación.
Vigo recupera a Freud (ella es además psicoanalista) y lo aprendido de figuras del teatro como Ricardo Bartis y Cristian Druten, Ulises Bechis, Juan Berrón, Raúl Kreig o Rubén Von der Thüsen.
El espectáculo continúa este viernes 10 y el 24 en la 3068 (San Martín 3068), los domingos 12 y 26 en el Centro Cultural Provincial Paco Urondo (Junín 2457). Actuar en más salas de la ciudad, la provincia y en Paraná, es el objetivo para lo inmediato.

Publicada en Pausa #157, miércoles 8 de julio de 2015
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