Variopinta, por Federico Coutaz
Cierta vez fui a jugar al bolo con lo que quedaba de los
pibes del barrio. Habíamos terminado la primaria, íbamos a distintas escuelas y
casi no nos veíamos. El Coty estaba preso por primera vez. Después fuimos a la
granja a tomar cerveza y a jugar al truco. Había algunos pibes más chicos que
yo no conocía y otros que antes eran más grandes y no se juntaban con nosotros.
No habían pasado más de tres años pero parecía un tiempo largo y definitivo.
Estaba comprando un porrón cuando entró el Polaco, no lo
había vuelto a ver, lo encontré notablemente viejo y sedado. Atrás entró
Jimena, nos saludamos y empezábamos a intercambiar noticias cuando el Polaco
empezó a gritar. La almacenera se quedó inmóvil y callada, sólo atinó a mirar a
Jimena que se acercó para calmarlo.
Salí a la vereda, el novio de turno de la almacenera también
salió. Era un gordito de anteojos de unos cuarenta años, comerciante. Trataba
de caer bien y exageraba su intención, logrando exactamente lo contrario a su
propósito. Apenas me volví a sentar en la vereda, el Polaco, que se había
quedado en el molde, volvió a gritar, furioso.
Fue un segundo, enseguida se calmó y empezó a salir. Pero el novio de
turno de la almacenera se animó a lo que no se había animado antes, entró a la
granja y lo sacó a empujones, sin necesidad, sobreactuando. Una vez afuera lo
volvió a empujar y el Polaco cayó al piso y perdió la peluca.
Viví toda la secuencia en cámara lenta, con asco y quietud.
Nadie hizo nada, yo no hice nada. Cuando la peluca cayó al suelo, irrumpió Don
Luca, como de la nada. El imbécil novio de la almacenera no hizo nada más. Don
Luca con sus innumerables años a cuestas lo ayudó a levantarse y juntó la
peluca. El gordito novio de la almacenera fue a buscar más cerveza, que él
invitaba, para festejar.
Me fui sin saludar a nadie y sin que nadie se diera cuenta.
Apenas después de las luces de la esquina, la cuadra entera parecía una sola
sombra silenciosa.
El 16 se arrastraba por Laprida como un lamento de frenos y
correas.
Publicada en Pausa #157, miércoles 8 de julio de 2015
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