martes, 19 de noviembre de 2013

Una enfermedad llamada doctor

El doctor Kiskesabe trabaja sobre el reverso de la medicina: la yatrogenia, los males que los propios médicos producen sobre sus pacientes, ya sea por error o por negocio.

Por Pato Che

Tras nuestra resurrección mecánica en Veracruz, nos dirigimos hacia Poza Rica, donde nos esperaban el doctor “Nacho” Espinosa y su esposa “Conchi”, para hablar sobre un tema tabú en la industria de la salud: la Yatrogenia, el mal que causan los doctores.
La idea de hacer un documental al respecto se le ocurrió hace unos años a Emma, cuando le compartí mi interés por las columnas que “mi doc” escribe para varios periódicos mexicanos. Los textos del “Doc Kiskesabe”, como se auto-proclama, ofrecen valiosa información médica, aderezada con un particular sentido del humor y un estilo fresco que la hacen comprensible para cualquier lector.
La mejor receta para estar saludable son las cuatro “C”: comer, correr, cagar y coger.

Pero su lectura no solo provoca sonrisas. Si bien se disfrutan los chistes y los ejemplos de la vida real, las revelaciones sobre los abusos y las prácticas de gran parte de la comunidad médica, generan, cuando menos, indignación.
Por eso la idea de hacer documental, para advertir a los pacientes sobre los riesgos que hay detrás de una visita “normal” al médico, como lo hará Nacho en el el libro que planea publicar con sus columnas.
Así que después de varios años de intercambio de correos, finalmente nos conocimos en persona con el Doc Kiskesabe, quien a pesar de sus dos costillas rotas (producto de una caída de un caballo), nos hospedó en su casa, nos cedió una larga entrevista y nos dejó hablar con sus pacientes.

El patito feo
Nacho Espinosa estudió medicina en la Universidad Veracruzana en los 60, arrastrado por un fuerte deseo de ser médico que lo acompañó “desde chamaco”, según nos cuenta.
Fue mientras cursaba su especialidad en medicina interna en el Centro Médico Nacional (hoy Hospital Siglo XXI), que empezó a interesarse por la Yatrogenia, o como él le llama: una enfermedad llamada doctor.
“Durante mi residencia de medicina interna, algunos maestros se preocuparon por el fenómeno de la Yatrogenia, cuando aún era un tabú. Ese grupo correlacionó autopsias con historias clínicas y analizó dónde habíamos cometido errores”, dice Nacho.
Los resultados fueron sorprendentes. De 624 casos revisados, se encontraron “errores médicos” en cien, es decir, un 16%. El promedio fue similar al de los pocos estudios sobre el tema, llevados a cabo principalmente en Estados Unidos. El equipo logró llevar los resultados a algunos congresos y conferencias, pero las puertas se comenzaron a cerrar. Tanto que Nacho fue despedido del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en 1985, por develar la cantidad de yatrogenias que se producen en la praxis diaria.

Negocio de la salud
El vocablo “yatrogenia” o “iatrogenia” está formado por dos raíces griegas: yatros, cuyo significado es médico, y gennao: origen. Literalmente, significa lo que genera el médico o la medicina, pero en la jerga médica se ha utilizado para catalogar las consecuencias nocivas derivadas de sus acciones, aun cuando su intención sea beneficiar al paciente.
La Yatrogenia ha existido desde siempre, desde la época de Hipócrates, pero al sistema de salud le gusta hablar de sus éxitos, no de sus errores. Las estadísticas se adecuan para mantener el sistema”, explica Nacho. “El médico calla sus errores, porque necesita mantener un estatus. Temen que la gente no acuda a los servicios, cuando es al revés: al reconocer los errores, se aprende a evitarlos. Y el que no haya autocrítica ni en las escuelas ni el los hospitales de enseñanza, propicia que este fenómeno vaya en aumento”.
La Yatrogenia puede ir desde un mal diagnóstico, generalmente con medicación excesiva, hasta procedimientos quirúrgicos innecesarios, incluyendo cesáreas. Se ejerce por “omisión” o “comi$ión”, dice Kiskesabe, pues en la mayoría de los casos hay un trasfondo económico: es la propia industria farmacéutica (apoyada por los grandes consorcios mediáticos), la que ha hecho de la salud humana, un negocio. Así, es común que los doctores receten medicamentos que el paciente no necesita, realicen intervenciones innecesarias y riesgosas, y mantengan al enfermo en un eterno deambular por salas de hospitales, sin que se puedan encontrar las causas de su mal.
Y lo peor, el problema aumenta con la creación de grupos de arbitraje médico, que si bien son una herramienta legal para los afectados, propician que los médicos obliguen al paciente a llevar a cabo costosos estudios, para cubrirse las espaldas ante una posible demanda.

Un consultorio singular
Al consultorio de Nacho llegan pacientes de todos los rincones del estado de Veracruz. Y aunque vienen de estratos sociales muy diferentes, cuentan las mismas historias: han deambulado por consultorios de diversas especialidades, cargando abultados expedientes y un sinfín de medicamentos carísimos, sin que puedan hallar solución a sus males.
“Lo primero que él hace es quitarle a sus pacientes todo el bolsón de medicamentos, con lo que inicia una desintoxicación” cuenta la señora Aide Roche, una de sus pacientes. “Él explica de una forma muy graciosa, muy simpática, pero nos da a ver hechos concretos de cómo está la problemática en nuestra salud, principalmente si venimos de otros sectores, donde nada más nos traen con la enfermedad de acá pa’ allá”.
“Él describe la medicina institucional como realmente es: vueltas para allá, vueltas para acá. Es un entretenimiento y van dando de largas, pero no se enfocan en lo que es”, dice Antonio, otro paciente. “Estuve dando vueltas más de un año y me mandaron a hacer cinco estudios, dizque muy bien hechos, pero en realidad no me hicieron absolutamente nada. Esta es la segunda vez que vengo con Espinosa Solís y me quitó los tratamientos, ahora solo tomo una pastilla”.
A Kiskesabe, le consultan incluso otros médicos, como el doctor Ramón Guerrero, quien coincide en que lo que distingue a Nacho entre sus colegas, es su sencillez y su sinceridad: “Dice las cosas como son, la verdad así planita, planita”. Su esposa Rosa Edna Juárez cuenta conmocionada cómo en una ocasión Espinosa salvó la vida de su madre, quien llegó en un estado cardíaco crítico, pero gracias a un diagnóstico certero, pudo atenderse a tiempo. María del Carmen Gamundi, secretaria de Nacho desde hace trece años, nos cuenta: “yo le he dicho al doctor que él podría ser un médico rico, si fuera de esos médicos que les gusta explotar a sus pacientes. Pero él atiende a todos por igual, dentro y fuera del consultorio, porque todos somos seres humanos. Eso es lo que lo hace diferente”.
Hoy, a sus sesenta largos, Nacho sigue ejerciendo una medicina humanista que es cada vez más difícil encontrar en los hospitales del mundo. Y advierte sobre la necesidad de agregar una clase más de medicina, la “cuaternaria”, que sería la encargada de cuidar a los pacientes del mal que les causan sus doctores.
Sin embargo, aclara Kiske, la mejor receta para estar saludable es vivir al día y sin presiones, siguiendo en lo posible la regla de las cuatro “C”: comer, correr, cagar y coger.
Para más información sobre Yatrogenia (o para contactar al Doc Kiskesabe): www.kiskesabe.com

Publicada en Pausa #125, miércoles 6 de noviembre de 2013
Disponible en estos kioscos


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